domingo, 30 de diciembre de 2012

¿Y por qué fue que se acabó el 2012?


¿Y por qué fue que se acabó el 2012?



Se acabó el año y ni me di cuenta. A pesar que cuando el 2012 empezó no era de mis amores, la cosa se compuso. Y se puso tan bueno que al evaluarlo, sonrío con cierto aire de satisfacción. Todo lo que pedí se cumplió y podría hacer una lista igual para este año solicitando a algún ser divino, a unas energías intangibles o a mis amigos, y mis amigas o las diosas poderosas, lo que quiero. Lo que sueño para el 2013. Lo que espero de la vida para este año que entra que claramente no se va a acabar porque me falta mucho por bailar. Mucho por besar. Mucho por aprender y claramente, mucho por amar.
Pero ah-ah. estoy demasiado agradecido con el año que pasó porque supo enamorarme, seducirme, abrazarme y sonreírme. Suspiro pensando que, ¡Qué año tan sabrosón! y por eso sólo tengo cosas chéveres por las que darle las gracias. Gratitud feliz y sincera desde el corazón.
Porque resulta que estoy agradecido por los días en los que mi futuro se veía negro, tan negro como el terror que me daba enfrentarlo. Agradezco esos días que no se compadecieron de mí y le sembraban miedo a mis esperanzas que salieron corriendo. Mientras yo, entre perdido y desubicado buscaba pistas ansioso y no las encontraba.
Pero también hubo días de alarmante tranquilidad. Y me siento agradecido por los días en que la lluvia empapó los ánimos y hasta me los resfrió. Por los días de lágrimas de rabia impotente. Lágrimas de inexplicable frustración. Lágrimas de sensibilidad y lágrimas acumuladas. Por los días azules y por los grises. Los días de fiesta desenfrenada y por los de encierro desconsiderado. Los días en donde me sorprendió la esperanza y me llevó por delante. Y hombre, como no, agradezco también los días de desesperanza, desesperanza ingrata. Los días de subida y los de bajada, sin freno.
Estoy agradecido por las desilusiones que me rompieron la esperanza del amor. Por los besos que besé y los que me dolieron no besar. Por los ojos que me atravesaron el alma. por las sonrisas que dejé en algún alma. Y los abrazos que extrañé. Por el pedazo de corazón que perdí en un día o cuando en una semana sin darme cuenta lo quise entregar todo. Por los pedazos de corazón que recogí y por el que nunca me dejé perder.
Agradezco, aun si me duelen, los kilitos que gané, los que perdí y los que volví a ganar. Por los miedos tan inmensos que me tumbaron y ellos mismos me levantaron. Por los sueños que con esmero alcancé y hoy toco con cuidadito y vivo. Por la paciencia ganada y el desespero a flor de piel. Por las letras que escribí. Por las respuestas que recibí, de las letras que escribí. Por los amigos y las amigas que se quedaron para seguir caminando conmigo y aliviarme la vida. Por los que llegaron a darme empujoncitos de esperanza. Y feliz por los que se largaron porque le sobraban a mis andares.
No quiero pedir nada. Es que me siento en deuda. Así que por eso me limito a agradecer y que el próximo año me sorprenda. Es que estoy agradecido por el viaje personal que me hiciste atravesar. Por los chocolates que me calmaron mis ansias. Por los miedos que se convirtieron en esperanzas. Por las lágrimas que llegaron a traer sonrisas. Por todos los desamores que se convirtieron en fuerza, o debilidad para mi corazón.
Estoy agradecido por haber logrado estar agradecido siempre. Por mi alegría y mis tristezas. Por haberme hecho sensible. Por las películas de amor y por mis series que se convierten en la fe que no le tengo miedo al amor. Porque aunque no hubo un "él", estoy agradecido por él, él y también él. Por las huellas que dejé. Agradecido por haberme enredado y haber aprendido a desenredarme con cierta sencillez. Agradecido porque sí y porque también. Por extrañar. Por querer. Por no amar. por aceptar mis miedos. Mis derrotas. mis ganas. Y por tener definidos mis sueños.
Estoy agradecido también por las sorpresas de la vida. Los amaneceres victoriosos. Por los atardeceres rosados. Por las ilusiones empijamadas. Por el azul de mi vida. Por los errores de mierda. Y por los aciertos del alma. Por las miradas de esperanza. Por el corazón enjaulado. Y los sentimientos desaforados. Agradecido por el dolor de la impotencia. Por los abrazos estremecedores y las indiferencia dolorosa. Porque aprendí. Aprendí sin medida. A las buenas y a las malas, pero aprendí.
El 2012 se portó demasiado bien conmigo. Fue un bonito año, me lo dio todo. Y no quiero pedir, sí, sí, ya lo dije. Sin embargo se le olvidó un detallito de la lista: el amor.
Está pendiente ¿no 2013?
Christ.

