martes, 27 de agosto de 2013

¿El final feliz de uno, nunca fue de uno, sino de ella?

¿El final feliz de uno, nunca fue de uno, sino de ella?


Le he estado dando vueltas al asunto y no logro descifrarlo porque realmente es un tema insensato y sin solución. Hace poco me encontré con una amiga, con varios amigos y varias amigas y como siempre, cuando le gente se une conmigo, lo único que logramos hablar es del éxito o del fracaso amoroso. Aunque todos queremos alcanzar el éxito en esta esfera de nuestras vidas, debemos reconocer con la frente en alto, que el fracaso amoroso suele ser, en algunos, una constante irreversible.

Sin embargo, este caso particularmente nos unió y realmente nos sensibilizó. Y es que casi todas y todos, por qué no, tenemos un mal que nos aqueja luego de iniciar una relación: La o El ex. Ese fantasma vivo que nos genera inseguridades de las menos finas y de las más aterradoras.

Obviamente me ha pasado, ¿a quién no? De hecho, creo haber sido causa intencional de miles de discusiones, algún par de terminadas, y estoy casi seguro de haber sido en algún momento una especie de mito como 'La llorona' demente, o Coco que en algunas ocasiones solía salir en las noches a asustar a los actuales de mis ex. Ya no, claramente. Sin embargo, lo recuerdo y me pongo en el papel de ellos y se me eriza la piel. Es que pase lo que pase uno prefiere que se metan con la prima, que lo dejen de querer, que salga hetero (o gay para los hetero), pero ¡¿La o El EX!? los ex son los ex, los ex son una historia aparte.

Y la terrible y escalofriante historia de esta vez la protagoniza mi amiga, mi amiga con Cara de Gato. Mi amiga, Cara de Gato, fue la novia de cuatro años, era la princesa de ese reino, la dueña rotunda de un corazón. La historia que nos saca suspiros y que todos queremos alcanzar. La verdad es que para ella eran días felices, ya había planes de irse a vivir juntos y en el último y divertido diciembre delante de toda la familia de ÉL, de la forma más romántica que todos soñamos él anunció que el próximo año se casarían... (Suspiros y la ilusión del "Y vivieron felices para siempre").

Pues, no hay afán de casarse ni nada de eso pero que a uno le digan eso si da un fresquito, como un poco de tranquilidad, pues por lo menos uno piensa que tiene una platica segura. Fue así como ese diciembre, de algún modo mi amiga Cara de Gato, logró parcialmente ver corazoncitos, estrellitas, arcoíris y todas esas cosas que veremos el día que encontremos nuestro final feliz (porque SÍ que lo encontraremos, todos).

Todo hasta un buen día, además soleado en Medellín, ella se dio cuenta que su príncipe, el que ella había vestido de azul llevaba varios días raro. Así que como toda una princesa moderna, decidió tomar al príncipe por lo cachos, y lo enfrentó. Él, muy sincero, como todos, le explicó que ya no sentía lo mismo y que inexplicablemente se le había acabado el amor.

¡Auch! Eso sí que duele y pues nada qué hacer, le puede pasar al que sea, hay que llorar, pero nada qué hacer. Sin embargo, cuando uno descubre sin intención que el príncipe gris disfrazado de azul de mi amiga Cara de Gato, estaba con la ex, aceptamos que eso sí que duele, y que en ese momento sí tiene todo el derecho y debe llorar, patalear, gritar, maldecir y hasta estar a punto de morir.

Porque ¿y entonces? ¿Lo que vivió con uno qué? ¿siempre estuvo enamorado de ella? ¿Estaba con uno pensando en la otra? ¿EL FINAL FELIZ DE UNO, NUNCA FUE DE UNO, SINO DE ELLA? ¿Hasta qué punto todo fue verdad o mentira? No lo sé, sé que todos coincidimos en el hecho que preferimos la tragedia más trágica de todas las tragedias a los ex, ya que los ex son la tragedia de tragedias dentro de todas las tragedias que inundan en el mundo del amor. Los ex son un fantasma, una sombra, una historia de terror.

Pero nada qué hacer, los ex siempre están y siempre estarán aunque, lo que aprendimos con mi amiga Cara de Gato es demasiado cierto; afortunadamente ese príncipe gris se fue a tiempo con su final feliz pa' otro la'o, porque en algún momento mi amiga Cara de Gato, como yo, y como todos (hasta los benditos ex) tendremos nuestro propio de nuestra propiedad "Y vivieron Felices para siempre", de verdad, sin cortinas de humo y que nadie nos puede arrebatar.

