BYE BYE PEOPLE
Se supone que los finales siempre son tristes. Y sí, uno siempre deja algo o a alguien y cree que no podrá continuar igual sin eso. Que la vida no será la misma. Que nunca encontrará algo parecido. Y uno generalmente llora porque va a extrañar, no porque ya lo esté haciendo, pero eso; los finales de mierda siempre son tristes, el miedo de lo nuevo, la nostalgia de lo viejo.
Pero la verdad es que los finales llegan siempre en el momento que tienen que llegar. La vida sabe cuándo ponerlos y eso es justo, cuando uno está listo, ni un minuto antes, ni un minuto después. Listo para enfrentarlos, vivirlos y luego, disfrutarlos. Y es que sí, es cierto, uno va a extrañar. Y a uno le va a doler el alma. Y no tendrá lo que tiene. Y a uno se le desgarra de dolor algún lugar que no puede tocar, ni ver, sólo sentir, a uno le duele el pasado y la comodidad y lo que tenía construido y sí, sí, los finales duelen.
Pero como los finales no son más que un nuevo comienzo y este es mi momento, este es mi final. Tengo que moverme. Necesito movimiento. Evolución. Aprendizaje. Vida. Necesito mi nuevo comienzo. Por eso me voy. Sí, me voy. Y sé muy bien a qué hora pasó todo y cómo y cuándo. He contado (de alguna manera) los días para irme a cualquier lugar. He imaginado el momento. Sabía exactamente cuántas entradas al blog me hacían falta y todo. Tengo más que claro todo lo que he hecho para salir por un tiempo de esta ciudad, para irme así, campante y feliz. He confiado en mí y en el futuro. No tengo duda que disfruté cada momento. Cada persona, cada experiencia, cada sonrisa. Por eso esta es mi última entrada al blog.
Sí. Así como se lee. Es mi última entrada al blog. Y esta es mi entrada de despedida. En la que me despido. Y lloro y estoy sensible. Y les doy las gracias por tanto cariño. Y les aconsejo que sigan soñando, siendo príncipes y princesas. Que se sigan enamorando así duela. Que rompan corazones y que la pasen bien. Que sean coquetos, arrolladores y felices. Que me quieran por siempre y le sigan contando a sus amigos de mí.
Y este es el momento en el que sus ojos deberían llenarse de agua. Y miles de preguntas pasarían por sus mentes. Y se sentiría raro y triste en el estómago o en la garganta o en algún lugar. Justo como me debería estar pasando a mí. Triste. Lágrimas. Pero no. Yo esta vez voy feliz. Irremediablemente feliz por mi final. Ilusionado por mi comienzo. Porque amo el cambio y se hizo necesario para mí.
Porque esta es mi última entrada, desde Medellín. La próxima vez que me lean, estaré viviendo a 248 kilómetros de esta ciudad, no es tan lejos, pero ya es otro lugar. Allá donde trabajaré, viviré, seguramente me engordaré un par de kilos, me perderé en las calles y en algunos ojos, conoceré una nueva forma de vida y gente increíble, viajaré por la ciudad, por sus lugares bonitos, por algún cuerpo. Y claro, como no, escribiré de eso y tendré miles de historias nuevas. Y también escribiré, supongo, de cómo son de diferentes los hombres allá, mejores y peores, más guapos o menos caballerosos, más fieles o definitivamente imposibles. Escribiré de cómo la vida sigue siendo divertida o más interesante o más mágica. De cómo extraño pocas cosas, o muchas, vaya uno a saber.
Desde allá les seguiré contando y de pronto allá por fin, les cuente que me enamoré. De verdad. En serio. O no. No sabremos hasta que esté allá. La cosa es que me voy para allá y que este es mi final. Y me estoy despidiendo, feliz, por mi nuevo comienzo.
¿Me leerán también desde allá? Prometo seguir siendo el mismo Mr Christobal, rebuscando historias, rompiendo corazones, enamorándose todos los días, reclamando su amor, reflexionando sentimentalismos, expresando lo que somos, lo que vivimos, lo que sentimos, seré el mismo, sólo que ahora en otra ciudad, lejos de todos los míos y lo que es mío. Adiós. Nos vemos en mi nuevo comienzo.
Mr Christobal
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