El 2012 no pasó en vano


El 2012 no pasó en vano


Querido 2012 te fuiste y me quedo agradecido porque me dejaste increíbles cosas:
Un Blog que me dio constancia y realidad así como amor y corazones, compromiso y sueños.
Un ángel que trajo Paz, sinceridad y fraternidad a todos mis días.
La certeza, desconocida en mí, que existen chicos que matarían porque me dejara amar y los amara.
La rectificación viva y vivida a mí mismo que puedo ser tierno y puedo estar listo ya para querer.
La satisfacción de haber logrado lo que me propuse y la responsabilidad de proponerme más y seguir mejorando.
La noble labor de haber hecho que algunos corazones se dejaran acariciar por mí y haber encontrado otros que creyeron en mi sonrisa para ser sanados.
Haber sentido lo entrañable que es mi familia. Lo amiga que es mi mamá que me empuja cuando tambaleo y lo logro todo por ella, lo irreal que es mi hermano que sigue siendo mi SuperMan y lo dulce de mi hermana que es y será mi Princess.
Haber viajado para darme cuenta que tengo que viajar.
El mejor cumpleaños de mi vida, lleno de sorpresas mágicas y gente importante para mí.
Y aprendí a decir que No, me liberé de lo que no servía en mi vida y solté lo inconveniente.
Y aprendí que hay amores que no se olvidan, así como hay otros amores que es mejor soltar para poder seguir.
Y aprendí a ser selectivo. Con mis comidas, mis salidas, con mis amistades y con mis amores. Con mis buenos momentos y hasta con los malos. Aprendí a escoger y a pensar en mí. Entendí, finalmente que hay cosas que no se negocian.
Aprendí y enseñé a ser príncipe. Lo disfruté, lo divulgué y sigue funcionando.
Aprendí que es uno quien le pone magia a la vida, a los momentos y a los corazones.
Aprendí que no se trata de lo que veo, sino de lo que no veo.
Aprendí que mis sueños son míos, de mi propiedad y nadie me los arrebata.
Aprendí que la libertad está en mi mente. Y ser libre implica confianza, desapego, sonrisas y buen sexo.
Que mis ojos son algo que van más allá de la belleza. Es mi rectificación diaria que soy diferente, y me gusta y lo vivo y me seduce, y seduce.
Que mis cicatrices ya no duelen, pero ahí están.
Miré mis defectos, los toqué y cada día traté de corregirlos. Pero también aprendí a reconocer mis virtudes para poder compartirlas y sacar sonrisas.
Entendí que no porque me levante más rápido llegaré más lejos. Sino a levantarme como se debe, bien levantado, hará más difícil mi próxima caída.
Aprendí qué es lo que quiero y definitivamente qué es lo que no quiero en mi próximo amor.
Me di cuenta que estoy joven y es mi edad para vivir y hacer lo que me hace feliz. Y eso hago.
Aprendí que hay gente que puede que no se demore pero puede cambiarme la vida.
Entendí cuáles de mis amigos están así no estén. Y estarán, estando.
Entendí, aprendí, cambié, crecí, viví, existí, quise, mucho. Perdí, mucho. También mejoré. Caí. Me elevé. Me estrellé. Me liberé. Me protegí. Demasiado. Poco. Volé. Caminé. Me encerré. ¿Me enamoré? No. En el 2013, seguro sí.
Christ.


lunes, 22 de octubre de 2012

Medio solos

Medio Solos


Los seres humanos somos inconformes por naturaleza. Nunca estamos satisfechos con lo que tenemos y siempre pensamos que los demás están mejor que nosotros. Y este inevitable malestar es más marcado entre quienes están solos y los que no.

Los que están solos se sienten miserables porque cuando llegan a la casa no tienen a alguien con quién conversar o que les haga cariñitos, que de vez en cuando los sorprenda con el desayuno, que ocupe el otro lado de la cama, que los conozca mejor que ellos mismos o que comparta sus alegrías y frustraciones. Una miseria que llega a niveles inhumanos en las reuniones familiares donde generalmente quienes no tienen pareja dan más lástima que un eliminado de American Idol.

Por otro lado, los acompañados ven con demoledora envidia a quienes están solos porque son dueños de su tiempo, no tienen que rendirle cuentas a nadie, pueden andar como Dios los trajo al mundo por la casa, no tienen que compartir el control remoto, puede voltear a ver a quién les dé la gana y el baño es para ellos solos y nadie más.

Y el punto medio no pareciera solucionar nada. Sólo piensen en cómo explicarle a alguien que uno lo que quiere es estar medio solo o en su defecto, medio acompañado. Y si lo entendieran, imaginen llegar a un restaurante y que en la entrada le pregunten: "¿Y viene acompañado?" y usted responda: "Bueno, medio acompañado". Las consecuencias serían catastróficas.

Entonces ¿cuál es la solución? Por lo visto la respuesta es estar con la persona correcta: la que te quiere como eres, que te escucha sin juzgar, que soporta tus malos humores, que te hace la comida que quieres, que te permite voltear a ver a quien llame tu atenci+on y que además no te cobre por nada de esto. Dije que había una solución. Nunca dije que sería fácil.

Christ Grajales.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Mierda, otra vez Amor y Amistad

Mierda, otra vez Amor y Amistad



Ya la otra semana es Amor y Amistad. ¿Otra vez? No puede ser cierto. ¿Cuántos Amor y Amistad tiene el año? ¿cien? Qué jodido el tiempo que se empeña en recordar con un poco de inclemencia que uno está solo. Solterito y a la orden. Recibiendo invitaciones aquí y allá. Conociendo a uno y a otro. Saliendo a cenar con este o aquel. Intercambiando preguntas cual entrevista de trabajo para ver si son viables para quedarse en nuestras vidas. Padeciendo el stress de si llamará o no al día siguiente. Estrenando mariposas cada tanto. Gozando de nuestro propio tiempo como se nos dé la gana. Tomando nuestras propias decisiones sin consultárselas a absolutamente nadie.

Uno solo sin alguien con quien celebrar esta fecha sin gracia y feliz. Quejándonos de los miles de intentos fallidos. Ilusionándonos con cada nuevo intento. Besando a quien queramos sin tener que rendirle cuentas a nadie. No tener una sola pareja para entendernos como uno solo a la hora de jugar los juegos de la pasión propios de las sábanas. Coqueteando sin prejuicios. No tener con quien compartir el bendito domingo. Ver todas las series y películas rosas que queramos, los domingos o el día que sea, porque no hay con quién negociar que sean de acción o terror.

Comiendo lo que haya en casa porque no hay con quién pecar por la pizza. Saliendo de fiesta desde el  jueves. En fin, uno solo sin quien lo pechiche y le mande regalos en ese día tan tonto y especial. Uno solo y feliz disfrutando de la soltería y hasta alardeando de ella. Y todo parece perfecto hasta que aparecen fechas como éstas en las que se supone que alguien en el planeta lo quiere a uno. Es más, alguien en el planeta se MUERE por uno. Que para alguien en el Universo uno es el número uno y por eso se dan regalos y sorpresas, como una maldita materialización del amor. Y por eso uno se esmera en dar un detalle con la intención que se inmortalice en el tiempo y sea el mejor detalle por los siglos de los siglos por encima de los anteriores y lejos de los que están por llegar. Porque uno quiere ser lindo y tierno con ese alguien que es el favorito de uno en la vida.

