viernes, 5 de septiembre de 2014

Así fue como me perdí

Así fue como me perdí


Me gusta porque después de llevar 25 años odiando tender la cama, me dan ganas de tenderla para que el vea el cuarto ordenado.

Me gusta porque levantarme más temprano para estar más tiempo a su lado es lo más lindo que me pasa todos los días.

Me gusta porque tiene unos brazos y un pecho delicioso y me deja refugiarme ahí.

Me gusta porque le gusta ver TV igual o más que a mí y la vemos.

Me gusta porque hacce chistes bobos y me los explica porque cree que no me reí porque no entendí y no por lo malo que son y entonces ahí si me río.

Me gusta porque podría carne asada de lunes a lunes dos veces al día y logra ser realmente feliz con esa simpleza.

Me gusta porque cuando hago algo e inmediatamente se lo cuento a mis amigos, él no entiende cómo es eso que nosotros nos contamos todo.

Me gusta porque me compra chocoramos y chocolate pero cuando me ve comiendo me pregunta que si es que no estaba a dieta.

Me gusta porque no sabe pedir perdón y por eso cuando necesita hacerlo me dice que me perdona. me gusta porque es el paisa más paisa, orgulloso de ser el paisa más paisa.

Me gusta porque me pregunta qué ponerse esperando que cuando esté listo le diga que se ve impresionante y cuando le digo que se ve impresionante se hace el que está acostumbrado a piropos.

Me gusta porque siendo un niño.

Me gusta porque no sabe cómo ser tierno y lo intenta con torpeza y aunque no lo logra, lo logra bonito.

Me gusta porque cualquier cosa que se me dañe, él la arregla.

Me gusta porque todo el tiempo piensa cosas para Mr Christobal.

Me gusta porque no se pone bravo cada vez que rompo un plato, daño el tv, no condimento la carne, se me quema la arepa, o me quemo cuando me cae aceite en la frente o cualquier otro desastre.

Me gusta porque me hace desayuno con jugo de mandarina cada vez que quiero.

Me gusta porque hace la carne más deliciosa del mundo mundial.

Me gusta porque cree que soy su polo a tierra.

Me gusta porque me llama y me dice que no me está pidiendo permiso pero que si puede...

Me gusta porque tiene frustración y canta horrible, con los ojos cerrados reggaeton horrible.

Me gusta porque no cree que soy lo último de lo último pero sí lo último, y eso hace que siempre me esté esforzando para ser lo último de lo último.

Me gusta porque soy su príncipe y  me hace sentir así.

Me gusta porque cada vez que me regaña, me dice esas cosas no son cosas que hacen o dicen los príncipes.

me gusta porque no cree en para siempre pero me ve a su lado el resto de su vida.

Me gusta porque no lee mi blog.

Me gusta porque cada vez que vemos una película él dura toda la semana creyendo que es el protagonista.

Me gusta porque ve corazones y se acuerda de mí.

Me gusta por todo esto y por muchas más cosas que odio y amo y principalmente me gusta porque me gusta haberme perdido por él.

Mr Christobal.

miércoles, 16 de julio de 2014

La crisis del cuarto de siglo

La Crisis del cuarto de siglo


La cosa es que cada que se me acaba un año, uno mío, uno menos, o más bien un año más de vida, yo no he tenido tiempo de terminar mi listado de propósitos del año que se me vino encima cuando se mete mi cumpleaños y me toca evaluar el año que pasó.

Pero entre más pasan los años, los propósitos son cada vez más ambiciosos y obviamente más difíciles de alcanzar, y la forma de auto juzgarse es más severa y sensata.

Uno sin tener que escribirlos da por hecho que en el año de más que se está cumpliendo y que sigue por vivir uno quiere ganar mejor en el trabajo, viajar más, lograr durar todo ese año haciendo ejercicio y ver más a la familia y a los amigos. Obvio, un negocito o un apartamento propio, leer más, escribir con más dedicación y obvio, aprender a ser paciente.

Y la evaluación del año se me convirtió como las notas de la universidad, "ahí", raspando, 3.0. Trabajo ok. Viaje regular. Ejercicio mejoró pero se puede lograr el 4.0. Logré grandes momentos con mis amigos que hace mucho no lograba pero para un año es poco. Y así toda la evaluación resulta un gran promedio aceptable. Lo único demasiado bueno fue poder tenerlo todo el año.

Lo que pasa es que hace 365 días cuando evalué mi año, me basé en el período vivido por fuera. Y ahí si dejé la vara muy alta porque el promedio si fue de 4.8. porque ha sido el GRAN año de mi vida, ese donde todo los días eran demasiado felices. Y es frustrante porque no creo que lo vuelva a tener, no en esa forma por lo menos.

En ese momento cuando llegó la hora de los propósitos todos fueron éstos. Lo que tengo ahora. Yo quería ser lo que hoy soy. Básicamente y en resumidas cuentas, yo quería estabilidad. Y eso es lo que soy hoy. Y supongo que eso es bueno. Y debería darme una mejor nota de promedio tipo 3.5. pero yo no estoy para autoengañarme. Las cosas como son. La única asignatura en la que logro el 4.8. es estando a su lado, porque me sigue haciendo sentir tal como el primer día.

Pero es que a mí la estabilidad cuando se vuelve rutinaria me aburre, la rutina me cansa el alma, los procesos repetitivos me apagan. Porque es que ahora, hoy, para mis 25, los propósitos se me convirtieron en los mismo del año que pasó pero pro. Un trabajo que paguen mejor. Poder viajar mucho o si es posible un trabajo en otro país, ya no es adelgazar sino estar fit, y ya no es un noviazgo normal sino tener la certeza de si ese es el que es o sino paila. Básicamente una estabilidad más estable.

Ya todo es más tranquilo y la verdad es que a mí no me gusta lo tranquilo. Extraño esas épocas donde quería ser lo que hoy soy y que con lágrimas y sangre lo logré. Pero tenía una meta fija y clara. Y me caía y tenía algo para levantarme. Hoy que ya está mucho más claro que soy eso que quería, se me empieza a desdibujar en mi cabeza qué sigue.

¿Ser el que quería ser y que ahora soy pero pro? Alguien que me ayude porque este comienzo de mis 25 me está dando muy duro sin saber ahora qué demonios viene. ¿Qué pasa cuando uno llega a esta edad?

Que se supone que uno debe querer en su cuarto de siglo sobre todo si uno es yo y no quiere lo que quiere la gente común de mi edad: rumba, perreo y licor. No, qué susto, eso es la inestabilidad de la inestabilidad de la inestabilidad y yo ya no estoy para esas cosas.

Tengo que estabilizarme, eso hace parte de los ciclos de la vida, supongo. Cada vez más tranquilidad y cada vez menos cambios. Pero yo como que quiero y como que no. Como que sé que es lo que es pero como que lo rechazo. ¿Es bueno querer cambiar y ser curioso o eso es malo? ¿Soy inconforme? ¿Soy una mamera de man? ¿O eso es divertido? ¿Debo amar mi estabilidad y agradecerla? ¿Por qué no he ahorrado? ¿Qué me preparo de comer esta noche? ¿Me levanto a trotar o duermo hasta las 8AM? ¿Es muy difícil ser yo? ¿Mejor me relajo y espero? ¿Me calle la boca? Avisen.

