Yo también tuve 20
Hace unos días estaba en una rumba y tres niños se me acercaron a preguntarme que si yo era Mr Christobal. Uno de ellos me dijo que era su cumpleaños y que por eso tenía el derecho a tomarse una foto conmigo. Que cumplía 20 y que por qué no escribía de cuando yo tenía esa edad.
Fue demasiado tierno. Ellos queriéndose tomar una foto conmigo y yo pensando en aquellos años. Sonreí y el corazón se me llenó de melancolía. Y es que yo también tuve 20. Y se me había olvidado lo exquisito que fui en aquel entonces.
Mis bellos y locos 20. Para esa época mi mayor preocupación era pasar los parciales. Y tanto me intranquilizaba el asunto que nunca los pasaba y todos los semestre necesitaba como 4.5 para los finales.
Comía lo que se me daba la gana y literalmente me valía huevo los kilos que tenía de más. No hacía ejercicio, no tenía un solo zapato elegante, desde la distancia mi mamá luchaba conmigo para que me viera bonito y me importaba un pito los cuidados en general. Era maravilloso.
Me emborrachaba y me amacizaba con el que se atravesara. Al día siguiente me podía volver a emborrachar y hasta lo hacía con estilo. Y el siguiente. Y amanecía. Y no me importaba lo que hacía ni mucho menos lo que pensaran. Pff!
Al pasar la noche me senté al lado de uno de mis nuevos amiguitos y le pregunté que por qué estaba sobrio. El muy divino me dijo que de todos siempre debía haber alguno sobrio para estar pendiente. Y me conmovió otra vez el corazón. ¡Qué belleza! ¡Qué responsabilidad! Debe ser ley que uno cuide de los otros porque sino pasa lo que pasa ¿o no?
Deber ser como el conductor elegido, el amigo elegido y así nos ahorramos showcitos y dramas innecesarios. ¡Piénsenlo!
Pero bueno, no nos desviemos, la cosa es que veía a los que no les tocó el día de sobriedad felices. Desinhibidos, coquetones con un galán seguramente pasajero, baile que baile, sin preocupaciones, muy con 20 años. Y yo sentí tranquilidad.
Mi corazón encontró serenidad y los miraba viéndome unos años atrás. Sentí que eso ya lo había vivido. Y bien vivido. Que hice todo lo que tenía que hacer. Y que menos mal. Que afortunadamente fui irresponsable, desmedido y son cohibiciones. Que qué alegría que no tenía apengos culos ni responsabilidades serias. Me aplaudí la libertad exagerada que me permitía y el desprendimiento en el que vivía. Pa' eso es esa edad, pensé, para no coger nada en serio.
Me dio emoción ver la espontaneidad de los tres loquitos. Y me hicieron caer en la cuenta que aquellos años fueron muy felices y valiosos. Que sí, que he madurado y tanto mis prioridades como libertades han cambiado, pero precisamente por eso. Porque si no hubiera pasado por ahí no aceptaría esta evolución con tanta satisfacción y tranquilidad.
Lo que sí es verdad y lo que me hicieron ver los carajitos bonitos estos, es que al día de hoy he hecho lo que me ha dado la gana y he vivido cada etapa en su momento y esa, esa es la verdadera alegría de vivir.
Mr Christobal.
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