Pero ¿y si no hay ese alguien? O sea. Ya sé que es una fecha comercial y todo ese discurso de los corazones tristes. Pero a mí me encanta. Me hace ilusión. Me gusta que el Universo encuentre excusas para que la gente se quiera. Y en Amor y Amistad todos se quieren. Todos manifiestan su amor. Todos se dan permiso de ser románticos. Todos quieren ser románticos. Hay regalos. Cenas con flores, velitas y champaña. Hay corazones por todas partes. Y amo los corazones. Hay chocolates hasta en la sopa y bueno, sobra decir lo que siento por el chocolate. Y hay ganas de hacer el amor. Y hay promesas de amor eterno. Y hay todas esas cosas lindas y cursis de Amor y Amistad.

A mí me gustan esas cursilerías. Pero ¿otra vez Amor y Amistad? ¿Tan rápido? No me jodan. Es que en serio llegó tan rápido que no me preparé, por lo tanto, no me dio tiempo de conseguir alguien con quien compartir este estúpido y delicioso día. Alguien a quien dejar embobado con mi nueva ropa interior. Esa persona que me seduzca con una sorpresa de esas que hacen los enamorados. No alcancé.

Por eso no me gusta. Porque si bien puedo celebrar la amistad -sí, otra vez-, como una bonita excusa para los resignados, este día está hecho es para celebrar el amor. No nos engañemos. Y pues claramente como el tiempo lleva afán, yo este año, tampoco, lo logré. Aysh, qué duro. Aquellas épocas donde lo celebraba. Recibía flores que odio y regalos cursis y tontos pero bellos. Tarjetas inservibles. Chocolates insuficientes y emociones románticas. Qué bonito es el amor y qué triste es Amor y Amistad sin un amor.

La esperanza es que desde ahora tengo un poco más de 365 días para conseguir mi próximo amor, sólo para celebrar el día de los enamorados, no porque quiera dejar esta estupenda y rancia soltería ¿ok?

Christ Grajales.

Futuro ¿Estás ahí?


Futuro ¿Estás ahí?



Los giros raros de la vida siempre terminan siendo chéveres. Al principio lo dejan a uno paralizado, aterrorizado, estupefacto y hasta dolido, pero luego uno va entendiendo. Despacito, pero uno va entendiendo.

Sucede que por más que uno esté convencido de saber qué es lo más favorable para uno mismo, uno no tiene ninguna certeza y uno nunca puede estar del todo convencido de eso. En serio. En cambio la jodida vida sí. Ella siempre sabe qué es lo mejor para uno en el futuro y termina poniéndolo a uno donde realmente debe estar. Ni en más, ni en menos. En donde es y cuando es.

Pero para personas como yo esos chistecitos de la vida no son tan divertidos. Porque la gente como yo tenemos el detestable defecto de saber lo que queremos. Y al tener claro lo que uno quiere, uno va por eso con toda y saca la fuerza y las ganas de las entrañas. Pero no es divertido porque muchas veces la vida en silencio sabe desde antes que uno empiece a alimentar ese capricho y comience a dar la batalla, que ese algo no es lo más conveniente para uno.

¿Pero cómo ese algo o ese alguien no va a ser conveniente si es lo que uno quiere? ¿Por qué la vida no habla y le explica a uno lo que va a pasar después y que por eso no nos conviene el famosos deseo?

Y eso es lo que a mí me mata. Yo siempre quiero cosas. Y cada vez esas cosas son más específicas. Trabajos puntuales. Ciudades puntuales. Una forma de vida puntual. Un hombre que no conozco pero casi que lo conozco por saber puntualmente cómo lo quiero. Un teléfono móvil puntual y hasta no me cocino y gasto mi plata en un almuerzo aburrido y caro todos los días porque puntualmente sé que no quiero cocinar.

Pero la vida se me burla en la cara, me hace mofas y hace lo que le da la gana con mis puntualidades. Y a mí me duele, en serio. Por qué ¿quién mejor que yo para saber qué es lo más conveniente para mí?

Es duro. En cambio para todos esos que se pasan la existencia sin saber lo que quieren y que a donde caigan les parece okey, la vida es más fácil y tranquila. No sufren desilusiones que matan y no sienten el cansancio en el alma luego de luchar por arrebatarle a la vida lo que no les quiere dar. No sacrifican cosas que realmente quieren por otras. No les da miedo no tener lo que quieren. No vuelan y por eso no se pueden caer y pegar duro. No lloran de pánico al sentirse enanos e impotentes contra lo que no pueden controlar. No suben cuestas culebreras, que cuestan lágrimas. *pero tampoco se enteran que allá arriba la vista es mejor*

Pero a mí realmente esos chistecitos de la vida me dan pánico. Sí, otra vez lo repito porque es el único miedo que tengo en mi existencia. Y es que conmigo la chistosita vida ya se ha divertido lo suficiente. Y ha dolido. En el alma. Y aunque hoy entiendo por qué me quitó a ese novio que AFORTUNADAMENTE me quitó. Y a pesar que hoy sé por qué me tocó repetir esa materia en la universidad. Y aun si hoy tengo claro por qué ese jefe me puso patitas en la calle. Y aunque hoy lo entiendo todo y el resultado es estar hoy en la cima de esa cuesta que tanto quise alcanzar y donde la vista es más maravillosa, dolió, dolió con cojones y no quiero que duela más.

Pero la vida sigue. Y por eso tengo miedo. Porque realmente no me puedo quedar en esta cima. Aunque quisiera y aunque tengo la certeza absoluta de que es lo mejor para mí. Supongo que tendré que moverme. Y aquí entran mis miedos.

Vida, no me hagas chistecitos. Suficientes ¿no? Tengo miedo de sus chistes. Que me mande por alguna razón -que seguro será mejor aunque hoy me niego que puede haber algo mejor a este lugar y forma de vida- a donde no quiero estar. Tengo pavor que la vida siga encaprichándose conmigo. No quiero que siga poniéndome obstáculos para demostrarle que es de corazón lo que quiero. No quiero y hago puchero porque tengo miedo de las vueltas que me da la vida.

Y aunque aprendí que la vida toma mejores decisiones para mí que yo mismo, tengo miedo que ignore lo que quiero. Aysh, cómo sería vida para que me calmes. Mándame una señal. Un comentario en el blog, un tweet, HABLA, DÍ ALGO!!!!

