domingo, 30 de marzo de 2014

Querido tú

Querido tú


La distancia de ocho días y la lejanía existencial que tuvimos me hizo extrañarte y recapacitar en mil cosas.

Entendí que tengo un compromiso contigo mucho mayor del que yo mismo creía. Que no se trata de salir corriendo con cada ataque ni que nos podemos dejar. Que me tengo que quedar. En nuestro rincón. Contigo. Con nuestros planes. Con nuestro futuro. Con lo que hemos construido. Con nuestros errores y con nuestros aciertos. Con nuestros juegos, nuestros desayunos con jugo de mandarina y nuestra camaradería. Con nuestras anclas, nuestras manillas de Mr Christobal y nuestros emprendimientos diarios.

Me tengo que quedar, como una decisión de vida, de convicción y de amor que tomé.

No porque sea una obligación, ni porque fue lo que tocó. Sino porque te escogí a ti como la persona con la que me quiero levantar en las mañanas con un beso y un arrunche. Porque decidí que son tus ojos lo último que quiero ver antes de dormir. Porque me nace del alma mimarte y decirte cosas lindas y cuidarte. Porque me divierto y el mundo pesa menos a tu lado. Porque tengo sueños junto a ti y proyectos que construir. Porque me gusta tu torpe forma de querer. Porque admiro tu nobleza y me conmueve tu formar de negar tus miedos y tus culpas.

Por eso y por mil cosas, he asumido con entrega y sinceridad que soy tu hombre.

Que con tu ayuda y apoyo debo dejar mis inseguridades de mierda porque tú también me escogiste a mí para entregarme cosas que no son fáciles de entregar. Porque me viste a mí como ese hombre por el que has hecho ajustes importantes en tu vida y con el que quieres recorrer un camino inexplorado. Ese hombre que te da ganas de abrazar y contarle tu día. Al que le preparas desayuno cada mañana y ves como tu príncipe. Al que dejas que se coma tus chocoramos y te quite las monedas para su alcancía.

Por eso, asumí respetarte y honrar esto que estamos contruyendo quedándome. Decidí quedarme y entender tu tierna e inexperta forma de quererme.

Por eso, entendí que hay batallas que no voy a dar pues al fin de cuentas voy a pasar la noche junto a ti. Porque decidí en mi corazón, quedarme contigo y sólo contigo y entregarte mis cosas lindas y dejarte ver las mamonas y que las soportes. Porque tomé la decisión de regalarte fidelidad y la ternura que brota con afán de mí.

Con esto dejo parte de mi corazón en esta página. Para decirte que me quedo. Por convicción. Porque me nace. Porque quiero. Porque sí. Porque el orgullo y la rabia cada vez nos dure menos y las risas y abrazos más. Que sea una decisión de vida, amor y tolerancia por parte y parte. 

Es que, yo me voy a quedar. Así que asumámoslo con amor gigante y como decisión de vida, seamos felices...

...Para siempre

Con todo el amor, el respeto y la ilusión que te tengo.

Yo.

jueves, 20 de marzo de 2014

Hipotecar el futuro

Hipotecar el futuro


Soy de los que cuenta los días y los sueños. De los que cada año tiene una lista de metas por alcanzar y cuando se me están pasando los días, me afano. De hecho, vivo afanado. Camino como si fuera tarde y realmente siempre voy temprano. Debe ser una lucha yo con yo contra el tiempo que me gana la batalla.

Cada vez que me levanto y vuelvo a la realidad y mencionan algún otro país lejano, o cercano, interesante por conocer, se me acelera el pulso y se me corta la respiración. No tiendo cómo sigo en el mismo lugar, en las mismas ocho cuadras, los tres imperdonables edificios feos y las mismas costumbres rutinarias de siempre: el trancón, el robo del celular al del lado, quejas, peleas e injusticias en el trabajo. Claro que también está la parte buena: las reuniones con los míos, el amor en cada respiro, la familia y mis entrañables amigos, pero me afano... 

Y me impaciento. Con frecuencia me pasa que me miro y me digo, "¿Qué haces aquí?" o "¿A dónde vas?" y ahí me quedo, un poco blanco sin saber nada pero queriéndolo conocer todo. Particularmente el "¿Qué hago aquí?" lo espero con ansiedad pero me toma siempre por sorpresa como una patada en mis altas emociones y me devuelve, me devuelve a la normalización de la realidad, esa realidad que es más bien cotidiana, tratando de ser esa costumbre plana y cómoda que me lleva a vivir como por inercia. ¡Qué diablos hago aquí!