Mr Christobal

domingo, 8 de junio de 2014

Querido Yo de dieciocho

Querido Yo de dieciocho


Querido mí mismo de 18 años:

Ojalá pudiera volver a abrazarte, agarrarte de la mano y conducirte por el camino que ya recorrí con las cruces que yo mismo decidí cargar o con la excesiva libertad que en otras ocasiones quise llevar. Te llevaría como quien cuida la cosita más linda y delicada que jamás haya visto, sólo para que cometas los mismos errores, aprendas lo mismo y vivas tal cuál, pero más relajado y con menos sufrimiento desgarrador. Te conduciría por el mismísimo camino sólo que te susurraría al oído murmullos de tranquilidad.

No dejaría que te desgastaras el alma queriendo con tanta fuerza y con tanto capricho las cosas que crees son lo mejor para ti. Muchas no lo sabes. Otras tantas no lo son. Sólo tienes 18 años, así que no tienes idea de qué es lo mejor para ti. Y resulta que el tiempo, más caprichoso que tú, te tiene cosas aun más alucinantes de las que planeaste y sufres por alcanzar.

Te daría constantes palmaditas en la espalda y te llevaría café calientico a la cama como el de la mamá, cada vez que te frustras y sientes que no tienes ni puta idea para dónde vas o que no encuentras tu lugar en el mundo y no entiendes ni para qué carajos eres bueno. Te calmaría porque aunque muchas veces se desdibuje, poco a poco, lentamente, sacarás la garra y lo irás descubriendo y la gente lo irá reconociendo. Se demora, pero llegará, así que gózate el camino y no sufras por el futuro, que ese, ese ya llegará.

Sigue esforzándote igual, si puedes más, por mantener el amor y la amistad de las "niñitas" del colegio y los que llegaron en la época de la U. Lola, Tati, Stefa, y Diana siguen aquí con nosotros, cerquita e incondicionales. Esos como que no se piensan ir, así que aprovéchalos, no te quedes con tus dolores, ni con tus miedos, mucho menos con situaciones, ellos siempre están dispuestas a salir a rescatarte de cualquier desastre emocional de esos que te en los que te encanta meterte. Van a llegar otros igual de entrañables y eternos, obvio, pero por ahora amárrate duro al corazón de ellos y no te sueltes.

Así como te diste cuenta que Feli no es el amor de tu vida, créeme que Jacobo tampoco lo es. Parece que sí, ya sé. Pero es la magia, la libertad y la locura amorosa con la que uno quiere desenfrenadamente a los 18. Sufre esa tusa tal cual la estás sufriendo, debes hacerlo. Debes sentir que te mueres y que la vida es una vil mierda contigo. Tienes que llorar en el bus, en clase, en la rumba. Tienes que buscarlo e ignorarlo. Tienes que levantarte otro para que se muera y cuando lo encuentres y se muera, arrepentirte y volver a él. Tienes que alzar la mano en clase y decirle a la profesora que te dejó tu novio, que si te puedes ir. Tienes que estar a punto de perder el semestre por la semejante tusa asesina. Tienes que hacerlo. Tienes que vivirlo.

Vívelo sólo para levantarte para volver a cagarla con otro desafortunado amor (y lo que te faltan ¿Aprende a escoger, no?) y tener claro que es muy verraco que te vuelvas a entusar y a sufrir de una forma tan demencial como ésta. Vícelo, pero si pudiera, estaría ahí mandándote tranquilidad y señales para que entiendas que te faltan innumerables amores por vivir.

Abraza más a la mamá y sácale más palabras al papá. Sigue empeñado en lo que quieres y ve por eso. Cuida tu pasión por la vida porque con el tiempo se va apagando así que no dejes que pase. Haz dieta que te vas a engordar. Sigue escribiendo que no te imaginas lo que servirá. Si puedes ahorra más para esos viajes que quieres y no sabes a dónde. No quieras nunca dejar de viajar. Ni tampoco pierdas nunca las ganas de tragarte el mundo. No dejes jamás de vivir con tanto deseo de vivir. No dejes de deslumbrarte por lo pequeños detalles de la vida. Aprende YA -y no en dos años- a romper corazones y no creerlo nada a ninguno, nos ahorraríamos un par de tusas más (secundaría después de ésta).

Vive. Sé libre. Haz lo que se te dé la gana a ti y sólo a ti. Besa. Conoce gente. Baila. Sé siempre muy tú. Haz locuras. Sé loco. Brinca. Enamora hasta que les duela. Enamórate hasta que te duela. Cree en el amor-. No creas en el amor. Vive en varias ciudades. Calla a las zorras. Emborráchate No te emborraches, porfi. Hazlo todo, porque al día cada locura ha valido y nos tiene inmensamente satisfechos la vida que hemos llevado. Lo único para resaltar: tranquilo, todo va a estar bien y con todo y tormentas asquerosas, y caminos llenos de piedras, en algún momento todo será mejor de lo que imaginaste. Así que ¡Pasa bueno!

Mr Christobal

sábado, 24 de mayo de 2014

Me quiero casar

Me quiero casar


Hace poquito me di cuenta que realmente me quiero casar. O sea, siempre lo supe en el fondo de mi loco corazón, pero de pronto lo veía lejano y aburrido y no era una certeza que tenía. Creo que en algún momento lo di como uno de esos puntos que uno puede llegar a negociar con la pareja y llegué a pensar que sólo era un papeleo lleno de formalidades.

Y realmente no era el único bicho raro pensando así. Mi amor de cuando tenía 18 años no le interesaba tampoco. Y entre más ando y ando, más me voy cruzando con gente que realmente no le llama la atención tener un compromiso de ese tamaño. Hombres sobre todo. Nunca. Hijos ni de chiste. ¿Qué les pasa? ¿Qué les hicieron? ¿Así de trágico fue todo? ¿Qué pasó con sus papás? ¿Qué pasó con sus amores?

En otra época los entendía. ¿Para qué? ¿Por qué quedarme con una persona si me puedo quedar con una diferente cada vez que quiera? ¿Por qué si la gente se separa? ¿Para qué si viven peleando? ¿A cuenta de qué si la gente en pareja se engorda y se descuidan? ¿Cómo así si los casados son muy pero muy aburridos? Pero si casarse implica dejar de coquetear a diestra y siniestra, ¿para qué? Pero los que se casan dejan de hacer lo que quieren para hacer lo que los dos quieren. Y así, infinito. Estaba llenito de razones para acordar con los del NO al matrimonio.

Pero como en juego largo hay revancha, aquí estoy con mi cambio de percepción. Supongo que hace parte de la naturaleza, la evolución del ser humano o de la madurez o de los caprichos que le inculcaron a uno desde chiquito. Pero sea lo que sea, ajá, yo ahora sí me quiero casar, ¿ok?

