Si mi celular hablara
Si mi celular hablara, mi vida sería más fácil. Me conoce desde hace mucho ya y sabe mis necesidades, lo que me produce rabia, lo que me hace feliz, lo que me pone a soñar y lo que me da inseguridad. Me conoce, sí que me conoce porque me ha visto con sus propias teclas. Me ha visto. Me ha visto la cara de emoción al recibir una llamada. La coquetería con la que hablo y los secretos que guardo.
Me ha visto cogerla directamente con él. Me ha visto querer tirarlo contra una pared. Me ha visto presionar la tecla para finalizar llamadas con rabia, odio y tristeza. Me ha visto la cara de decepción luego de un chat aburrido. Me ha visto decepcionado con un mail que resulta no era del que lo estaba esperando. Me ha visto revisarlo una y otra vez, a ver si todo está bien, la señal, el modo, por qué no llega una llamada o alguna señal. Me ha visto padeciendo las injurias del amor.
Y es que mi celular ha ido y venido conmigo. Me ha visto besando a cada uno de los últimos afortunados que besé. Ha estado desesperado queriéndome sacar corriendo de las camas a las que sin pensarlo me he metido. Me ha visto seducir, ha visto cómo seducen y me ha visto, impotente, camino a alguna estupidez. Me ha visto trasnochado esperando una llamada. Levantarme a media noche a revisar alguna novedad. Me ha visto, me ve.
Si mi celular hablara gritaría. Estoy seguro. Me haría pataleta y no me dejaría hacer esas llamadas que uno no debe hacer, pero que hace. Se bloquearía intencionalmente cuando me ve listo un mail o un mensaje con destinatario prohibido. Se quedaría en silencio para no permitirme oír algunas llamadas que quiero, pero no debo recibir y me siento incapacitado para dejar de contestar. Sería tan audaz que en algunas ocasiones no dejaría, bajo ninguna circunstancia, que algunos mensajes o llamadas entraran siquiera. Todo sería diferente si mi celular hablara.
Al oírme decir alguna estupidez, se quedaría mudo y me regañaría al oído. Me recordaría con evidencias por qué no seguir. Se marcaría sólo a donde alguna amiga y le contaría en las que ando para que me vaya a buscar, del pelo. Se haría el descargado cuando me emborracho. Y llamaría a mis amigos cuando peleamos.
Si mi celular hablara todo sería más fácil ya que me ha visto quererlos y odiarlos. Así que estoy seguro que no me dejaría querer al que voy a odiar. Ni querer al que no puedo querer o al que no me va a querer. Ni ilusionarme con los desilusionados. Ni contestarle a los ocupados. Si mi celular hablara, el temita del amor sería menos complicado y tendría a mi celular como asesor personalizado en amores, y y habría tenido un amor desde el principio de los tiempos. Un amor estable.
No habría andado por aquí y por allá saltando de un amor a otro. Ni quejándome con ustedes una y otra vez por las mismas maricadas. No hubiera tenido un príncipe pero por lo menos, un sapo. O quién quita que mi celular fuera el mejor asesor del mundo y si tuviera mi príncipe. Es que si mi celular hablara sería perfecto porque sería mi fuerza, mi orgullo, mi mejor yo. Y no tendría aventuras de una noche, o dos. No de dos noches, sino de dos en la misma noche. (Río aquí sólo para que mi mamá se escandalice). No duraría horas y horas conversando con mis amigos a ver qué fue lo que se hizo mal, lo que se hizo bien, si era mejor decir esto o lo otro, si era mejor dárselo o no dárselo, si rápido o despacio. Todo lo hablaría con él, o no lo hablaría porque fuera perfecto.
La cosa es que el celular no habla. Y afortunadamente no habla. No me oye. No me ve. No me siente. El celular no habla y por eso puedo pasarme la vida embarrándola una y otra vez. Meditando esto y lo otro. Decepcionándome e ilusionándome. Tropezando piedras de todo tipo; grandes, pequeñas, la misma, la diferente, la igual, la vieja, la nueva, la sucia, la perfecta. El celular no habla y ¡Menos mal no habla! Porque no tendría tantas emociones, tantas derrotas y mi vida sería menos divertida.
Mejor dejemos al celular calladito y queramoslo tal y como es, así sigo disfrutando de mi vida de imperfecciones, de los estúpidos y sensuales amores fracasados, de los constantes corazones rotos, de los dramas inoportunos y de los imposibles. Porque así, cayendo y levantando es que uno aprende la técnica china de cómo caer de pie y ese día, cuando uno domine la técnica, ese día, está preparado para vivir un amor perfecto sin necesidad de un celular, una luz divina, un mensaje extraterrestre, nada que lo oriente, sólo el corazón.
Mr Christobal
La cosa es que el celular no habla. Y afortunadamente no habla. No me oye. No me ve. No me siente. El celular no habla y por eso puedo pasarme la vida embarrándola una y otra vez. Meditando esto y lo otro. Decepcionándome e ilusionándome. Tropezando piedras de todo tipo; grandes, pequeñas, la misma, la diferente, la igual, la vieja, la nueva, la sucia, la perfecta. El celular no habla y ¡Menos mal no habla! Porque no tendría tantas emociones, tantas derrotas y mi vida sería menos divertida.
Mejor dejemos al celular calladito y queramoslo tal y como es, así sigo disfrutando de mi vida de imperfecciones, de los estúpidos y sensuales amores fracasados, de los constantes corazones rotos, de los dramas inoportunos y de los imposibles. Porque así, cayendo y levantando es que uno aprende la técnica china de cómo caer de pie y ese día, cuando uno domine la técnica, ese día, está preparado para vivir un amor perfecto sin necesidad de un celular, una luz divina, un mensaje extraterrestre, nada que lo oriente, sólo el corazón.
Mr Christobal
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