Sólo sé que hay todo un mundo esperando ahí, por ser recorrido. Hay gente que se pasea de aquí para allá con lo mínimo, económicamente hablando. Hay otra que trabaja por mucho tiempo y luego se libera. Hay otras, que ni les interesa salir y conocer lo que hay alrededor. Pero yo, yo sí que soy curioso. Y la curiosidad me agobia. Quisiera salir y conocer y vivir una vida un poco bohemia, bueno, no tan bohemia, pero sí más desprendida y viajar y conocer y no preocuparme, pero la verdad sea dicha: me preocupa no preocuparme por querer más porque me afano.

Tanta vida que hay aquí y allá, del otro lado y de este lado. Blancos, amarillos y algunos muchos guapos, porque existen, así no los veamos tanto. Y yo en mis ocho cuadras... me afano y me canso de las mismas ocho cuadras y me pregunto cómo salir corriendo sin huir. Cómo huir sin parecer que me fui caprichosamente. Cómo irme caprichosamente sin parecer que no aporto a la sociedad. Cómo irme sin importar que no aporto a la sociedad mientras le aporto. La otra historia de mi vida.

Me levanto, cuento los días y cuento mis sueños o planes y pasan los días y los seños siguen intactos. Es como si no trascendieran de sueños a realidad. Y me afano... no quiero que estas cosas que quiero se vuelvan una especia de depósito de cosas extraviadas. Por el contrario, quiero que cada una de estas cosas que quiero haga parte de las cosas que encontré y viví. ¿Pero cómo? Por eso la lista. Mientras la lista se hace larga, los días se hacen cortos y parece que fuera a envejecer. Ya no tengo más veinte. Y me afano...

Me afano porque hay mucho mundo, mucha gente, muchas diferencias, muchas culturas y quisiera darme una vuelta por todo eso. Me afano porque la gente me da vida, los lugares me dan energía y saciar mis curiosidades me da tranquilidad. Tan sólo me afano, me afano porque siento que es mi edad, la edad perfecta para huir si me da la gana, correr si me da felicidad, encapricharme si es lo que quiero porque es mi edad para hipotecar mi futuro...

Mr Christobal

domingo, 2 de marzo de 2014

Un amor de hace 55 años

Un amor de hace 55 años


Se pasa la vida haciendo chistes y estos son tan dulces que no se sabe si la gente ríe de su ternura y de su misma risa o del chiste en sí. Aunque también puede ser que ríen de las dos. La cosa es que todo el tiempo hace reír. Habla de los buenos tiempos en su Santa Bárbara del alma, cuando no había computadores y el país estaba marcado por la división entre liberales y conservadores. Todos los días rectifica los periódicos de la ciudad y los paisajes que quedan al rededor de su casa, vigila a sus nietos, nos pide que le mostremos fotos en nuestros computadores, celulares y demás y siempre, siempre, sonriendo está cuidándola, a Ella, a su vieja.

Ella en cambio, con su delicadeza y bondad se pasa la vida alertando a la gente de que lo que Él está diciendo son chistes. Y se ríe, y alarmada como si nunca nadie supiera que son chistes dice "mentira, mentira", lo regaña, lo mira y con la dulzura del mundo remata "viejo pendejo".

La otra mitad de su vida, ella la divide una parte en rezar. Por cuatro de sus hijos que se fueron antes de tiempo de su lado y le dejaron por siempre el alma de luto. Por su hija que se quedó. Porque nadie de la familia se quede solterón. Por la paz mundial. Porque sí. Por sus nietos que los contempla con cada acción. Porque además y porque también. Y la otra mitad de la mitad de su vida, la gasta en hacerlos felices a todos con las comidas deliciosas que prepara, viendo a medias telenovelas.

Se conocieron hace como 60 años, pero se casaron hace 55, con 2 meses y 2 días. Paisas hasta la médula, tuvieron cinco hijos, tienen como 15 nietos (mal contados) y ningún bisnieto a su haber. Cada ocho días van a misa de 10, creo que jamás los he visto separados, se mueren, lentamente el uno por el otro, caminan despacito, viven los dos en una casa casi tan grande como su amor y nada, son mis abuelos. Octavio y Judith, La Vieja, como le dice Él.

