sábado, 24 de mayo de 2014

Me quiero casar

Me quiero casar


Hace poquito me di cuenta que realmente me quiero casar. O sea, siempre lo supe en el fondo de mi loco corazón, pero de pronto lo veía lejano y aburrido y no era una certeza que tenía. Creo que en algún momento lo di como uno de esos puntos que uno puede llegar a negociar con la pareja y llegué a pensar que sólo era un papeleo lleno de formalidades.

Y realmente no era el único bicho raro pensando así. Mi amor de cuando tenía 18 años no le interesaba tampoco. Y entre más ando y ando, más me voy cruzando con gente que realmente no le llama la atención tener un compromiso de ese tamaño. Hombres sobre todo. Nunca. Hijos ni de chiste. ¿Qué les pasa? ¿Qué les hicieron? ¿Así de trágico fue todo? ¿Qué pasó con sus papás? ¿Qué pasó con sus amores?

En otra época los entendía. ¿Para qué? ¿Por qué quedarme con una persona si me puedo quedar con una diferente cada vez que quiera? ¿Por qué si la gente se separa? ¿Para qué si viven peleando? ¿A cuenta de qué si la gente en pareja se engorda y se descuidan? ¿Cómo así si los casados son muy pero muy aburridos? Pero si casarse implica dejar de coquetear a diestra y siniestra, ¿para qué? Pero los que se casan dejan de hacer lo que quieren para hacer lo que los dos quieren. Y así, infinito. Estaba llenito de razones para acordar con los del NO al matrimonio.

Pero como en juego largo hay revancha, aquí estoy con mi cambio de percepción. Supongo que hace parte de la naturaleza, la evolución del ser humano o de la madurez o de los caprichos que le inculcaron a uno desde chiquito. Pero sea lo que sea, ajá, yo ahora sí me quiero casar, ¿ok?

Es que entre más veo matrimonios, más quiero el mío. Y me descubro con el ojo aguao viendo vídeos de bodas de gente que ni conozco. Sí, parezco una vieja, pero demalas. Tengo mi carrete de fotos lleno de momentos épicos de bodas que sueño para mí. Me la paso llenándome el corazón de propuestas increíbles y me digo a mí mismo, pues obvio, yo tengo el derecho y el deber de tener una así de bonita. Y la espero. Y la quiero.

Y ya más o menos sé cómo quiero el traje y la decoración que quiero tener y el lugar, y hasta la sonrisa de ese día. Y pienso en la cara de felicidad y orgullo, seguramente con los ojos llorosos, de mi hermano abrazándome y advirtiéndome de mi ya casito matrimonio. Mi mamá arreglándome el traje hasta las 8 a.m. cuando ni a mí ni a nadie le importa. Bailar el vals o cualquier cosa y ver a todos a las 9 a.m. jinchos llorando diciéndole a mi pareja que me cuide porque sino lo joden.

Muero porque los de siempre, estén para abrazarme y decirme que por fin, y que me hagan ronda y que me bailen y ríamos con el ojo aguado. Que nos tomemos 300 mil fotos. Y obviamente me quiero gozar las 55 despedidas de soltero que espero tener y los 34 showers y el stress que todo salga perfecto.

Y claro que quiero que todo el mundo baile hasta el amanecer celebrando mi amor. Que me abracen borrachos los amigos y me den quién sabe qué consejos. Que mis primos sean felices, mis amigos hagan chistes de "increíble" "qué valiente ese man", las redes sociales colapsen y todos los invitados tomen caldo al amanecer.

Bueno, al parecer yo más que casarme quiero mi fiesta de matrimonio. Y sí. Pero tengo claro que quiero aun más todo lo que viene después, vivir, reír, compartir, soñar, crecer, vivir más, sonreír más, ser más feliz.

Mr Christobal.

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