Christ Grajales.

sábado, 8 de septiembre de 2012

En esta vida no mando yo

En esta vida no mando yo



Aquí dentro está todo amontonado. Y es confuso y se siente asqueroso. me levanto con ganas de no levantarme. Abro los ojos e inmediatamente los vuelvo a cerrar con la esperanza de que sea el mismo día, ese que acaba de pasar. Vuelve a sonar al antipático despertador y no hay forma de seguir evitando tanta ralidad, así que reviso el chat esperando algo romántico que me regocije el corazón pero nada, lo más romántico que sucede por estos días en mi vida son los pantalones cortos que compré a los mojitos que me tomé hace varios días con Cata mi amiga.

Mientras pienso qué me pongo, mi día empieza a parecerse al anterior y al anterior del anterior. Alzo la mirada como buscando el cielo muy a pesar del techo y me pregunto por el destino. ¿Existe? ¿Qué sorpresa me tiene? ¿O no me tiene nada extraordinarisisisismo guardado? ¿Está escrito algo insólito para mi? ¿Estoy esperando demasiado de mí mismo y no seré más que una historia común y corriente? ¿He visto demasiadas películas y no hay ningún tipo que se enamore locamente de mí y yo de él a primera vista, que sea tierno, divertido, y que tenga una fortuna alucinante que no descubro sino el día que me propone vivir juntos para siempre justo al cumplir tres meses de salir? ¿O será que al amor de mi vida ya lo conocí y es ese que fue y nunca fue?

Las respuestas parecen no existir, sin embargo continúo. Mientras camino a la ducha me gusta intentar mirar al Mundo, de frente y con una mirada desafiante y preguntarle, otra vez, que cuál es su bendito afán. Que si no se cansa de darle vueltas al sol. Que por qué sigue girando tan rápido, que si alguien lo está persiguiendo, que si no ha considerado hacer otra cosa y darme la oportunidad a mí, y a los que lo necesitamos, de pensar sin apuro del tiempo en qué es lo que vamos a emplear el resto de nuestros días. Pero no me oye y mi mirada desafiante no le hace ni cosquillas y él sigue girando. Y yo sigo con mis miedos y mis preguntas sin respuestas.

Y todo se hace más confuso. Se me pasan los días por en frente. Los veo. Me veo. Estoy yo ahí la mayor parte del tiempo feliz descubriendo cosas. Pero también me veo, como ahora, lleno de miedo sin saber qué va a pasar. Es como si estuviera en medio de una calle, llena, llenísima de carros que pitan y pitan y me exigen que me mueva y nada, yo no me quiero mover, no ahora. Y el semáforo está en verde y yo lo miro como si tuviera poderse mentales para que se cambie a rojo, como Matilda. Aparezco aquí y allá, derrotado en unas pero entendiendo que necesitaba perder cosas para estar aquí. Y con aquí quiero decir en este momento de mi vida. Ese que no quiero que se mueva, sino que se quede estático y sabrosón, tal y como es.

Me sacudo y luego rectifico, según mi propia historia que empieza a verse en cámara lenta en mi mente, que para llegar a los lugares más alucinantes no hay atajos. Y aquí donde estoy es alucinante y aunque no es un espacio físico, sino este momento de mi vida, este lugar es alucinante. Y pienso que yo no quiero un atajo. Solo quiero saber cuál es el camino, una pista o algo así. Pero nada. Me acuerdo de cómo ha sido todo y tengo la convicción no convencida de que en algún momento sin saber ni cuándo ni cómo, las cosas siempre toman sentido y las soluciones llegan solas y todo empieza a mejorar. ¿Pero cuándo? ¿Dentro de cuánto? Y me dicen que confíe en algo. En Dios, en Venus, en la Vida, en los astros o las estrellas y yo confío porque por más mal que la he pasado todo resulta mejor y bello y de colores.¿Pero y mis respuestas? ¿Pa’ cuándo? ¿Quién me las da?

No dejo de sentir ansiedad y ganas de saber qué carajos va a pasar. ¿Por qué el mundo no la puede coger suave? ¿Por qué no me deja de presionar? ¿Pa’ dónde carajos voy? ¿Iré solo? ¿Encontraré quién camine a mi lado? ¿Seré olvido? ¿Por qué la vida se encapricha en llevarme a donde le da la gana y no donde yo quiero? ¿Qué más tengo que entender para entender? ¿Por qué siempre dicen ‘es que seguro necesitas aprender’? ¿Aprender qué rayos? ¿Qué más cosas necesito aprender? Los últimos tres años han sido de aprendizaje, duro y parejo, ¿más? ¿cuánto más?

Con pánico, ya caminando a mi día a día miro al cielo y esta vez lo encuentro y la luz del sol me dice que es un nuevo día, una nueva oportunidad para entender lo que ahora no entiendo. De encontrar el camino o respuestas. O no. Y justo antes de empezar mi jornada, como todos los días me digo: ‘Calma Christ, calma. Confía aunque parezca imposible, confía’ y confió, con dudas, pero confío.

Luego sonrío y me digo que sólo el tiempo me dará las respuestas y por eso tengo que ser su amigo. ¡Volvámonos amigos, Tiempo! Y aunque no me resulte del todo divertido tengo que tener claro que la vida siempre tiene la razón y yo no. ¡No seas caprichosa vida y hazme un poquitín de caso, porfi! Y con miedo y sintiéndome débil, empiezo a confiar porque así ahora todo parezca gris porque no sé si va a pasar lo que yo quiero y no lo que la vida quiere que yo quiera, todo, absolutamente todo, al final del camino va a estar mejor de lo que me imagino. Ya verán. O mejor: Ya veré.

