He sido bien amiguero toda la vida. Por aquí ha pasado gente increíble con corazones enormes.Hoy miro atrás y el denominador ha sido eso, gente buena. Amigos con almas transparentes, dispuestos a reírse de la vida a mi lado, a divertirse sanamente, a volar conmigo, que disfrutan mi locura, la reciben y la abrazan y en contra parte están ahí para cuidarme.
Pero pasa el tiempo y cada vez tengo menos amigos. Menos y menos. Me he vuelto un alma solitaria, independiente, desapegada. Un poco desconfiado y muy pero muy selectivo, hasta en eso, hasta en las amistades. Y es que un día entendí que las amistades son como los amores, en todos los aspectos, y como a esos, muchas veces hay que dejarlos ir. Soltarlos, que sigan, abrirse. Son idénticos. Se enfrían y se olvidan, cumplen alguna función y se van. Tienen ciclos. Unas van, algunas vuelven, otras vienen. Algunas se reemplazan y otras se olvidan, del todo, hay otras que realmente nunca lo fueron y no faltan las que están siempre sin estarlo y otras que están sin estar.
Otras amistades que se acaban para siempre sin ánimo de repararse, otras que son un abrazo inmenso y sincero cuando se reencuentran. Hay algunas que las tengo guardadas en mi corazón porque fueron ángeles, otras que no sobrevivieron al tiempo y a la distancia y no falta el antojado que se pasó media vida robándose los novios o las novias de todos.
Unos con las que ya no hay nada de qué hablar y se está en momentos diferentes de la vida. Algunas otras amistades que sólo son cariño, nostalgia, recuerdo y lealtad. Unas que son la casa a donde uno siempre vuelve. Otras que fueron las palabras perfectas en el momento exacto. Otras que no eran más que la rumba, el escape, la locura que se necesitaba.
Están las amistades que por nada del mundo dejan que uno se vaya. Y otras que dejaron de interesarse por la vida de uno y sólo llegaban a hablar de ellas. Otros amigos que se los tragó la tierra y otros que sencillamente se ennoviaron. Están los que se fueron una época y otros que fueron la alcahuetería que requería o el regaño que merecía.
Unos amigos que dejaron de ser amigos, pero igual uno los quiere. Otros que son aquel momento que uno quiere olvidar. O los que fueron una enseñanza de las duras. Los que le dieron calor al alma y los que son un viaje divertido las pocas veces que aparecen.
Todos, todos han tenido una misión. Y a todos, todos los quise sin condición (¿Ahora hago versos?). Pero sí, así es esto, se van. Nos agotamos, nos acabamos, nos consumimos. No era más. Y eso no es malo. Es lo que es. Y todos fueron absolutamente míos y yo fui completamente de ellos. Con furia. Y hoy, sólo poquitícos han sobrevivido a tanta vida. muy, muy, demasiado pocos. Por eso no estoy seguro de que todos sean los amigos del alma, pero los pocos que me quedan, tú, tú y tú, deben ser lo más parecido a eso.
Mr. Christobal.
❣️
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