Es que entre más veo matrimonios, más quiero el mío. Y me descubro con el ojo aguao viendo vídeos de bodas de gente que ni conozco. Sí, parezco una vieja, pero demalas. Tengo mi carrete de fotos lleno de momentos épicos de bodas que sueño para mí. Me la paso llenándome el corazón de propuestas increíbles y me digo a mí mismo, pues obvio, yo tengo el derecho y el deber de tener una así de bonita. Y la espero. Y la quiero.

Y ya más o menos sé cómo quiero el traje y la decoración que quiero tener y el lugar, y hasta la sonrisa de ese día. Y pienso en la cara de felicidad y orgullo, seguramente con los ojos llorosos, de mi hermano abrazándome y advirtiéndome de mi ya casito matrimonio. Mi mamá arreglándome el traje hasta las 8 a.m. cuando ni a mí ni a nadie le importa. Bailar el vals o cualquier cosa y ver a todos a las 9 a.m. jinchos llorando diciéndole a mi pareja que me cuide porque sino lo joden.

Muero porque los de siempre, estén para abrazarme y decirme que por fin, y que me hagan ronda y que me bailen y ríamos con el ojo aguado. Que nos tomemos 300 mil fotos. Y obviamente me quiero gozar las 55 despedidas de soltero que espero tener y los 34 showers y el stress que todo salga perfecto.

Y claro que quiero que todo el mundo baile hasta el amanecer celebrando mi amor. Que me abracen borrachos los amigos y me den quién sabe qué consejos. Que mis primos sean felices, mis amigos hagan chistes de "increíble" "qué valiente ese man", las redes sociales colapsen y todos los invitados tomen caldo al amanecer.

Bueno, al parecer yo más que casarme quiero mi fiesta de matrimonio. Y sí. Pero tengo claro que quiero aun más todo lo que viene después, vivir, reír, compartir, soñar, crecer, vivir más, sonreír más, ser más feliz.

Mr Christobal.

jueves, 10 de abril de 2014

El hermano

El hermano


Mi hermano es el gran amor de mi vida. Tiene una de las personalidades más bonitas que alguien pueda tener y que yo muchas veces quisiera. Es noble, bueno y divertido. Nunca, jamás de los jamases, nada le molesta, es feliz, risueño y contagia de alegría a todos los que están con él. Sin embargo, hace muchísimo rato no vivimos juntos, él por allá, yo por acá, se va, vuelve, me voy, regreso, nos vemos pocas veces. Son pocas las oportunidades que tengo para saborearlo. Entonces, vino de visita y me lo tenía que gozar. A él, de mañana y de tarde. De noche y de día. Con abrazos, risas y discusiones. 

Y fui feliz. Nos miramos como se miran los hermanos. E hicimos chistes que sólo los que se conocen desde siempre entienden. Y nos peleamos como se pelean los hermanos que se aman. Y logró en mí la tranquilidad que da una mirada cercana. Y me vio como soy, como he sido y como soy ahora. Quise ahogarlo a pechiches. Y lo ahogué. Y no quería soltarlo y que sólo fuera para mí. Pero no podía, así que me tocó compartirlo con mi familia y sus amigos. Y bueno, fuimos de nuevo ese combo agradable, sandunguero y divertido. Compartí con él que es mío y unimos las vidas una vez más. Y le hice recordar que él es de acá, pero también de allá, pero que siempre más de acá.

Porque cuando lo veo a él me veo a mí, el real, el verdadero. Sale el yo puro y duro. Sale para él, por él y para que él lo analice y le dé los toques que necesito para ajustar lo que está desajustado dentro. Débil e inseguro. Arrollador y divertido. Temeroso y exigente. Todo eso me hace ver en mí. Y le peleo. Y le exijo. Y me pongo repelente y grosero. Y lo abrazo y no lo quiero soltar y quiero escudriñar su alma. Y nos volvemos a agarrar como se agarran los hermanos. Y él le pone la queja a mi mamá. Y mi mamá se ríe. Y me frustra. Y quiero que sea el mejor ser humano, el perfecto. Porque para mí lo es y no quiero que tenga ni media imperfección. Y me hace feliz. Y me enternece. Y salen nuestros niños interiores. Y salen nuestros hombres hechos y derechos buscando el futuro. Y sale mi delirio de papá perfeccionista. Y mi inocencia de hermano menor. Y me saca de quicio. Y le pregunto que si todo va a estar bien. Y quiero que me guíe. Y quiero que me haga mejor. Y quiero que me dé pistas de qué demonios hacer con mi vida. Y quiero que se quede para siempre, y sé que estará para siempre, como siempre. Ese es mi hermano. El gran amor de mi vida.

Mr Christobal

martes, 1 de abril de 2014

Llegó ella

Llegó ella


He tenido toda clase de visitas y a pesar que cada visita es una responsabilidad y odio las responsabilidades, amo las visitas. Me hacen feliz. Me transportan a algún momento de mi vida y se adueñan completamente de mi presente. Me abrazan y con eso me sacan de la rutina que no tengo, mientras les muestro lo maravillosa que es nuestra ciudad, una vez más. Ella vino y con ella llegó más alegría a mi vida, al punto que pude oír las carcajadas de mi corazón. Como la veo cada tanto, pero la quiero cada día, aproveché para abrazarla por los días que no la he visto y por los que no la voy a ver. Cada instante quise demostrarle que sentía felicidad pura y dura de tenerla y quería eternizar los días para no separármele y no dejar de tenerla frente a mí. Y reímos y nos acordamos de las historias en los lugares de la ciudad. Y comimos y caminamos y nos burlamos amorosamente el uno del otro. Y rectificamos que somos familia muy familia. De esos amigos hermanos cercanisisisimos que se parecen en la forma de ver la vida y de vivirla. Que se ríen de los mismos chistes y son amigos y cómplices y que por ser amigos tan amigos tienen un status VIP entre los amigos y los cómplices. Y es que habernos entregado tanto y compartir tantos Adentro No cada noche mientras reíamos y llorábamos, hicieron que todo el universo nos parezca maravilloso y feliz. Habernos permitido compartir todo nos dio la certeza que estemos donde estemos nos estamos queriendo y deseándonos lo mejor siempre. Así que ayer fui feliz con ella, rectifiqué que es increíble y se va a ir hoy dejándome la certeza que al final de cuentas, pase lo que pase, nos tendremos por siempre el uno al otro porque al fin y al cabo somo familia, de esa que se siente orgullosa de ser tan familia del otro. Me encantan las visitas, pero la de mi mejor amiga me encantó más, ojalá todas las responsabilidades de mi vida se resumieran en compartir con los que quiero.

Mr Christobal.

domingo, 30 de marzo de 2014

Querido tú

Querido tú


La distancia de ocho días y la lejanía existencial que tuvimos me hizo extrañarte y recapacitar en mil cosas.