...Así duela, menos mal esa persona que definitivamente no nos iba a regalar ese final feliz que está hecho para uno se fue con su escoba vieja, dejando el camino limpio para buscar a alguien nuevo y lo mejor, encontrarlo. Así que en últimas: "Qué saludos a los Ex, y que gracias".

Mr Christobal

jueves, 22 de agosto de 2013

Soy cobarde y qué

Soy cobarde y qué


Para todos aquellos de los que alguna vez no me despedí y no me despediré:

Odio las despedidas. Las odio con cada milímetro de mi piel y con cada espaciecito de mi alma. Las odio de verdad, sinceramente, con todo lo que se puede odiar algo. No hay nada en el mundo mundial que odie más. Las aborrezco y me dan ganas de vomitar.

En serio no me gustan. Me pongo sensible y emotivo. Sacan mi Yo vulnerable y melancólico. Mi Yo frágil y triste. El Yo delicado, sin escudos y con el corazón al descubierto. Y no me gusta. Prefiero mi yo sonriente. El que hace chistes en todas las ocasiones. El que siempre está feliz. El que con carcajadas se eterniza en las almas de las personas.

Y aunque las grandes amistades no se despiden porque ellas encuentran su camino en medio de diferentes vías y lugares y momentos, las despedidas son el fin de alguna bonita época. Y nadie quiere acabar un lindo momento por más que vaya a otro lindo momento. Nadie quiere dejar atrás a ningún alguien especial así vaya a ver a otros 'alguienes' especiales.

Por eso no me gustan. No me gustan los finales. No me gusta aceptar que tengo que moverme o que tengo que separarme de gente que me hizo la vida maravillosa. No me gusta aceptar que tengo miedo de perder a esas personas. No me gusta mostrar el desasosiego que siento al pensar que la distancia nos separará así nos juremos amor y amistad eterna. Me bloqueo y no quiero admitir que no será más que un lindo recuerdo y luego, olvido. No me gusta confirmar que se acabó. Se acabó para siempre. Y las despedidas son la aceptación. Y a mí no me gusta aceptar las cosas que no quiero aceptar. Porque hay situaciones a las que realmente me da mamera hacerles frente. Y las despedidas son las principales. Es que soy caprichoso, sobre todo para las aceptaciones.

Como si fuera poco, odio, realmente odio, dejar el alma en ese abrazo de adiós. Me siento incapaz de demostrar en ese momento lo especial que fue para mí cada segundo. Es muy corto tiempo para uno agradecer lo que hay que agradecer. Es demasiado poco el espacio y el abrazo y el beso y las palabras que uno tiene en ese instante y se me hace que son muchísimas las cosas que uno tiene que decir o hacer como para resumirlas ahí.

Así que las evado. Como los grandes. Los grandes cobardes, quiero decir. Y me ingenio formas. Y digo mentiras. Y no doy la cara. Y desaparezco. Es más, con los años me he convertido en el especialista universal número uno en evadir despedidas.

"Mañana seguro nos vemos. "Más tarde te llamo para cuadrar". "Yo vengo antes de irme". "Cuando me levante te despierto antes de salir". "No, no nos despidamos ahora, ya no volveremos a ver". "Fijo". "Seguro".

Y esas cosas nunca pasan. No vuelvo a aparecer. De repente ya estoy ido con mi vulnerabilidad en el alma. Con mi vacío en el estómago que sube y baja y se convierte en nudo en la garganta. Con la piel de gallina y con los ojos queriendo encharcarse.

Y la gente piensa que soy grosero y desagradecido. Pero no. Por agradecido me largo sin avisar. Me niego a resumir en ese instante todo lo vivido. No acepto el fin y cortar de sopetón el lindo momento. Prefiero que se diluya en el tiempo y que el olvido por sí sólo lleve el ritmo. Es mi capricho ante la vida no despedirme porque me quiero quedar con los bonitos recuerdos. Y así es y han sido muchas, demasiadas personas de las que no me he despedido como se debe: abrazo, beso, abrazo otra vez, lágrima, palabras, promesas y otro abrazo.

Nada, yo doy una mirada sincera, un abrazo corto, un beso desabrido y otra mirada profunda que sólo yo entiendo. Como nadie sabe que me estoy despidiendo aparte de mí, sólo yo lo entiendo. Y me cuesta tragar saliva en ese momento y me cuesta sonreír pero sonrío. Y me esmero realmente en diluir el momento de la despedida hasta que nunca pasa. Y generalmente nunca pasa.

