lunes, 26 de septiembre de 2016

De los amigos del alma

He sido bien amiguero toda la vida. Por aquí ha pasado gente increíble con corazones enormes.Hoy miro atrás y el denominador ha sido eso, gente buena. Amigos con almas transparentes, dispuestos a reírse de la vida a mi lado, a divertirse sanamente, a volar conmigo, que disfrutan mi locura, la reciben y la abrazan y en contra parte están ahí para cuidarme.

Pero pasa el tiempo y cada vez tengo menos amigos. Menos y menos. Me he vuelto un alma solitaria, independiente, desapegada. Un poco desconfiado y muy pero muy selectivo, hasta en eso, hasta en las amistades. Y es que un día entendí que las amistades son como los amores, en todos los aspectos, y como a esos, muchas veces hay que dejarlos ir. Soltarlos, que sigan, abrirse. Son idénticos. Se enfrían y se olvidan, cumplen alguna función y se van. Tienen ciclos. Unas van, algunas vuelven, otras vienen. Algunas se reemplazan y otras se olvidan, del todo, hay otras que realmente nunca lo fueron y no faltan las que están siempre sin estarlo y otras que están sin estar.

Otras amistades que se acaban para siempre sin ánimo de repararse, otras que son un abrazo inmenso y sincero cuando se reencuentran. Hay algunas que las tengo guardadas en mi corazón porque fueron ángeles, otras que no sobrevivieron al tiempo y a la distancia y no falta el antojado que se pasó media vida robándose los novios o las novias de todos.

Unos con las que ya no hay nada de qué hablar y se está en momentos diferentes de la vida. Algunas otras amistades que sólo son cariño, nostalgia, recuerdo y lealtad. Unas que son la casa a donde uno siempre vuelve. Otras que fueron las palabras perfectas en el momento exacto. Otras que no eran más que la rumba, el escape, la locura que se necesitaba.

Están las amistades que por nada del mundo dejan que uno se vaya. Y otras que dejaron de interesarse por la vida de uno y sólo llegaban a hablar de ellas. Otros amigos que se los tragó la tierra y otros que sencillamente se ennoviaron. Están los que se fueron una época y otros que fueron la alcahuetería que requería o el regaño que merecía.

Unos amigos que dejaron de ser amigos, pero igual uno los quiere. Otros que son aquel momento que uno quiere olvidar. O los que fueron una enseñanza de las duras. Los que le dieron calor al alma y los que son un viaje divertido las pocas veces que aparecen.

Todos, todos han tenido una misión. Y a todos, todos los quise sin condición (¿Ahora hago versos?). Pero sí, así es esto, se van. Nos agotamos, nos acabamos, nos consumimos. No era más. Y eso no es malo. Es lo que es. Y todos fueron absolutamente míos y yo fui completamente de ellos. Con furia. Y hoy, sólo poquitícos han sobrevivido a tanta vida. muy, muy, demasiado pocos. Por eso no estoy seguro de que todos sean los amigos del alma, pero los pocos que me quedan, tú, tú y tú, deben ser lo más parecido a eso.

Mr. Christobal.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Estar vivo dentro de la vida

Con el tiempo, he entendido que si bien cada quien vive con la intensidad que su alma necesita, si hay que subirle a los vatios de las vibraciones en ciertas temporadas para no pasar por pasar por la vida, sino pasarle, uno, entero, real, intenso, a la vida.

A mí, por tener un alma inquieta, entiendo que se me exija mucho más que a otros, por eso me lanzo a lugares desconocidos de la vida, de las personas y de mí mismo con tanta intensidad que me he acostumbrado a caer y a renacer a través de experiencias, enamoramientos, aciertos y derrotas.

Y caigo en la oscuridad y entiendo que es momento de un nuevo vibrar, y me arrojo, sin pensarlo, a lo que he descubierto es mi forma de vivir: pisar terrenos frágiles. Y eso es lo lindo, jamás creer que estoy pisando lugares firmes.