Entendí que tengo un compromiso contigo mucho mayor del que yo mismo creía. Que no se trata de salir corriendo con cada ataque ni que nos podemos dejar. Que me tengo que quedar. En nuestro rincón. Contigo. Con nuestros planes. Con nuestro futuro. Con lo que hemos construido. Con nuestros errores y con nuestros aciertos. Con nuestros juegos, nuestros desayunos con jugo de mandarina y nuestra camaradería. Con nuestras anclas, nuestras manillas de Mr Christobal y nuestros emprendimientos diarios.

Me tengo que quedar, como una decisión de vida, de convicción y de amor que tomé.

No porque sea una obligación, ni porque fue lo que tocó. Sino porque te escogí a ti como la persona con la que me quiero levantar en las mañanas con un beso y un arrunche. Porque decidí que son tus ojos lo último que quiero ver antes de dormir. Porque me nace del alma mimarte y decirte cosas lindas y cuidarte. Porque me divierto y el mundo pesa menos a tu lado. Porque tengo sueños junto a ti y proyectos que construir. Porque me gusta tu torpe forma de querer. Porque admiro tu nobleza y me conmueve tu formar de negar tus miedos y tus culpas.

Por eso y por mil cosas, he asumido con entrega y sinceridad que soy tu hombre.

Que con tu ayuda y apoyo debo dejar mis inseguridades de mierda porque tú también me escogiste a mí para entregarme cosas que no son fáciles de entregar. Porque me viste a mí como ese hombre por el que has hecho ajustes importantes en tu vida y con el que quieres recorrer un camino inexplorado. Ese hombre que te da ganas de abrazar y contarle tu día. Al que le preparas desayuno cada mañana y ves como tu príncipe. Al que dejas que se coma tus chocoramos y te quite las monedas para su alcancía.

Por eso, asumí respetarte y honrar esto que estamos contruyendo quedándome. Decidí quedarme y entender tu tierna e inexperta forma de quererme.

Por eso, entendí que hay batallas que no voy a dar pues al fin de cuentas voy a pasar la noche junto a ti. Porque decidí en mi corazón, quedarme contigo y sólo contigo y entregarte mis cosas lindas y dejarte ver las mamonas y que las soportes. Porque tomé la decisión de regalarte fidelidad y la ternura que brota con afán de mí.

Con esto dejo parte de mi corazón en esta página. Para decirte que me quedo. Por convicción. Porque me nace. Porque quiero. Porque sí. Porque el orgullo y la rabia cada vez nos dure menos y las risas y abrazos más. Que sea una decisión de vida, amor y tolerancia por parte y parte. 

Es que, yo me voy a quedar. Así que asumámoslo con amor gigante y como decisión de vida, seamos felices...

...Para siempre

Con todo el amor, el respeto y la ilusión que te tengo.

Yo.

jueves, 20 de marzo de 2014

Hipotecar el futuro

Hipotecar el futuro


Soy de los que cuenta los días y los sueños. De los que cada año tiene una lista de metas por alcanzar y cuando se me están pasando los días, me afano. De hecho, vivo afanado. Camino como si fuera tarde y realmente siempre voy temprano. Debe ser una lucha yo con yo contra el tiempo que me gana la batalla.

Cada vez que me levanto y vuelvo a la realidad y mencionan algún otro país lejano, o cercano, interesante por conocer, se me acelera el pulso y se me corta la respiración. No tiendo cómo sigo en el mismo lugar, en las mismas ocho cuadras, los tres imperdonables edificios feos y las mismas costumbres rutinarias de siempre: el trancón, el robo del celular al del lado, quejas, peleas e injusticias en el trabajo. Claro que también está la parte buena: las reuniones con los míos, el amor en cada respiro, la familia y mis entrañables amigos, pero me afano... 

Y me impaciento. Con frecuencia me pasa que me miro y me digo, "¿Qué haces aquí?" o "¿A dónde vas?" y ahí me quedo, un poco blanco sin saber nada pero queriéndolo conocer todo. Particularmente el "¿Qué hago aquí?" lo espero con ansiedad pero me toma siempre por sorpresa como una patada en mis altas emociones y me devuelve, me devuelve a la normalización de la realidad, esa realidad que es más bien cotidiana, tratando de ser esa costumbre plana y cómoda que me lleva a vivir como por inercia. ¡Qué diablos hago aquí!

Sólo sé que hay todo un mundo esperando ahí, por ser recorrido. Hay gente que se pasea de aquí para allá con lo mínimo, económicamente hablando. Hay otra que trabaja por mucho tiempo y luego se libera. Hay otras, que ni les interesa salir y conocer lo que hay alrededor. Pero yo, yo sí que soy curioso. Y la curiosidad me agobia. Quisiera salir y conocer y vivir una vida un poco bohemia, bueno, no tan bohemia, pero sí más desprendida y viajar y conocer y no preocuparme, pero la verdad sea dicha: me preocupa no preocuparme por querer más porque me afano.

Tanta vida que hay aquí y allá, del otro lado y de este lado. Blancos, amarillos y algunos muchos guapos, porque existen, así no los veamos tanto. Y yo en mis ocho cuadras... me afano y me canso de las mismas ocho cuadras y me pregunto cómo salir corriendo sin huir. Cómo huir sin parecer que me fui caprichosamente. Cómo irme caprichosamente sin parecer que no aporto a la sociedad. Cómo irme sin importar que no aporto a la sociedad mientras le aporto. La otra historia de mi vida.

Me levanto, cuento los días y cuento mis sueños o planes y pasan los días y los seños siguen intactos. Es como si no trascendieran de sueños a realidad. Y me afano... no quiero que estas cosas que quiero se vuelvan una especia de depósito de cosas extraviadas. Por el contrario, quiero que cada una de estas cosas que quiero haga parte de las cosas que encontré y viví. ¿Pero cómo? Por eso la lista. Mientras la lista se hace larga, los días se hacen cortos y parece que fuera a envejecer. Ya no tengo más veinte. Y me afano...

Me afano porque hay mucho mundo, mucha gente, muchas diferencias, muchas culturas y quisiera darme una vuelta por todo eso. Me afano porque la gente me da vida, los lugares me dan energía y saciar mis curiosidades me da tranquilidad. Tan sólo me afano, me afano porque siento que es mi edad, la edad perfecta para huir si me da la gana, correr si me da felicidad, encapricharme si es lo que quiero porque es mi edad para hipotecar mi futuro...

Mr Christobal

domingo, 2 de marzo de 2014

Un amor de hace 55 años

Un amor de hace 55 años


Se pasa la vida haciendo chistes y estos son tan dulces que no se sabe si la gente ríe de su ternura y de su misma risa o del chiste en sí. Aunque también puede ser que ríen de las dos. La cosa es que todo el tiempo hace reír. Habla de los buenos tiempos en su Santa Bárbara del alma, cuando no había computadores y el país estaba marcado por la división entre liberales y conservadores. Todos los días rectifica los periódicos de la ciudad y los paisajes que quedan al rededor de su casa, vigila a sus nietos, nos pide que le mostremos fotos en nuestros computadores, celulares y demás y siempre, siempre, sonriendo está cuidándola, a Ella, a su vieja.