Cuando se conocieron, Ella, no podía tener más de 16 años. Me cuenta que era esa época donde a las niñas las mantenían ocupadas cosiendo, cocinando y de arriba pa'bajo con los quehaceres del hogar "para que no tuvieran malos pensamientos". Mi bisabuela hacía énfasis en entrenarlas para ser 'mujeres de la casa', para que supieran hacer, ya que sabiendo esto, podrían mandar. No salía de su hogar sino para ir al colegio, a misa y a hacer mercado.

Pero ese día, porque el amor siempre busca su rumbo, como un milagro divino, le dieron permiso para ir al bazar del barrio aledaño. Salió de su casa, alcahueteada por una amiga de su clase de mecanografía, hacia donde sería el agasajo. En cuanto llegó, Él la miró, y durante todo el bazar se quedó cerca a su lado y según Ella, desde ese instante, él quedó flechado.

En el famoso bazar había música y baile. Así que Él no dudó, por supuesto, en sacarla a bailar. Sin embargo, como Ella jamás había salido de su casa, no tenía idea de cómo se hacía eso. Así que tímida le dijo que no. Cuando ella se fue camino a su casa y se despidió de su amiga, Él la alcanzó y la llevó sana hasta su casa. Hablaron, bobadas, porque a esa edad uno sólo habla bobadas y se rieron, y se gustaron.

Él, buen tipo, alegre, mamagallista innato, tendría no más de 20 años. Ya trabajaba y desde entonces empezó a pretenderla. Le mandaba razones. A veces intercambiaban papelitos. Aparecía los sábados en el mercado y un domingo sí y el otro no, iba hasta su casa, para evitar que a ella la regañaran tanto sus papás.

Cada que Él aparecía a ella "el corazón le palpitaba" sí, ahí, entre charlas breves, caminatas cortas en el mercado, coqueteos inocentes, entre frutas y verduras y sin roce alguno. "Ni agarrada de mano, mijito".

Pasado un tiempo, ellos tuvieron una discusión y su amor terminó, y pensaron que era definitivo, Ella tuvo otro novio por un año, y pasó otro año soltera con sus hermanos de gurdaespaldas. Entonces fueron dos años en los que no se vieron, ni se miraron. Pero Él volvió a aparecer y pasados pocos días Él decidió ir a hablar con Don Guillermo, el papá de Ella. Un hombre fuerte y exigente que cada vez que lo tenía en frente hacía malas caras y cuando no, le decía a Ella que "dejara de pendejiar con ese muchacho".

El bisabuelo aceptó, de mala gana claro, el cortejo. Y dijo que bueno, que las visitas tenían que ser día de por medio y a las 9pm Él, se tenía que ir. Así que en cada visita, antes de 9pm, ya estaba Don Guillermo gritando desde donde estuviera "ya van a ser las nueve". Así que Él se levantaba y salía corriendo.

Al poco tiempo de las visitas de sala, se aburrió. No Ella. No Él. Sino Don Guillermo, obvio. El suegro estaba cansado de la frecuencia de las visitas, y le mandó razón diciéndole que no, que mejor las visitas fueran cada ocho días. Que esa vaina de cuidar visitas era desgastante. Y es que claro, cada visita tenía que estar supervisada por el papá de Ella, la hermana, o cualquier pobre inocente.

Así cualquiera se aburre. Así que Él, Tito, como le digo yo, se hartó y decidió formalizar la cosa y se dirigió donde el suegro a pedir la mano de su amada, La Vieja. El bisabuelo estuvo de acuerdo pero puso una condición: "que no se le olvidara nunca que ojalá este matrimonio fuera hasta la muerte y que fuera como el de Don Eloy Vásquez, que con su esposa se amaron y se amaron, que no se separaron ni cuando se murieron porque cuando ella murió, al día siguiente él se fue detrás"

Se casaron y ella con su vestido de bodas llegó a la luna de miel "santita y purita, no ve mijo que anteriormente si encontraban que una muchacha no era señorita la devolvían a la casa"

Han vivido felices, entre tanta cosa, entre tantas diferencias que tienen. Así es como cuando el bisabuelo puso esa condición no tenía idea Él que sería capaz de cumplirla y hasta superar el bonito matrimonio del tal Eloy Vásquez que sabrá Pacha quién será.

Ya en 1963 tuvieron a su primer hijo y con el tiempo empezaron a criar a sus cinco hijos. Y aquí, unos años después, mi papá conoció a mi mamá. Pero bueno, esa es otra historia para después, historia que como ésta son la explicación más explícita que les puedo dar de por qué carajos yo soy tan romántico...

...¿Cómo no?

Mr Christobal.