Por eso hice una lista de mis terrenos frágiles que me han llenado de vida, me han sacado de la oscuridad y me la han dado, me han llenado de inspiración y me han dado respuestas. Me han llenado de miedo y me han hecho gritar y patalear al chiquito caprichoso que llevo dentro. Me han arrojado respuestas, me han dado historias y en general, me han hecho sentir que he vivido intensamente. Que he pasado por la vida con ganas y locura. Con risas y de forma memorable.

1. Hacer un viaje solo.
2. Besar un desconocido.
3. Vivir solo.
4. Vivir en otros lugares.
5. Tener un hobby
6. Uno, dos, tres fracasos amorosos.
7. Una, dos, tres borracheras locas.
8. Perderse por un amor.
9. Un amor que sea la resurrección.
10. Broncearme en una playa bonita.
11. Inspirar a alguien.
12. Ir a un concierto a ver a la grande más grande de todas.
13. Enamorarse en uno, dos, tres días.
14. Ir y vivir intensamente alguna fiesta de alguna ciudad.
15. Querer hacer algo y hacerlo.
16. Montarse en una tarima a bailar.
17. Tener una mascota.
18. buscar hogar para gatitos abandonados.
19. Hacer una locura por amor.
20. Haber tenido, alguna(s) loca, incontroable, desquiciada, desenfrenada noche de sexo.
21. Besar un famoso.
22.Ir a un restaurante con estrella Michelin.
23. Salir en una revista.
24. Ir a Francia y enamorarme de Alemania.
25. CREER Y APOSTARLE SIEMPRE AL AMOR.

¿Qué me falta? ¿cuáles son sus terrenos frágiles? ¿qué es eso que tienen que hacer antes de morir?

Mr. Christobal

lunes, 12 de septiembre de 2016

Ya no más "nos"

"M" me miró y me dijo que estaba angustiado porque su mejor amigo se acababa de cuadrar. Que todo el mundo se está casando, que por estos días su Facebook está repleto de propuestas de matrimonios y noviazgos felices y todo eso y que él seguía solo. Vi el desespero en su mirada. La frustración en sus gestos. Y la falta de centro en sus palabras.

Vi su necesidad imperial de cumplir con los requisitos impuestos en el que si estás solo, tienes un problema. Por eso, noté cómo se apresuraba a coquetear, cómo intentaba forzar situaciones con manes, cómo picaba aquí y allá para intentar que algo le resultara, cómo, sino tenía tres manes que le escribieran lo lindo que es, no se sabía lindo, ni completo, ni pleno, ni él.

Le sonreí y le hablé desde el descubrimiento interno que me ha traído aquí, a este momento donde el camino ha dejado -un poco- de ser circular y ya es en línea recta. Desde mi experiencia. Desde el amor. Le hablé justo como aprendí a hablarme a mí; desde la verdad. Le dije, palabras más, palabras menos, que no se trata de tener un novio, sino EL  NOVIO. Que no es el que sea. El que tocó. El "peor es nada". El, es que no hay más y éste me quiso. El, "es que es buen tipo". No, no se trata de eso. No se trata, como ya dije, de una competencia. Se trata de saber justito lo que se quiere para reconocerlo cuando llegue. Saber cómo lo quiere. Yo por lo menos lo quiero buena onda y divertido. Trabajador y deportista. Familiar, tierno, romántico y detallista. Lector, viajero, soñador y con un hobbie deli. Que entienda mi mundo y el mundo de mi cabeza. Que lo seduzca mi oscuridad y mi locura. Que no le dé miedo mi libertad y admire mi espontaneidad y mis inseguridades. Que me dé alas pero sepa cómo no dejarme ir. Pero sobre todo, y lo más importante, es que él me produzca cosas. No sé cuáles porque no las he vivido, pero necesito sentirlas. Tengo que mirarlo y saber que es diferente. Que hay una ruptura, un "antes todo fueron así, pero él, él es". Una unión de almas, de otras vidas, de lo que ajá. Y que nada, si no es así, me aburren. Y el esfuerzo no lo vale.