Ella en cambio, con su delicadeza y bondad se pasa la vida alertando a la gente de que lo que Él está diciendo son chistes. Y se ríe, y alarmada como si nunca nadie supiera que son chistes dice "mentira, mentira", lo regaña, lo mira y con la dulzura del mundo remata "viejo pendejo".

La otra mitad de su vida, ella la divide una parte en rezar. Por cuatro de sus hijos que se fueron antes de tiempo de su lado y le dejaron por siempre el alma de luto. Por su hija que se quedó. Porque nadie de la familia se quede solterón. Por la paz mundial. Porque sí. Por sus nietos que los contempla con cada acción. Porque además y porque también. Y la otra mitad de la mitad de su vida, la gasta en hacerlos felices a todos con las comidas deliciosas que prepara, viendo a medias telenovelas.

Se conocieron hace como 60 años, pero se casaron hace 55, con 2 meses y 2 días. Paisas hasta la médula, tuvieron cinco hijos, tienen como 15 nietos (mal contados) y ningún bisnieto a su haber. Cada ocho días van a misa de 10, creo que jamás los he visto separados, se mueren, lentamente el uno por el otro, caminan despacito, viven los dos en una casa casi tan grande como su amor y nada, son mis abuelos. Octavio y Judith, La Vieja, como le dice Él.

Cuando se conocieron, Ella, no podía tener más de 16 años. Me cuenta que era esa época donde a las niñas las mantenían ocupadas cosiendo, cocinando y de arriba pa'bajo con los quehaceres del hogar "para que no tuvieran malos pensamientos". Mi bisabuela hacía énfasis en entrenarlas para ser 'mujeres de la casa', para que supieran hacer, ya que sabiendo esto, podrían mandar. No salía de su hogar sino para ir al colegio, a misa y a hacer mercado.

Pero ese día, porque el amor siempre busca su rumbo, como un milagro divino, le dieron permiso para ir al bazar del barrio aledaño. Salió de su casa, alcahueteada por una amiga de su clase de mecanografía, hacia donde sería el agasajo. En cuanto llegó, Él la miró, y durante todo el bazar se quedó cerca a su lado y según Ella, desde ese instante, él quedó flechado.

En el famoso bazar había música y baile. Así que Él no dudó, por supuesto, en sacarla a bailar. Sin embargo, como Ella jamás había salido de su casa, no tenía idea de cómo se hacía eso. Así que tímida le dijo que no. Cuando ella se fue camino a su casa y se despidió de su amiga, Él la alcanzó y la llevó sana hasta su casa. Hablaron, bobadas, porque a esa edad uno sólo habla bobadas y se rieron, y se gustaron.

Él, buen tipo, alegre, mamagallista innato, tendría no más de 20 años. Ya trabajaba y desde entonces empezó a pretenderla. Le mandaba razones. A veces intercambiaban papelitos. Aparecía los sábados en el mercado y un domingo sí y el otro no, iba hasta su casa, para evitar que a ella la regañaran tanto sus papás.

Cada que Él aparecía a ella "el corazón le palpitaba" sí, ahí, entre charlas breves, caminatas cortas en el mercado, coqueteos inocentes, entre frutas y verduras y sin roce alguno. "Ni agarrada de mano, mijito".

Pasado un tiempo, ellos tuvieron una discusión y su amor terminó, y pensaron que era definitivo, Ella tuvo otro novio por un año, y pasó otro año soltera con sus hermanos de gurdaespaldas. Entonces fueron dos años en los que no se vieron, ni se miraron. Pero Él volvió a aparecer y pasados pocos días Él decidió ir a hablar con Don Guillermo, el papá de Ella. Un hombre fuerte y exigente que cada vez que lo tenía en frente hacía malas caras y cuando no, le decía a Ella que "dejara de pendejiar con ese muchacho".

El bisabuelo aceptó, de mala gana claro, el cortejo. Y dijo que bueno, que las visitas tenían que ser día de por medio y a las 9pm Él, se tenía que ir. Así que en cada visita, antes de 9pm, ya estaba Don Guillermo gritando desde donde estuviera "ya van a ser las nueve". Así que Él se levantaba y salía corriendo.

Al poco tiempo de las visitas de sala, se aburrió. No Ella. No Él. Sino Don Guillermo, obvio. El suegro estaba cansado de la frecuencia de las visitas, y le mandó razón diciéndole que no, que mejor las visitas fueran cada ocho días. Que esa vaina de cuidar visitas era desgastante. Y es que claro, cada visita tenía que estar supervisada por el papá de Ella, la hermana, o cualquier pobre inocente.

Así cualquiera se aburre. Así que Él, Tito, como le digo yo, se hartó y decidió formalizar la cosa y se dirigió donde el suegro a pedir la mano de su amada, La Vieja. El bisabuelo estuvo de acuerdo pero puso una condición: "que no se le olvidara nunca que ojalá este matrimonio fuera hasta la muerte y que fuera como el de Don Eloy Vásquez, que con su esposa se amaron y se amaron, que no se separaron ni cuando se murieron porque cuando ella murió, al día siguiente él se fue detrás"

Se casaron y ella con su vestido de bodas llegó a la luna de miel "santita y purita, no ve mijo que anteriormente si encontraban que una muchacha no era señorita la devolvían a la casa"

Han vivido felices, entre tanta cosa, entre tantas diferencias que tienen. Así es como cuando el bisabuelo puso esa condición no tenía idea Él que sería capaz de cumplirla y hasta superar el bonito matrimonio del tal Eloy Vásquez que sabrá Pacha quién será.

Ya en 1963 tuvieron a su primer hijo y con el tiempo empezaron a criar a sus cinco hijos. Y aquí, unos años después, mi papá conoció a mi mamá. Pero bueno, esa es otra historia para después, historia que como ésta son la explicación más explícita que les puedo dar de por qué carajos yo soy tan romántico...

...¿Cómo no?

Mr Christobal.

domingo, 23 de febrero de 2014

Yo también tuve 20

Yo también tuve 20


Hace unos días estaba en una rumba y tres niños se me acercaron a preguntarme que si yo era Mr Christobal. Uno de ellos me dijo que era su cumpleaños y que por eso tenía el derecho a tomarse una foto conmigo. Que cumplía 20 y que por qué no escribía de cuando yo tenía esa edad.

Fue demasiado tierno. Ellos queriéndose tomar una foto conmigo y yo pensando en aquellos años. Sonreí y el corazón se me llenó de melancolía. Y es que yo también tuve 20. Y se me había olvidado lo exquisito que fui en aquel entonces.

Mis bellos y locos 20. Para esa época mi mayor preocupación era pasar los parciales. Y tanto me intranquilizaba el asunto que nunca los pasaba y todos los semestre necesitaba como 4.5 para los finales.