Pero en ese momento quisiera dar las gracias por haber estado conmigo cuando lo necesité y cuando no. Para reír y para llorar. Para bailar, beber y ligar. Por no hacer nada y por hacer desastres. Por el amor y la incondicionalidad. Por el amor, otra vez. O sólo porque sí. Por haberme sacado una sonrisa. Porque lo merecen. Por la ilusión. Por las esperanzas. Por darme tierra firme. Por hacerme sentir inolvidable o invencible. Por hacerme compañía. Por quererme. Por entenderme -que no es fácil-. Por aguantarme -que tampoco lo es-. Por creer en mí. Por todo y por todísimo.

Pero es mejor escabullirme. Más sano y menos dramático. Además salgo ileso, sin lágrimas y sin mostrar mi Yo quebradizo. Al mismo tiempo logro que siempre me recuerden con mi sonrisota. Como quiero que todos me recuerden.

En ese momento quisiera mil cosas pero prefiero no enfrentarlas, así que bajo la mirada, digo que nos vemos después y me voy. Porque todas las despedidas son dolorosas y asquerosas. Sobre todo cuando uno no se quiere ir, como ésta.

Mr Christobal.

lunes, 12 de agosto de 2013

Creo...

Creo...


Creo en el poder de las sonrisas y en el amor eterno. Creo en las serenatas y en que el que hace locuras por amor, vive mejor. Creo que las mamás tienen súperpoderes y lo saben todo y creo que no hace falta que le diga que muero por tener algo eterno con él. Creo en los besos con lengua y en la magia de Disney.

Creo que el chocolate sana corazones y que sin mis amigos y mis hermanos no podría. Creo en el amor a pesar de los desamores y que los cepillos de dientes eléctricos son más eficientes. Creo en la locura de mi hermano y en la capacidad de éste para transformar mi mundo.

Creo en el poder de las redes sociales y en el de las faldas cortas para que las mujeres seduzcan. Creo en el exceso de abrazos para ser felices, en sus ojos negros y por supuesto en su sonrisa. Creo que uno debe trabajar en algo que le haga feliz y en lo destructivas que son las harinas.

Creo que existe gente buena y algunos pocos que están buenos, como ÉL. Creo en el café con leche y en las cartas de papel. Creo que somos cada una de las heridas del pasado y muy en el fondo, sigo creyendo en la transparencia de los que llegan al poder.

Creo en los buenos tiempos, en sus brazos y en mi insuperable amor por Frankfurt. Creo en los amores inolvidables y que las personas pecosas son más sabrosas. Creo en los tennis de colores y en lo sexy de los tatuajes.

Creo que a donde vayas haz lo que vieres y que a los lugares donde fuiste feliz, no has de volver. Creo que el alma existe y que puede doler más que un dolor de muelas y también creo en el dolor de muelas.

Creo que todos tenemos un gran amor para compartir la vida y uno también grande (pero no más grande que el gran amor) que nos la jodió. Creo en la puntualidad y en el chocolate caliente con queso y pan.

Creo que debería empezar a hacer ejercicio otra vez y joder menos. Creo que al mundo le falta romanticismo y creo que a mí me sobra. Creo que hay gente que no me conoce pero siente que sí y me quiere, y creo que por eso los quiero de vuelta.

Creo en los fríjoles y en el jugo de maracuyá, así como creo que hay que pedir un deseo cuando pasa una estrella fugaz, decir salud cuando la gente estornuda, besar con los ojos cerrados y hacer el amor con el corazón.

Creo que existimos muchos que estamos dementes y nos inventamos unos vídeos de miedo, creo que las mejores fiestas no son en las que uno es feliz porque se emborrachó sino las que sin emborracharse uno es demasiado feliz.

Creo en el mar y en la piel canela, en los abrazos y en ir a cine a ver muñequitos y comedias románticas en 3D. Creo en los parasiempres y en la importancia de tener manías. Creo en los atardeceres rosados, en que ya está bueno con la guerrita en Colombia y creo también en los fantasmas.

Creo que llevo un año escribiendo y por eso creo que mis historias deben ser más fantasiosas que las del resto, para poder contarlas y entonces por eso creo que tengo que tener un príncipe azul, azul muy azul. Creo en los castillos, en las sonrisas sinceras y en mi reloj de Mickey de niño de 8 años, pero sobre todas las mil cosas que creo, creo en ti y en mí, amor.

Mr Christobal

lunes, 5 de agosto de 2013

Happy Bday Mr Christobal

Happy Bday Mr Christobal




Un año, ya sabemos, son doce meses. Y si cada mes tiene cuatro semanas y si cada semana tiene un post, han sido más de sesenta post. Un año de más de sesenta entradas al blog con más sesenta mil visitas, trescientos cincuenta inscritos y casi, casitico, dos mil mensajes que me hacen sentir feliz. Y si los números no son más que números y yo no sé ni contar, pues esto no significa absolutamente nada.