Christ Grajales.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Ser soltero y sus niveles de dificultad


  1. Ser soltero y sus niveles de dificultad



    En estos tiempos, he descubierto que para la mayoría de personas ser soltero es casi un delito. He escuchado a mis amigos desesperados por conseguirme pareja o por hacerme cara de lástima cuando nos reencontramos y manifiesto que aun sigo soltero (Créanme, me he vuelto un experto en detectar la cara de lástima: cabeza ligeramente inclinada hacia uno de sus hombros y ojos que dicen "pobre, cómo va a estar soltero tanto tiempo").
    Qué pasaría si cada vez que ocurren esos reencuentros yo fuera quién pregutnara: "Y tú, ¿aun con pareja?, aww, tranquilo, algún día podrás estar soltero y tranquilo, no te preocupes, llegará el momento" (Con su respectiva cara de lástima). Cuántas veces debo repetir que soy soltero por convicción, léase bien, soy soltero, no estoy soltero. Por su atención, gracias. No soy de esos que no creen en el amor, porque sí, sueño con enamorarme y amanecer con alguien y compartir los hielitos de boca a boca y todo eso. Pero por el momento decido ser soltero.
    Es en serio lo que les digo, a las personas pareciese que les indignara el hecho de ver a un soltero tranquilo y estable como yo, lo único que podría faltarles es darme un sentido pésame por la situación que atravieso. Consideran que estar en pareja es el único estado de tranquilidad en qué puede estar el ser humano, pero permítanme dudo un poco al respecto, porque he logrado ver a muchas personas que por no estar solteras se encadenan a un infierno, sea el que sea, únicamente por demostrar que no se van a quedar vistiendo santos (no me refiero sólo a mujeres, porque hay hombres que luchan contra la soltería).
    Algunos de mis amigos han procurado concretar citas a ciegas, y he llegado a la conclusión de que debo recordarme que no hay un fiasco peor que asistir a una de ellas, gracias pero no gracias. No entraré en detalles porque sencillamente no pienso exponer mis patéticas experiencias ni quiero hacer sentir mal a nadie (no sabe uno que este post lo lea uno de esos que tuvo que salir conmigo casi a la fuerza).
    Ahora, hay una frase clave que he tenido que escuchar una y otra vez de parte de mis amados pero odiados amigos. Aquí va, prepárense, porque probablemente les cause el mismo retorcijón que me causa a mí... "Tengo un amigo para presentarte". Já. Vieron que si asusta.
    Pasan mil pensamientos por mi cabeza cada que esto ocurre y siempre busco la manera de escabullir la situación, concluyendo, debo decir de nuevo, gracias pero no gracias. Además, siendo honestos, ¿quién ha dicho que cada amigo que tienen pueden presentárselo al soltero/a tan deportivamente? ¿Quién dice que por el hecho de estar soltero ambos van a ser compatibles?. Volvámonos serios, como si no fuera suficiente cargar con sus caras de lástima, ahora los solteros debemos lidiar con todo aquel que quieran presentarnos.
    Cada que oigo un "tengo un amigo para presentarte", empiezo a ver el mundo en cámara lenta y veo con claridad cómo dos disparos de bazuca tratan de alcanzarme. Intento salvarme, me muevo de un lado para otro, me tiro al piso, corro, siento pánico de la muerte súbita que se me avecina, me frustro y sigo intentando seguir con vida, pero haga lo que haga tratando de escapar, nada será suficiente.  
    Y sí señores y señoritas no solteros que quieren emparejar a los que estamos solteros; que nos quieran presentar al amigo single es un disparo de bazuca. En primera instancia, ¿qué demonios les hace pensar que queremos que nos presenten alguien? y dado el caso que así sea, cuáles son los criterios para pensar que ese tipo sin compromisos, que ya por soltero levanta suspicacias, es para nosotros?
    A ver gente no soltera, yo no quiero que me presenten a nadie. No, no y no. Es que ustedes no entienden, obvio. Ya de por sí, no tiene nada de fácil ser el soltero más estable y reconocido de mi círculo social como para que ustedes me vengan a enganchar a un tipo que no es capaz de conseguir pareja por sus propios medios.
    Y digamos que sí puede pero aunque no parezca, yo también. Y eso no es todo, yo no quiero ir a sentarme con un tipo del cual ya me generaron expectativas inmensas. Según quien sea que me lo va a presentar, es el hombre perfecto. Así que inevitablemente don míster Hombre Perfecto empieza a hacerme ver pajaritos en el aire y corazones en el ambiente y me hace pensar en que si le parecerá chévere que nos casemos en Cartagena -Ojo, sin siquiera conocerlo-.
    Pero luego llego, lo veo y ¿otra derrota? ¿este era el pelmazo que me querían presentar? o en la remota opción de que me guste, típico yo no a él y el canalla no aparece, y aysh, dolor, angustia, en qué fallé, tusa. O al revés y que frustración, qué encarte. Y nada, a pesar que colecciones amores fallidos, todos duelen incluso ese que no llego ni a la agarradita de mano. Porque ¿no era pues el hombre perfecto? yo ya me veía durmiendo todas las noches en ese apartamento tan lindo del que me hablaron.
    No quiero que me presenten a nadie, yo no quiero sentarme a sonreírle y trata de ver por mí mismo todas esas virtudes que ya me vendieron, yo no quiero ese compromiso que genera que a él le hayan dicho que yo era el primo hermano de Superman y a mí que él es algo así como el próximo Steve Jobs. No quiero, entiendan que suficiente tengo con mi soltería que no es nada fácil.
    Es que ser soltero implica muchas cosas, entre esas sentir un vacío abrumador y confuso cuando voy en el metro y veo a un gordito nada agraciado, feliz hablando con su novio guapo. Y me reclamo y pienso ‘okey, yo también tengo algo de sobre peso, pero si él tiene novio, por qué carajos yo no?’ ¿no soy chévere? y la autoestima empieza en declive -otra vez.
    Suficiente tengo con conocer a algún tipo que momentáneamente parece perfecto y entrar en el dramático debate interno de besarlo o no. Besarlo por querer besarlo y porque me da la gana de besarlo y porque me gusta besar. O no besarlo para que vuelva y aparezca y llame y esos juegos culos y todas las estupideces morales en las que nunca he creído.  
    Además de lo del besito, estar soltero implica querer una noche de pasión porque hace mil y una noche no tengo y no poder hacerlo por las mismas razones del beso o por no tener que despertarme en una cama ajena sin saber qué demonios hacer. Por no querer abrir los ojos y mirarlo y decirme "qué hiciste estupidito, si algo querías que surgiera aquí, dalo por perdido" Y por eso, entre vergüenza y rabia y reclamo conmigo mismo querer salir de ahí sin que él se dé cuenta, y no entender cómo funciona ese edificio y ver a todo el vecindario mirando cómo parezco un roedor con los zapatos en la mano, el jean sucio de la noche anterior y el, "sí, amanecí con alguien y tengo vergüenza" en la frente.
    Si no parecen razones suficientes para entender que ya bastante tengo con lidiar con mi valiente soltería, tengo más. Conocer al tipo que genera -por fin- alguna clase de ilusión y queda en llamar y no llama, eso nos duele, lo juro, es más, eso me destruye porque ni dan la oportunidad. O conocerlo y que tenga novio/a -obvio-. O ver al ex novio feliz con novio, porque me jode, sí me jode que esté con el guiso maluco ese, así yo ya no sienta absolutamente nada por él. O ver al ex -este es otro- y saber que no es una buena idea pero la traicionera soledad y la melancolía del pasado empiezan a manipular los sentimientos y llegan los "puede ser porque nos conocemos perfectamente", "hemos madurado" y otras incoherencias completamente absurdas y sin sentido.
    Juntarse con amigos solteros que no creen en el amor y creen y no creen y creen y no ver ninguna luz y verla y no querer que ninguno encuentre un amor para no perderlo pero también querer que encuentren si eso les hace feliz. Y reitero, no es que no crea en el amor o esas cosas, sueño profundamente con que en algún momento llegue el amor de mi vida y yo esté dispuesto a abandonar mi amada soltería por él, compartir mi cama y que me ayude a soportar los lunes que me siguen dando dolor hasta que me enseñe a amarlos como amo los viernes, pero por el momento insisto en ser soltero y lo soy por convicción.
    Ser romántico y tener claro que el romanticismo de mi vida sólo viene de las películas o de las historias de otros. Desilusionarme en las segundas citas porque me parecen sonsos. Saber que cada vez escojo con mayor rigurosidad porque ya he esperado tanto que ahora solo quiero algo que valga la espera. Esperar aunque no quiera esperar, creerme el discurso de que que linda mi risa o que soy diferente al resto, así me parezca patético. Conocer a uno que supera la segunda cita y no querer ir a la cuarta por pánico de que mi independencia y deliciosa soltería llegue a su fin. Suficiente tengo con los millones de “por qué tan guapo y soltero?”.
    Ya tengo bastante con lidiar con todo esto como para que los no solteros vengan a sumarme algo más. ¿Me quieren matar? No sólo estas iniciativas generalmente resulta un fracaso sino que terminan siendo un atentando, contra mi y mi tranquilidad emocional, mis expectativas y en definitiva, mi vida.  No quiero que me presenten a nadie ¿vale?
    N A D I E. Es menos doloroso si de casualidad yo me caigo cuando voy caminando y él aparece de repente y me ayuda a levantar y nos enamoramos. Es más fácil que yo vaya pasando y el detenga su coche y me diga que apenas me vio sintió que era el amor de su vida y que nos casemos y resulta siendo el heredero de no sé qué reino. Para mí es mejor que en un evento social de trabajo él este y me toque ir a hacerle una pregunta por su cargo importante y famoso y delicioso y así lo fleche. Todo eso es más fácil. Lo espontáneo, lo natural, lo parecido a mí, no como esos te voy a presentar a alguien que no son más que una muerte -con bazuca- anunciada.
    Por su atención gracias mis queridos no solteros y cuando les pida que me presenten a alguien, mándenme esta entrada al blog o a la mismisima mierda. Gracias, otra vez.

