En esta vida no mando yo
Aquí dentro está todo amontonado. Y es confuso y se siente asqueroso. me levanto con ganas de no levantarme. Abro los ojos e inmediatamente los vuelvo a cerrar con la esperanza de que sea el mismo día, ese que acaba de pasar. Vuelve a sonar al antipático despertador y no hay forma de seguir evitando tanta ralidad, así que reviso el chat esperando algo romántico que me regocije el corazón pero nada, lo más romántico que sucede por estos días en mi vida son los pantalones cortos que compré a los mojitos que me tomé hace varios días con Cata mi amiga.
Mientras pienso qué me pongo, mi día empieza a parecerse al anterior y al anterior del anterior. Alzo la mirada como buscando el cielo muy a pesar del techo y me pregunto por el destino. ¿Existe? ¿Qué sorpresa me tiene? ¿O no me tiene nada extraordinarisisisismo guardado? ¿Está escrito algo insólito para mi? ¿Estoy esperando demasiado de mí mismo y no seré más que una historia común y corriente? ¿He visto demasiadas películas y no hay ningún tipo que se enamore locamente de mí y yo de él a primera vista, que sea tierno, divertido, y que tenga una fortuna alucinante que no descubro sino el día que me propone vivir juntos para siempre justo al cumplir tres meses de salir? ¿O será que al amor de mi vida ya lo conocí y es ese que fue y nunca fue?
Las respuestas parecen no existir, sin embargo continúo. Mientras camino a la ducha me gusta intentar mirar al Mundo, de frente y con una mirada desafiante y preguntarle, otra vez, que cuál es su bendito afán. Que si no se cansa de darle vueltas al sol. Que por qué sigue girando tan rápido, que si alguien lo está persiguiendo, que si no ha considerado hacer otra cosa y darme la oportunidad a mí, y a los que lo necesitamos, de pensar sin apuro del tiempo en qué es lo que vamos a emplear el resto de nuestros días. Pero no me oye y mi mirada desafiante no le hace ni cosquillas y él sigue girando. Y yo sigo con mis miedos y mis preguntas sin respuestas.
Y todo se hace más confuso. Se me pasan los días por en frente. Los veo. Me veo. Estoy yo ahí la mayor parte del tiempo feliz descubriendo cosas. Pero también me veo, como ahora, lleno de miedo sin saber qué va a pasar. Es como si estuviera en medio de una calle, llena, llenísima de carros que pitan y pitan y me exigen que me mueva y nada, yo no me quiero mover, no ahora. Y el semáforo está en verde y yo lo miro como si tuviera poderse mentales para que se cambie a rojo, como Matilda. Aparezco aquí y allá, derrotado en unas pero entendiendo que necesitaba perder cosas para estar aquí. Y con aquí quiero decir en este momento de mi vida. Ese que no quiero que se mueva, sino que se quede estático y sabrosón, tal y como es.
Me sacudo y luego rectifico, según mi propia historia que empieza a verse en cámara lenta en mi mente, que para llegar a los lugares más alucinantes no hay atajos. Y aquí donde estoy es alucinante y aunque no es un espacio físico, sino este momento de mi vida, este lugar es alucinante. Y pienso que yo no quiero un atajo. Solo quiero saber cuál es el camino, una pista o algo así. Pero nada. Me acuerdo de cómo ha sido todo y tengo la convicción no convencida de que en algún momento sin saber ni cuándo ni cómo, las cosas siempre toman sentido y las soluciones llegan solas y todo empieza a mejorar. ¿Pero cuándo? ¿Dentro de cuánto? Y me dicen que confíe en algo. En Dios, en Venus, en la Vida, en los astros o las estrellas y yo confío porque por más mal que la he pasado todo resulta mejor y bello y de colores.¿Pero y mis respuestas? ¿Pa’ cuándo? ¿Quién me las da?
No dejo de sentir ansiedad y ganas de saber qué carajos va a pasar. ¿Por qué el mundo no la puede coger suave? ¿Por qué no me deja de presionar? ¿Pa’ dónde carajos voy? ¿Iré solo? ¿Encontraré quién camine a mi lado? ¿Seré olvido? ¿Por qué la vida se encapricha en llevarme a donde le da la gana y no donde yo quiero? ¿Qué más tengo que entender para entender? ¿Por qué siempre dicen ‘es que seguro necesitas aprender’? ¿Aprender qué rayos? ¿Qué más cosas necesito aprender? Los últimos tres años han sido de aprendizaje, duro y parejo, ¿más? ¿cuánto más?
Con pánico, ya caminando a mi día a día miro al cielo y esta vez lo encuentro y la luz del sol me dice que es un nuevo día, una nueva oportunidad para entender lo que ahora no entiendo. De encontrar el camino o respuestas. O no. Y justo antes de empezar mi jornada, como todos los días me digo: ‘Calma Christ, calma. Confía aunque parezca imposible, confía’ y confió, con dudas, pero confío.
Luego sonrío y me digo que sólo el tiempo me dará las respuestas y por eso tengo que ser su amigo. ¡Volvámonos amigos, Tiempo! Y aunque no me resulte del todo divertido tengo que tener claro que la vida siempre tiene la razón y yo no. ¡No seas caprichosa vida y hazme un poquitín de caso, porfi! Y con miedo y sintiéndome débil, empiezo a confiar porque así ahora todo parezca gris porque no sé si va a pasar lo que yo quiero y no lo que la vida quiere que yo quiera, todo, absolutamente todo, al final del camino va a estar mejor de lo que me imagino. Ya verán. O mejor: Ya veré.
Christ Grajales.
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