Comía lo que se me daba la gana y literalmente me valía huevo los kilos que tenía de más. No hacía ejercicio, no tenía un solo zapato elegante, desde la distancia mi mamá luchaba conmigo para que me viera bonito y me importaba un pito los cuidados en general. Era maravilloso.

Me emborrachaba y me amacizaba con el que se atravesara. Al día siguiente me podía volver a emborrachar y hasta lo hacía con estilo. Y el siguiente. Y amanecía. Y no me importaba lo que hacía ni mucho menos lo que pensaran. Pff!

Al pasar la noche me senté al lado de uno de mis nuevos amiguitos y le pregunté que por qué estaba sobrio. El muy divino me dijo que de todos siempre debía haber alguno sobrio para estar pendiente. Y me conmovió otra vez el corazón. ¡Qué belleza! ¡Qué responsabilidad! Debe ser ley que uno cuide de los otros porque sino pasa lo que pasa ¿o no?

Deber ser como el conductor elegido, el amigo elegido y así nos ahorramos showcitos y dramas innecesarios. ¡Piénsenlo!

Pero bueno, no nos desviemos, la cosa es que veía a los que no les tocó el día de sobriedad felices. Desinhibidos, coquetones con un galán seguramente pasajero, baile que baile, sin preocupaciones, muy con 20 años. Y yo sentí tranquilidad.

Mi corazón encontró serenidad y los miraba viéndome unos años atrás. Sentí que eso ya lo había vivido. Y bien vivido. Que hice todo lo que tenía que hacer. Y que menos mal. Que afortunadamente fui irresponsable, desmedido y son cohibiciones. Que qué alegría que no tenía apengos culos ni responsabilidades serias. Me aplaudí la libertad exagerada que me permitía y el desprendimiento en el que vivía. Pa' eso es esa edad, pensé, para no coger nada en serio.

Me dio emoción ver la espontaneidad de los tres loquitos. Y me hicieron caer en la cuenta que aquellos años fueron muy felices y valiosos. Que sí, que he madurado y tanto mis prioridades como libertades han cambiado, pero precisamente por eso. Porque si no hubiera pasado por ahí no aceptaría esta evolución con tanta satisfacción y tranquilidad.

Lo que sí es verdad y lo que me hicieron ver los carajitos bonitos estos, es que al día de hoy he hecho lo que me ha dado la gana y he vivido cada etapa en su momento y esa, esa es la verdadera alegría de vivir.

Mr Christobal.

lunes, 17 de febrero de 2014

Una vez que me enamoré

Una vez que me enamoré

Estaba muy joven y estaba en una etapa de mi vida que a veces extraño. Era estudiante, me montaba en buses, la plata me alcanzaba, no tenía minutos en el celular, no sabía qué era un Blazer, ni una plancha para las camisas a diario y mucho menos zapatillas combinadas con cinturón.

Qué bonito era vivir así. Rumbeaba y no me importaban las consecuencias. No me cansaba y lo podía hacer -y lo hacía- de miércoles a sábado. Hacía grandes estupideces. Era deliciosamente irresponsable. Irreverente y descarada. No medía consecuencias. No me importa lo que yo mismo pensara de mí. Y eso es lo que extraño.

Era sábado. Y caminaba orondo con mi mejor amigo buscando lo que no se me había perdido. Él se me acercó y me saludó. Yo en cambio, lo miré con mi cara de 'no te conozco, quién carajos sos'. Así que se adelantó y me contó que el día anterior nos habíamos conocido en la fiesta de Pepito. Que si no me acordaba que habíamos estado halando hasta que yo me había tenido que ir.

Obvio no me acordaba, pero había que hacer como que sí. Como él estaba con su mejor amigo nos fuimos de rumba los cuatro -claro, en esa época rumbear tres días seguidos era normal-. Y ese tipo que conocía pero que no, me bailó toda la noche. Delicioso. Y me hizo chistes. Y yo me reí. Y no me soltó. Y me reí más. Y nos emborrachamos. Y la pasamos rico.

Al día siguiente me llamó. Y yo en esa edad de demencia fina, pensaba que para qué carajos me llamaba. Me volvió a llamar y toda la semana apareció. Salí con él y con su mejor amigo. Y como lo que yo mismo pensara no me importaba, en la primera salida me pasé de tragos y vomité en un carro que no conocía. Gracias. La segunda vez en cambio, también me emborraché. Y la tercera y la cuarta.

Pasados dos semanas el tipo seguía ahí. Semejante loco, aguantarse tanta locura de este loco. Un día me dijo descaradamente que quería ser mi novio. Y ahí sí pensé que más que loco, el tipo sufría de demencia. Le pregunté que si tenía problemas o qué. Que yo no quería nada serio con nadie.

Él, como estaba más safado de la cabeza que todos los safados, me dijo que bueno, que si yo quería vacilar nada mas habrían muchos tipos que quisieran eso, pero él quería algo en serio. No había mucho chat en esa época porque de haber sido así yo le hubiera respondido algo como:
"¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿???????????????????????????????"
Pero me quedé callado y me tomé mi tiempo para responder. Sólo un valiente, loco, se me para en la raya. Él. Así que le dije que sí. ¿Cómo no?

Por eso de él me enamoré locamente. Porque él me escogió a mí y no yo a él (como siempre). Porque desde el primer momento supo manejarme. Reírse de mí. Conmigo. Era mi cómplice. Mi alcahueta. Nos reíamos juntos de la vida. Me quería pero en la justa medida. No me limitaba, sino al revés., sacaba lo mejor de mí cuando era necesario y lo peor cuanto también. Desde el día uno supo llevarme y no dejó que yo dirigiera todo a mí gusto, como siempre.

Esa vez me enamoré como nunca. La pasamos delicioso. No peleábamos. No éramos muy dulces, pero teníamos nuestras propias ternuras divertidas. El mundo nos importaba un pito. No habían celos. Seguían existiendo amistades. Vivía orgulloso de su loco. Una relación sana, buena onda y cool.

Todo hasta que un día de la nada me dijo que quería terminar conmigo. ¿Cómo no esperar una locura de esas de un loco? Para ese entonces no lo sabía. Y casi me muero. La tusa más absurda de mi vida. El desgraciado me enamoró muy a pesar de mí mismo y se largó. Pero me enamoró todo todito todo. Por su locura, por nuestra locura. Y por eso dolió como un berraco. Pensé que no iba a sobrevivir.

Lloraba cuando me levantaba. En clase. Me emborrachaba para ahogar mis penas y lloraba más. No me levantaba. No iba a clase. Me emborrachaba más. Lloraba más. Casi pierdo el semestre (bueno, no tanto). Me busqué otro novio para sacarme el clavo. Seguía con mi dolor. Le hacía drama a mi mamá, a mis amigos, al del bus, al de la calle, al profesor, al que se atravesara. Tusa de tusas.