    Christ Grajales.

Soy millonario, mueran de envidia


No es que sea millonario, pero definitivamente tengo miles de cosas por las que cualquiera pensaría que sí. Y por eso, tengo una vida chévere, bueno, más que chévere. Y aunque suene un poco arrogante, no lo soy, pero en cuanto a lo de la vida chévere digamos sí.

No es que tenga muchas cosas diferentes al resto de vidas, pero lo que me aleja de muchos y me hace sentir como me siento es que yo a la mía le pongo sabor. Lo juro, intento ponerle sabrosura a cualquier cosa que hago. Y ni hablar de la alegría que trato de dejar en cualquier lugar al que llego. Y debo decir que también me esfuerzo por darle esperanza a los que están cerca y por llenar vitalidad a los que quiero.

Y es que tengo muchas cosas. Por ejemplo tengo la idea de que vivo en un sueño y no quiero despertar. Tengo demasiadas risas, al punto que me sobran y me puedo dar el lujo de ponérselas a los malos momentos. Colecciono chistes y se los voy tirando en la cara a los pesares cuando me pasan por el frente.

Y no me aburro porque tengo miles de sueños por alcanzar y siempre estoy buscando la forma de eso, de alcanzarlos. Tengo ilusiones muchas y de todos los tamaños, y aunque hay algunas que se vuelven desilusiones, a esas las quiero igual porque antes tuvieron que haber sido de esas ilusiones ricas.

Tengo un amor canalla que me hizo daño pero que amo porque me hizo ser cabroncito cuando hay que serlo y es ese mismo que por segundos creo que no he olvidado. Tengo, también, al amor que se niega a llegar pero aun así lo tengo porque sigue en mí la convicción -aunque flaquea a veces- de que algún día llegará.

Tengo ganas de ser feliz cada instante, la idea de que antes del deber está el goce. Tengo miedo al futuro, es más, un pánico extraño que me bloquea y me daña algunos días, pero lo valoro porque es un aviso de que algo hay que hacer y bueno, hago algo.

Tengo miles de cosas ¿qué más le puedo pedir a la vida?; una familia amorosa que me apoya en todas mis aventuras, picardía que creo que es sensual, unos kilitos de más y la convicción de que soy el dueño de mis alegrías y que como yo soy el único que me las puedo procurar, me las procuro.

Tengo más de diez amores platónicos que conozco y un corazón querendón que va por ahí enamorándose de buenas a primeras de todos y de nadie porque no vaya a ser que uno de esos sea el amor de mi vida. He conseguido todo lo que he querido y querido con toda mi alma todo lo que he conseguido. Tengo un amor verdadero por el chocolate, la coquetería a flor de piel y un mundo por delante.