Lo que sí significa algo es lo humano que me he hecho desde que me senté a escribir con juicio y dedicación y amor y destellos de vida y sensibilidad y sinceridad absoluta. Lo que sí significa es el abrazo sincero, apretado y agradecido que me ha dado alguien inesperado porque sin saberlo la ayudé. Lo que sí significa algo es saber que a algún chico le enviaron por mail alguna entrada que yo escribí para dedicársela. Lo que sí significa es sentir los aplausos en cada comentario y mensaje. Lo que sí significa es encontrarme a señoras que leen con gusto lo que escribo y lo comentan entre vinos. Lo que sí significa es encontrar a mi exnovio buscándose en cada entrada (obvio no se encuentra). Lo que sí significa son las llamadas, mails, de gente cercana o desconocida, con problemas amorosos, exitenciales, vivos que sólo le provocan contárselos a Mr Christobal, que con gusto los escucha y les saca ánimos y sonrisas. Lo que sí significa son los regalos de príncipe que me hacen, por hacerme príncipe. Lo que sí significa es cuando me quejo de mi hermano y la gente en la calle le reclama. Lo que sí significa es que a la gente le nazca, de su corazón, contarme sus historias para que se las escriba. Lo que sí significa es el romanticismo que Mr Christobal me ha dado. Lo que sí significa es que mi papá, que no sabe que es un "bló" y procura no leerme para no escandalizarse, con orgullo le cuenta a los que se encuentra que "el muchacho es bloguero". Lo que sí significa es la pasión que estreno desde hace un año. Lo que sí significa es haber aprendido a escribir sin miedo a que sepan mi vida, mis acontecimientos, mis tristezas, mis amores y mis ya saben, constantes desamores, y lo mejor, haber entendido que hay hombres que no me quieren porque escribo y hay otros que mueren porque escriba de ellos. Lo que sí significa son las mariposas que me dan cada vez que publico, como la primera cita, pensando si les gustará, si no, si comentará. Lo que sí significa es haber encontrado madurez y fuerza y valentía para aceptar que a algunos les parezco patético.

Lo que sí significa algo es la responsabilidad que he adquirido con la pequeña que espera mis entradas los lunes, con mi mamá que me cuestiona "¿ya escribiste?", con los domingos o los lunes que ya los mal acostumbré y sólo son felices si posteo, con algunas de mis mejores amigas que me leen por fidelidad y porque me quieren, con el que no sé que lee cada entrada pero las lee en silencio y le regalo ánimos y fantasías y los espera y sonríe, conmigo y junto a mí, con la bella que no me conoce y quiere a Mr Christobal, lo adora, y no le interesa Christian Grajales y se sabe toda su vida y se la saborea y lo aplaude y lo abraza mientras lo lee y sufre y se imagina historias y su vida y sus amores y sus desamores y los hacen parte de su vida, pero sobre todo, lo más importante es la responsabilidad que he adquirido conmigo.

Un año de Mr Christobal vale la celebración porque he crecido. He crecido en dedicación y absoluta entrega, constancia y cordura. Un año encontrándome conmigo, conociéndome, exigiéndome, un año enfrentando mis miedos, mis pesares, mis felicidades, mis gustos, mi yo, mis caídas, mis ánimos para dejar todo lo que he sido, vengo siendo y quisiera ser en letras.

Así que la celebración lo vale. Christian Grajales está de fiesta porque Mr Christobal cumple su primer año. Un año que se reduce a alegrías sinceras, satisfacciones desmedidas y empeño gustoso. Christian Grajales celebra que un año es más que cuarenta y dos entradas y miles de sonrisas. Christian Grajales celebra que Mr Christobal todavía es un bebé y le falta mucho por aprender y mucho por escribir, pero que no sería nada sin los que disfrutan leerlo.

Porque un año es sólo el comienzo de un Christobal que gracias a su blog y al apoyo -de ustedes- se vuelve cada vez más Mr.

Mr Christobal

viernes, 2 de agosto de 2013

Carta abierta a mis lectores

Carta abierta a mis lectores



Queridos todos:

Hace un año vengo dejando aquí todas mis emociones, caprichos, desaprendizajes, anhelos y decepciones. No sé de dónde saco tanta letra, tampoco sé a qué hora vivo tanto, y jamás podré identificar cuánto hay aquí de realidad y cuánto de fantasía. No sé quién, ni cuántas personas me leen, ni mucho menos por qué carajos lo hacen. No sé nada, pero he tenido comentarios que me ponen los pelitos del alma de punta, tweets que dejan en tela de juicio la fortaleza de mis lágrimas e historias del amigo del amigo que dijo, que me sensibilizan y me animan el corazón y las letras.