El punto es que hasta hace un año extrañé esa etapa de mi vida, esa donde yo me daba permiso de hacer carajadas. De sentir sin medida lo bonito del amor. De dejarme querer si miedo a que me abandonaran. De querer con el alma plena y contenta. Aquellos tiempos donde no dudaba en cerrar los ojos y tirarme de cabeza a ver si volaba o caía como una guanábana. Aquel entonces donde no le ponía tantos peros a los manes y no jodía tanto y no le ponía candado a mis sentires y sabía y me daba permiso de pasarla bien. Pero como este man me rayó la cabeza, yo me sentí en derecho de rayársela a muchos otros después, y les pido perdón, por haber sido una pesadilla para todos ustedes y no lograr que me recordaran como el man que la embarró y les dejó una herida.

Sí lo extraño. Extraño no hacerme tantos vídeos e ir con el flow. No pensar en las consecuencias. Vivir al límite. Me da nostalgia aquellos tiempos donde intentaba ser mi yo ideal y disfrutaba de andar embarrándola. Siendo ahora todo muy estable y feliz en mi vida, envidio mi yo sin preocupación y sin miedo. Porque ahora soy feliz, y estoy más enamorado que esa vez, pero como ya tengo la cabeza rayada, entonces siempre hay un miedo a perder, a volver a caer, padecer hasta la médula que me pase lo mismo.

Porque uno sólo se enamora así cuando el mundo entero le vale un pito y a uno sólo le duele un amor así cuando le vale puto que pueda doler, a mí ya nada me vale un pito y extraño, extraño mucho, mucho, demasiado vivir sin que me importe el famoso pito, lo que yo mismo pienso de mí.

¡¡Mí mismo, relájate!!

lunes, 10 de febrero de 2014

La tercera es la vencida

La tercera es la vencida


Antes de ser el soltero que disfrutaba estar sin nadie fui noviero. Bastante. No había salido de una tusa cuando ya me estaba buscando a alguien que me la aliviara. Y me la aliviaban, efectivamente. Para luego volver a entusarme, pero me aliviaba, que era el propósito. Fui noviero. Quién lo pensaría. Tuve mis buenas relaciones formales. Entre tres, tres y medio y cuatro, algo así, que hasta los 23 años es bastante.

Fue chévere porque con todos descubrí un yo diferente. Un bonito novio en diferentes versiones o un yo no tan bonita pareja en otras ocasiones. El yo niño e inexperto. El yo vivo y audaz. El yo dulce hasta el empalague. El yo divertido. El yo sumiso y aburrido. El yo celoso y posesivo. El yo relajado y libre. Y todos, toditos, me sirvieron mucho, entre esas cosas para darme cuenta que todos los amores sacan cosas diferentes de uno. O por lo menos de mí.

La cosa es que fui noviero y en todos estos casos me tocaron buenos hombres. Muy buenos. Y tanto que hoy me quejo de ellos. Aunque siempre lo he reconocido, a mí me han tocado manes que me quisieron mucho. Unos más que otros, pero en general, mucho, mucho, muchísimo.

Y fue divertido también porque descubrí que el amor se presenta en diferentes formas. Uno por ejemplo se enamoró profundamente de mi incapacidad de querer. Otro de su afán de que yo me enamorara aun si sabía que yo lo iba a querer, pero nunca me iba a enamorar. Otro se encaprichó con mi ternura. Hubo algún loco, que se enloqueció con mi locura y fuimos dos locos, pero no precisamente geniales. Otro que estuvo y vive seducido por mi pasión. Y no faltó el que se enamoró de la versión de mí que él construyó a su gusto y a su acomodo.

Y yo los quise. A todos los quise. A mi manera, pero los quise. Por todos lloré y pataleé. Con la mayoría pensé que eran los grandes amores de mi vida y mi mundo se iba a acabar cuando se largaron -todos se han largado-. A casi todos hice reír y llorar y bueno, también de casi todos tengo un buen recuerdo, casi, ojo, casi.

La cosa es que ahora miro para atrás y creo que solamente me enamorado realmente, profundamente, -y ya mirando con tanta distancia-, sensatamente, dos veces y media. Y con todos juré que eran los hombres de mi vida. Y que nunca habría cosa igual. Pero la verdad es que sólo me he enamorado dos veces y media y una de esas veces mi amor fue dirigido a un tipo que nunca fue mi novio. Muy poquitas veces para tantos amores. ¿No?

Pues sí. Muy poquitos. Porque en este listado de amores formales no estoy contando aquellos con los que estuve algún sin tiempo sin elevar a la categoría de novios. Y esos son algunos cuanticos. Lo que sí es cierto es que aprendí a que cada amor se quiere de una forma diferente y como yo soy querendón los quiero, pero no con todo mi corazón.

Tuve al que quise porque era el hombre ideal, pero no el perfecto para mí. Al que le entregué mi tiempo porque me quería con su alma, enterita. Al que nos entendíamos perfecto en la cama. Al que quise sólo por ser mi primer amor en serio. O como el que tuve por demostrarme a mí mismo que podía ser buen novio. O al que le entregué el alma por su indiferencia y como reto propio me puse el de ganarme la suya. Hay distintos amores. Egos. Caprichos. Pero amor de amores así de amor...

Pocos, pocos, pocos.

Pero de algo tenían que servir tantos amores que tanto amor me dieron. Como para que yo entendiera que puedo querer, y puedo ser lindo, y puedo ser consentido, y puedo ser lo que quiera, y que me pueden querer, con todo lo que se puede querer a alguien, pero este corazón, este corazón la tercera vez que se enamore, será en serio, de purita verdad y eso, eso es tan complicado que si llega a pasar, será para siempre. ¿Okey? (Perdón, creo que ya me pasó, pero después les cuento, déjenme vivirlo).

Hagamos recuento: entre tres, tres y medio y cuatro novios formales, algunos novios y demás, dos y media veces enamorado y como dicen por ahí, la tercera es la vencida, así que recen para que así sea y me dure para siempre.

Mr Christobal

martes, 28 de enero de 2014

La era facebookera se llevó la magia

La era facebookera se llevó la magia


Hace muchos años, recuerdo la época del ICQ. Esa extrovertida florecita con un sonido peculiar que dio inicio a las comunicaciones por medio de los computadores. En mi familia mi hermano mayor fue el que lo introdujo, y a mí me parecía divertidísimo meterme y hablar con sus amigos, sólo para distraerme, o más bien, para 'coquetear'. Su rabia era tal, que terminábamos en los puños. Hasta que por fin, me abrió el mío. Ya no era tan chévere, sin embargo, me tocaba disfrutarlo. Hasta que apareció el MSN. La versión más rápida, moderna y concurrida del ICQ. Adiós a la florecita que a veces con nostalgia aun extraño y con una calurosa bienvenida se daba paso a un hombrecito verde en el que uno podía poner una foto y tenía muchos más iconos gestuales. Pero luego con el surgimiento del Facebook, se abrió paso a la nueva era y todo cambió.