Tengo letras, una lengua para besar, mirada morbosa, libertad abrumadora, manos que escriben, un celular divertido que no contesta el llamado del amor, tengo casualidades infinitas; mordisquitos guardados para cuando él aparezca, heridas cicatrizadas que guardo como trofeosm historias hasta para vender, una envidiable mala memoria y suerte de principiante,

En fin, tengo absolutamente todo para ser feliz y tengo que terminar este post aunque podría seguir y seguir hasta el infinito. Pero como no puedo, dejo aquí la certeza de que lo tengo todo, todito, todo, para decir que tengo una vida más que chévere ¿cierto que soy millonario? ¡Já!

Mr. Christobal

lunes, 3 de septiembre de 2012

Tengo una buena noticia


Tengo una buena noticia


Según estudios científicos comprobados propios, manejar como se debe los maricones jueguitos de conquista, tampoco funciona. Todo lo que se supone que uno debe hacer y dejar de hacer, eso que sabemos de memoria y aconsejamos a la perfección, eso que no debimos decir, eso que es tan sencillo recitar y tan difícil aplicar, todo eso: tampoco es la solución.

Siento en el alma ser el portador de tan triste y decepcionante noticia. Espero algún día me perdonen, pero alguien tiene que decirlo.
Por primera vez en la vida hice las cosas bien. O como se supone -según lo que siempre hemos creído-  está bien. No llamé. No escribí si no me escribía. No lo busqué. No fui tierno para que no se espantara y pensara que lo quería amarrar. Tampoco fui demasiado de piedra para que no se enamorara y por eso ya no me gustara. Cuando estaba con él fui “yo mismo” y le oía sus historias y parecí muy interesado y le hice chistes y como por si fuera poco, fui amigable con sus amigos. No le respondía enseguida y a veces hasta ni le respondía, así quisiera. No salí corriendo cada que me buscaba sino que parecía calmado, tranquilo y nada ansioso aunque lo estuviera.
Creo que la cosa estuvo bien. O por lo menos creo que alcancé ese punto favorable y equilibrado que según los estándares de conquista se debe alcanzar. Merezco que me feliciten, en serio. No fue fácil. Llamaba como un histérico a mis amigos a decirles que quería putearlo y a los cinco minutos les escribía que si podía escribirle para decirle que nos casáramos. Los llamaba como buen alumno a pedirles permiso y debatir juntos si era aceptable ponerle carita feliz al final de la oración o si el chiste rudotierno estaba bien o si mejor lo dejábamos en un ‘sí’ seco. Todo estuvo muy bien. Me sentía tranquilo.
Y pues tampoco funcionó. Qué mamera los hombres, que se vayan todos para la mismísima mierda. A lo bien. La historia se repite tal y como cuando hago disparates y todo lo que se supone que no debo hacer:  conmigo diciendo que no quiero saber de ellos. Que me voy a quedar solo por toda la eternidad. Que no hay ninguno que me llene. Que no le termino de llenar del todo a ninguno. Y yo con rabia. Con un sabor agridulce y aburrido y hastiado y con ganas de ser mala onda con todos, muy mala onda.
Ay, en serio, qué mamera. Todo es malo y por eso uno queda desarmado sin saber qué rayos hacer. Llega el momento donde ser lindo, ser inteligente, ser tonto, ser divertido, ser aburrido, ser demasiado feliz, estar loco o ser lo que sea es malo. Todo, o sea, todo es malo.
Pero esa es la buena noticia.
Sí. Que todo sea malo es lo mejor que he podido descubrir. ¡Gracias vida por darme tantos desaciertos amorosos! desde ahora haré todo como me venga en gana, como me nazca, según el ánimo. ¿Qué hay para perder si todo es malo? Ya no hay cabida a lamentos de ‘si lo hubiera hecho como se debía…’ porque lo que se debía tampoco funciona ¡Qué felicidad!.
El punto es que como todo es malo uno tiene derecho a desparpajarse y hacer lo que en ese momento le nace hacer. Uno puede llamar si quiere. Escribir cursilerías y groserías. Invitar y decir que se vean. Uno puede actuar como se debe o como no. Uno puede tener sexo en la primera cita o en la segunda. Uno puede ser ridículo y llevarle regalitos. Nada va a funcionar al fin de cuentas.
En fin, ahora me autorizo a hacer lo que quiera, relajado y tranquilo con la certeza de que seguirá siendo malo, sólo que ahora disfrutaré esa etapa que se vuelve un infierno donde uno reprime sus verdaderos deseos porque no sabe cómo actuar. Ahora me gozaré mis disparates con la frente en alto. Lo haré con el desparpajo que me caracteriza y con los impulsos muy míos. Lo haré con la poca seriedad con que se debe tomar todos los temas relacionado con los hombres pero que a veces los hago demasiado trascendental.
Es lo mejor. Lo más práctico. Lo más adecuado. Lo más cómodo. Lo más espontaneo. Lo más uno. Y lo bonito es que haciendo todo mal no sólo lo disfrutaré más sino que eventualmente en una de esas algo saldrá bien y algo resultará.
CREO. Espero.
Christ Grajales.

