Hipotecar el futuro
Soy de los que cuenta los días y los sueños. De los que cada año tiene una lista de metas por alcanzar y cuando se me están pasando los días, me afano. De hecho, vivo afanado. Camino como si fuera tarde y realmente siempre voy temprano. Debe ser una lucha yo con yo contra el tiempo que me gana la batalla.
Cada vez que me levanto y vuelvo a la realidad y mencionan algún otro país lejano, o cercano, interesante por conocer, se me acelera el pulso y se me corta la respiración. No tiendo cómo sigo en el mismo lugar, en las mismas ocho cuadras, los tres imperdonables edificios feos y las mismas costumbres rutinarias de siempre: el trancón, el robo del celular al del lado, quejas, peleas e injusticias en el trabajo. Claro que también está la parte buena: las reuniones con los míos, el amor en cada respiro, la familia y mis entrañables amigos, pero me afano...
Y me impaciento. Con frecuencia me pasa que me miro y me digo, "¿Qué haces aquí?" o "¿A dónde vas?" y ahí me quedo, un poco blanco sin saber nada pero queriéndolo conocer todo. Particularmente el "¿Qué hago aquí?" lo espero con ansiedad pero me toma siempre por sorpresa como una patada en mis altas emociones y me devuelve, me devuelve a la normalización de la realidad, esa realidad que es más bien cotidiana, tratando de ser esa costumbre plana y cómoda que me lleva a vivir como por inercia. ¡Qué diablos hago aquí!
Sólo sé que hay todo un mundo esperando ahí, por ser recorrido. Hay gente que se pasea de aquí para allá con lo mínimo, económicamente hablando. Hay otra que trabaja por mucho tiempo y luego se libera. Hay otras, que ni les interesa salir y conocer lo que hay alrededor. Pero yo, yo sí que soy curioso. Y la curiosidad me agobia. Quisiera salir y conocer y vivir una vida un poco bohemia, bueno, no tan bohemia, pero sí más desprendida y viajar y conocer y no preocuparme, pero la verdad sea dicha: me preocupa no preocuparme por querer más porque me afano.
Tanta vida que hay aquí y allá, del otro lado y de este lado. Blancos, amarillos y algunos muchos guapos, porque existen, así no los veamos tanto. Y yo en mis ocho cuadras... me afano y me canso de las mismas ocho cuadras y me pregunto cómo salir corriendo sin huir. Cómo huir sin parecer que me fui caprichosamente. Cómo irme caprichosamente sin parecer que no aporto a la sociedad. Cómo irme sin importar que no aporto a la sociedad mientras le aporto. La otra historia de mi vida.
Me levanto, cuento los días y cuento mis sueños o planes y pasan los días y los seños siguen intactos. Es como si no trascendieran de sueños a realidad. Y me afano... no quiero que estas cosas que quiero se vuelvan una especia de depósito de cosas extraviadas. Por el contrario, quiero que cada una de estas cosas que quiero haga parte de las cosas que encontré y viví. ¿Pero cómo? Por eso la lista. Mientras la lista se hace larga, los días se hacen cortos y parece que fuera a envejecer. Ya no tengo más veinte. Y me afano...
Me afano porque hay mucho mundo, mucha gente, muchas diferencias, muchas culturas y quisiera darme una vuelta por todo eso. Me afano porque la gente me da vida, los lugares me dan energía y saciar mis curiosidades me da tranquilidad. Tan sólo me afano, me afano porque siento que es mi edad, la edad perfecta para huir si me da la gana, correr si me da felicidad, encapricharme si es lo que quiero porque es mi edad para hipotecar mi futuro...
Mr Christobal
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