Uno tiene al amigo, al conocido y hasta al conocido del conocido, la mamá y sus amigas, de hecho, hasta la abuela. Por lo tanto, uno no puede ya, emborracharse tranquilamente porque luego de la foto toca decir "no la subas".

La era del Facebook ha convertido la vida privada de todos nosotros los terráqueos, en vida pública. Las fotos nos notifican visualmente cada movimiento, el relationship status nos tiene al tanto de quién comienza y de quién termina. los walls cuentas historias y los insaciables status muestran, minuto a minuto, el estado de ánimo de cada quien.

Pero la verdadera revolución de esta interminable red de amigos radica en las relaciones de pareja. Aterrado y analizándolo bien un poco defraudado me quedo con la nueva forma de proceder:

Primero, lo conocemos, se pasa un buen rato, hay mucho o poco coqueteo, pero bueno, lo conocemos. Al día siguiente, o dos días después nos aparece la solicitud de un nuevo amigo. Es él. Así que emocionados, no sé por qué, llamamos o bien, le escribimos un INBOX a la amiga diciéndole "me agregó!". No han pasado ni cinco minutos cuando lo primero que vemos es si está o no en una relación, vemos todas las fotos, los walls y en general lo que se cruce en el perfil. Seguidamente (contando con suerte porque muchas, muchísimas veces todo queda ahí, en la triste y simplona agregada a Facebook). Puede que el susodicho se anime y escriba un inbox, o en su defecto le hable a uno por el 'Facebook chat'. Nada menos romántico.

No entiendo cuando empezó a perderse toda la magia. Lo que si entiendo es que el facilitador, ya cayendo en el facilista Facebook, es el gran propiciador o alcahueta de esto. Ya son pocos los que piden el celular y menor aun, la cantidad que llaman. Las primeras citas se dan por inbox o por el que para mí es más ofensivo, facebook chat. ¡Terrible! ¿Dónde quedó el romanticismo? Olvidémonos de las rosas reales ahora, se usan las virtuales, como ocurre también con los chocolates, corazones y anillos y tristemente algunos y algunas quedan igual de felices con el rito enamorador del nuevo siglo.

¿Dónde quedó el intercambio directo de palabras para analizar la rapidez mental, la verdadera química, la cortesía, los modales, la caballerosidad, el humor? En fin, tantas cosas quedaron atrás con el MSN y el ICQ y la llamada. 

Realmente soy de los 20 millones de colombianos usuarios de Facebbok (por si no lo sabía, ha sido tanta la acogida de esta herramienta virtual, que nuestro país se ha convertido en el número uno, de habla hispana, en usarlo) y también he tenido mis Facebook flirteos, obviamente. de hecho en algún momento ansié tanto ver en mi perfil: "INBOX (1)" que me sentía enloquecer si no lo encontraba. Entre un audaz intercambio de letras, empecé, sin darme cuenta, a intercambiar sentimientos. Desde palabras tiernas, hasta las más pícaras alcancé a escribir y a leer. Tengo que confesar que el misterio, la impotencia, la espera, la locura y las ansias me sedujeron.

Pero bueno, resignado hay que aceptar que un cibercoqueteo en esta nueva Era del Facebook, es algo que todos debemos o en algún momento a todos nos toca vivir. Sin embargo, no podemos dejar que la magia se pierda, que el romanticismo quede ileso, que la coquetería pierda su carácter picaresco, que la sensualidad se la lleven en exclusiva las letras de los chats. Pero sobre todo, lo que no se debe perder, es la magia de las mariposas en el estómago, cuando aparece una nueva ilusión.

Pd: Y ahora con el Blackberry y el iPhone, unámonos y lloremos.

Mr Christobal

lunes, 20 de enero de 2014

Querido amor

Querido amor...

Querido amor:

Hace mucho tiempo tenía ganas de escribirte, pero escribirte debe ser como escribirle a Papá Noel, sólo que a diferencia del gordito, lo más posible es que tú estés ocupado todo el año. Igual, aquí estoy, escribiéndote, quién quita que mis líneas te lleguen, te seduzcan y te convenzan.

Lo que pasa es que cuando te conocí estaba demasiado joven. Entre inocencia y ganas de descubrir eso tan importante en la vida de todos, pues me lancé. Y es que soy de esa clase de persona que se lanza de cabeza sin visualizar antes los fondos, los pros, los contras, y pues claro, aquella vez, como era la primera, menos. Me tiré de cabeza en un viaje largo, larguísimo y lo que me recibió fue, digamos que una piedra, enorme, que me escalabró. Pero me escalabró al punto que dejó daños en mi cabeza, mentales supongo. Todavía me la tropiezo y la pateo y sigue doliendo.

Y entonces pienso que desde entonces todo ha estado mal. Fue desde esa primera caída que todo se jodió. Mi relación contigo nació muerta. Y es que al parecer todo lo entendí mal. Entendí que el amor era imposible. Que venía en pequeñas dosis. Que pocos eran los privilegiados que lo saboreaban. Que si soy lindo, son rudos y si soy rudo, sin lindos. Que se caza en discotecas. Que era normal ser infiel. Que los besos había que regalarlos porque no eran manifestaciones de amor sino de quién sabe qué. Y que el amor no se sentía sino que se hacía, pero que al hacerlo no se hacía con el corazón, sino con el resto del cuerpo. Pero eso sí, había que hacerlo y ser bueno, muy bueno.

En fin, ese primer amor me jodió. Luego, llegó otro y como yo había entendido todo al revés, lo jodí yo. Y ahí se terminó de joder todo. En adelante todo ha estado jodido. No creo cuando en serio me quieren regalar esas cosas lindas que regalan los enamorados; que estrellas, que luna, que el corazón. Y en cambio sí creo cuando no me las quieren regalar en serio. Soy el que no soy con los que más quiero y por eso no me quieren y soy el que soy con los que menos quiero y por eso me quieren. Beso rápido justo al que se supone que me debo demorar y beso después de mucho al que debo besar en seguida.

Es un caos. Todo al revés. me gusta el que está lejos, el que está ocupado, el que no existe o el que no se desvive por mí. ¿De eso se trata? ¿Se trata de encontrarlo, abrazarlo, no querer soltarlo y a la semana aburrida, soltarlo para que no vuelva? ¿Es quererlo porque no lo tengo?

Todo estuvo mal desde el principio, por eso, me pregunto a ver si podrías darme una nueva oportunidad, únicamente, léase bien, únicamente con el fin de rectificar todo, a ver si ahora lo entiendo como es. Es que lo veo de otra forma en mis padres, en mis abuelos, tías, algunos pocos amigos, pero existe de la forma contraria a la que yo aprendí. Así que qué dices, ¿me das otra oportunidad?, prometo aprender rápido, es más, hagamos un negocio: tú me das una nueva oportunidad para entenderte tal y como eres y yo hago una entrada en mi blog para que todos mis seguidores, todos, sepan que existes y no eres como el regordete de Papá Noel y pues gracias a mí y mi experiencia tendrías la credibilidad que perdiste en aquel verano.

Mr Christobal.