No sé cómo conquistar


No sé cómo conquistar


He estado tanto tiempo solo que me queda muy difícil imaginarme con alguien al lado. No sé cómo sería eso. Y aunque a veces lo quiero con todo el corazón, otras me paniqueo, con toda la razón: ¿Y mi tiempo? ¿y mis amigos? ¿y mis fiestas? ¿y mi hago lo que se me da la gana sin rendirle cuentas a nadie? ¿y todos mis y mis?
Sin embargo, luego respiro, me calmo, consulto con algún amigo o amiga y decidimos que eso se dará solo. Que sabré defender mi libertad, seguir con mi pandilla de solteros y solteras sin olvidar a nadie, ir de fiesta tendrá otro sentido y la vida tendrá una forma diferente de vivirse.
Puede que sea cierto, ya sabré cómo manejar eso si algún día llega el momento. Pero lo que sí no tengo idea es de cómo llevar ahora, hoy, ya, lo básico. Me siento como quinceañero. Torpe e inseguro. Romántico y patético.
Y es que o esto no me pasaba hace siglos o esto siempre es así. Más bien las dos opciones, juntas. Me veo y me digo en tono afirmativo, “no pues Christ Grajales sabe esto de memoria”, sin embargo, entre más estupideces hago el tono va cambiando y se va volviendo una interrogación en donde la respuesta se hace tristemente negativa.
Claro, Christ Grajales, domina a la perfección todos estos temas. Qué hacer. Qué no decir. Qué pensar. Qué dar y qué guardar. Qué responder. Cuándo ir, cuándo quedarse. Todo. Pero para las otras y además, no permite equívocos y es exigente. Sin embargo, para casos propios, no sabe ni pío.
Llamar o no llamar. Buscar o no buscar. Salir corriendo o hacerse el difícil. Besar ahora o tres días después. Levantarse en la casa de él e irse enseguida o quedarse a desayunar. Ponerle un mensaje o llamar. Ser pasivo o ser activo en la conquista. Ser tierno o ser más bien cretinongo. Es un caos.
Entonces, llamo a una amiga y le pregunto que qué demonios significa ese mensaje que me puso. Llamo a la otra a preguntarle que por qué es que no me ha llamado si ya es hora. Le escribo a la otra a preguntarle que si le puedo escribir o que si mejor lo llamo, pero que con qué excusa y que qué tal que no sé qué. Unas películas de terror.
Que por qué no me dice para vernos todos los días a todas las horas. Que si será que se va a desaparecer como todos. Que si me pongo esto o lo otro. Que si le respondo el mensaje inmediatamente o espero 34 minutos con cuántos segundos. Le dije esto, ¿será que se asustó?. ¿Y qué opinas, te parece chévere? ¿qué te dijo de mí? Ay diojmio, soy el tedio de mis amigas y amigos y de mí mismo.
Lo que pasa es que había olvidado todo y me siento tonto. Pero estar tonto es una buena señal. Y se siente bonito.
Christ Grajales.

Odio los lunes


Lunes De Mierda


Yo no le tengo nada de cariño a los lunes. Y cuando digo nada es nada. Realmente nada. Amanezco sin ganas de enfrentar la realidad y de volver a empezar. Sin ganas de arrancar porque quisiera quedarme en lo reconfortante de hacer nada. Me siento sin fuerzas para cumplir horario, o para arreglar el cuarto después de probar cien pintas el fin de semana. Me siento sin animo y llego a extrañar a mi familia. Veo el lado izquierdo de la cama vacío -otra vez- y siento como si fuera la rectificación de que siempre estará así. Inevitablemente me veo gordo, obeso, por los permisos auto concebidos de comer y beber viernes, sábado y además domingo. Odio los lunes, es la caída libre en la que uno termina vuelto pedacitos luego de la subida y euforia del fin de semana. Alguien que se robe mis lunes y me devuelva las ganas de enfrentarlos, ¿mucho pedir?

Christ Grajales

Enumerando nostalgias


Enumerando Nostalgias




Las 10 cosas de las que NO ME ARREPIENTO pero no debieron pasar
1. Tener miedo de mí mismo.
 2. Haberme emborrachado demencialmente y terminar donde no debí terminar con él que no debí si quiera empezar.
3. No haber leído todo lo que he debido haber leído.
4. Perdonar al que alguna vez se metió con el que en ese momento era el transeúnte que me robaba el alma.
5. Haber estado tan dañado y por eso haber dañado tanto a quién -precisamente- no debí dañar.
6. Dejar de ser yo, suponiendo que eso era amar, por alguien a quién no le gustaba mi derroche de espontaneidad.
7. Pelearme, varias veces, por largos periodos, con un gran amigo, por estupideces que olvidamos en el camino y por orgullo prolongamos.
8. Haber esperado por más tiempo del necesario que se enamorara de mí -él, del que nunca me debí enamorar y siempre me reproché no poder enamorarlo- y por eso haberme olvidado de mí.
9. Siempre comer más de lo que debo comer. 

10. No haber aprendido lo que NO tengo que hacer.

Y mi ñapa; no saber seguir lo que debo hacer y no lo que quiero hacer. Por ejemplo eran diez cosas y pues nada, tenía que meter una ñapa.

Christ Grajales.

Los hombres siempre quedamos mal ¿no?

Los hombres siempre quedamos mal ¿no?


"Perfecto, mañana quedamos" y colgamos. Y cuando se volvió mañana empecé a morir de a poquitos. Agonía y desasosiego. Algo así. A las 11am fue mi primer grito herido de "no aparece". Siguió el de las 12:39 y el de la 13:11. A las 16h ya estaba sintiendo el llamado de la muerte. Intranquilidad. Inseguridad: La certeza que me iba a quedar mal, como todos los otros. Cada hora y con paciencia todos me dijeron, me imploraron que me calmara. Y yo no sabía cómo explicarles que no existía la forma que mantuviera la calma. ¿Y si no aparecía?. Y ellos seguían respondiendo a mi estado de quinceañero enamoradoinsegurodañadoporloshombres: "vamos a su casa y lo matamos entre todos, pero va a aparecer, quedaron, por qué no ha de aparecer" Porque es hombre, y los hombres siempre quedamos mal ¿no? En medio del desasosiego dije que le daba hasta las 19h para aparecer. Esos deadlines que uno se da sin ninguna razón pero que uno cumple cabalmente. Seguía muriendo. Lentamente. ¡Qué jodido esperar! A las 18:53 apareció el muy cabrón como si hubiera oído mi ultimátum. Y el alma me volvió al cuerpo. Y se me paso la tensión. Y sonreí tímidamente pensando que qué carajos me había pasado todo el día. Y ellos dijeron que sabían que iba a aparecer y yo pensé que estoy muy viejo para esas guevonadas. ¿Por qué no podía aparecer a las 8am y así ahorrarme todo el día de agonía? ¿Por qué no puedo confiar? No sé qué es peor. Si tener alguien con quién quedar y sufrir el proceso o no tener a nadie y que no haya ningún proceso y sufrir porque no hay nadie ni ningun proceso. Todo es peor. O no. Lo peor soy yo.

Christ Grajales