Por eso sé que hay gente que me lee. Y que lo hacen ya sea para encontrarse, o motivarse. Para criticarme, ilusionarse, distraerse o porque ya es un hábito. Hay gente que me lee, además de La Mamá, para ver con qué salgo ahora, porque se identifican, para encontrar respuestas o para cuestionarse la existencia. Hay gente que viene aquí porque les da la gana o porque creen que soy patético o porque les parece que soy un loco chévere o porque sienten que no soy más que el reflejo de ellos. La verdad es que hay gente que sigue de cerca este lugar, me sigue de cerca a mí, y por eso esa gente y yo es como si camináramos juntos.

Así, camino al lado de más personas de las que me imagino. Voy por la vida con más gente que como Linda, de Perú, a los 5 minutos escribe y trata de identificar los personajes, suponen cosas, piensan que estoy bien, o concluyen que estoy llevado del putas. O algunos otros que se parecen a Ana que escribe a los 7 minutos cuando termino con la peruana y sin falta me pregunta que de dónde saco tanta creatividad y jamás piensa que estuvo flojo. Camino con gente, con mis lectores, con ustedes y ustedes caminan conmigo. Compartimos sin compartir. Me siento presente en algunas vidas sin conocerlas y me siento protegido, comprendido y apoyado. Y por eso los cuido como si los conociera porque realmente los tengo -y no es fantasía- más presentes que a ese novio que no tenía y vivía en el futuro y ya es del presente.

Porque tengo la convicción de que son muchos. Estoy seguro que existe más gente aparte del novio de mi ex y algunos iguales a él, que husmean y entre líneas están esperando que yo por fin haya encontrado el amor y así, no haya forma que algún él y yo jamás volvamos. Debe haber más gente leyendo y haciéndome parte de sus vidas como Esteban, el bailarín que nunca me ha visto pero cree que soy su conciencia y es como si me quisieran, con el corazón. Voy por la vida con gente de todas partes de Colombia, Ecuador, Perú, España y sabrá el demonio de dónde más. Quinceañeras, mamás y treintañeros, amigos y no amigos. Con novios y solteros, con San Antonio de cabeza y con sueños por realizar.

Deben haber también algunos como Andrés, para el que yo no era santo de su devoción y ahora religiosamente le comparte a sus amigos cada una de mis entradas. Y otras como Diana que me lee desde el minuto uno y me entienden y piden que me calme. O como los y las paisas de siempre que me conocieron muy pequeño y ahora me quieren muy Mr Christbal. Y quién quita, debe haber más gente. Lo sé y confío en ello.

Porque sé que hay gente que me lee y aunque jamás me lo hayan manifestado, han llorado y reído conmigo. Se han identificado y otras veces los he decepcionado. Sé que hay gente haciendo suyas mis palabras, soñando mis sueños, y se alegraron cuando encontré el amor, pero esperan que no pare de escribir. Sé que hay quienes en noches de despecho y helado y pijamadas con amigas me invitan y sin estar, estoy porque me leen y con las letras les toco el alma y los alejo y los acerco a tanta realidad.

Sospecho que hay personas para las que Mr Christobal, yo, es un conocido cercano aunque jamás me hayan tenido cerca. Y creo muchas cosas más, como que hay mucho fieles. Fieles, fieles, muchos, muchos, de esos que me esperan cada semana, que hablan de mí como si me conocieran. Usan mis frases. Comparten mis entradas, se ven en mis líneas y me gozan en la distancia.

Y por eso digo que son MIS lectores. MÍOS. Porque sin haberlos visto jamás los siento míos. Y ya perdonarán que sea posesivo y celoso, pero o sea, así es. Son de mi propiedad, casi que me pertenecen. Así como los amigos son de uno y uno los acapara y los defiende con las uñas. Así. Tal cual. Y es que muchos de ustedes saben más de mí, de mis cuentos, de mis gustos, de mis frustraciones, de mis sueños, de mis miedos y de todos mis mis, inclusive mejor que mis amigos de toda la vida que no me leen. Y sé que algunos me defienden, otros se divierten conmigo y mucho, siento que me quieren.

Así que nada, que el primer aniversario de Mr Christobal no sea más que la oportunidad de verlos y acercarlos a mí. Les quiero oír los sentimientos, ver las almas y tocar su complicidad. Así que llamen y feliciten, salúdenme, quiéranme, así como yo a ustedes.

Gracias por todo, con amor,

Mr Christobal