A ver, no se trata de llegar más rápido, sino mejor. Porque ya estuvo bueno, en serio. Ya experimentamos lo necesario. Ya nos arrojamos en los brazos del primero que pasó para ver cómo era eso y de qué se trataba. Cómo éramos en pareja. Qué se sentía. Cómo dolía y cómo nos enfrentamos al mundo con esa rabia y dolor y ese corazón rotisísimo. Ya el trabajo de exploración pasó. Y fue deli e importante. Nos mostró justito lo que no queríamos. Y yo, yo tomé atenta nota. Con mi letra fea y desordenada, pero ahí está, muy escrito y definido, lo que no. Es que fueron tantos...

Y resulta que en mi mente tengo total claridad del día que dije, "éste es mi último no". Iba en un camión de mudanza con todos mis corotos, hecho pedazos y con todo un yo, entero, por reconstruir. Y hoy miro atrás y pienso "mierda, sí que era un no". Terrible. Muy no. Pero lo necesité porque fue tan pero tan no, que el día que salí de ahí dije, "ni uno más, Mr. Christobal, ni uno más".

Y desde entonces he tenido muy pocas y muy específicas cosas: Dos increíbles y mágicos "sí". Dos sí rotundos. Y disruptivos. Irreales. Como sacados de esos libros de amor que leo. Pero que no eran.

Y no importa porque efectivamente llegaron a mostrarme que sí existen como los quiero. Que sí estoy pidiendo mucho, -¡Y qué bueno!, ¿Cuándo llega uno a un nuevo trabajo y pide menos sueldo de lo que cree que se merece? Pide más para que le negocien, ¿no?- Pero es que ya sé que están por ahí. Y por eso, lo más sabio y sensato. Lo más divertido y romántico. Lo más yo, es esperarlo. 

Sepan qué esperar, que los "nos" ya fueron suficientes y esperen, que de que llega, llega.

Mr. Christobal.

lunes, 5 de septiembre de 2016

No hay que pensar tanto, dicen



Pensé en escribirle porque me nacía, quería saber de él, porque sé que no pasa nada si uno escribe y porque me daba la gana. Pensé en cualquier excusa; saber cómo estás, vi esto que me acordó de ti, mira lo que encontré, ¿viste esto? Sabía que hablaríamos deli, porque es buena onda y me gusta y es interesante y tenemos una comunicación fluida y cool. Pensé en escribirle para saber si pensaba en escribirme.

Pensé en gastarme el último cartucho y hacer el último esfuercito y dejarlo todo en la cancha. Como los grandes. En dejarle la pelota a él y dejar de esperar. Pensé en escribirle tipo 11, no, que mejor después de almuerzo, no, mejor tipo 7pm, 8pm, 9pm, ya no, muy tarde.

Pero también pensé como quiero que las cosas fluyan relajadas, tranquilas, sin darle vueltas y sin mucha cabeza. Sin pensar. Que no quiero presionar, ni forzar, ni arrastrar a alguien a mí. Sólo que las cosas se den en armonía, en tiempos rápidos, con determinación, sin dudas y con mucha sencillez.

Pensé en las mil cosas que podíamos hacer juntos, lo chévere que la podíamos pasar y todo lo que podíamos construir. Pensé en escribirle para que no muriera algo que podía ser bonito. Así como también pensé que si él quería, -saber de mí, escribirme, darle la continuidad- lo hacía y yo feliz le contestaba.

Pensé que él no quería. O sí quería pero estaba en otra vuelta. O en otra sintonía. Básicamente no estaba en la capacidad de meterse en semejante vuelta que soy yo. Que era otro, siempre es otro. Que yo le gustaba, pero no lo suficiente. Pensé en qué lástima no gustar esta vez, pero relajado y sin ego y sin dolor porque no hay ningún problema con no gustar.

Esta vez no pensé qué había hecho yo mal. Qué tenía yo que no le gustaba. Que si mucho de esto o poco de lo otro. Que hablé mucho o mostré demasiado, no, esta vez pensé que no se trata de mí.

Así que pensé que si no está preparado para este cuerpito paisa, esta personalidad excéntrica y esta carita morena, mejor que no escriba. Y mucho mejor, no escribirle yo. Pensé que lindo, chiquito bebé, bye, bye. Next.

Y ese es el problema. Uno piensa mucho.

Mr. Christobal