A la mamá
A mi edad ya mi mamá tenía 2 hijos. O sea, dos, dos insoportables niños, mejor dicho. Supongo que se las arregló y sacó amor y paciencia y sacrificó cosas por los dos, luego llegó la princesa y los sacrificios fueron más. Seguro fue feliz y nos hizo felices y nos cuidó y supo llevarnos por el camino del mal cuando así debía ser y por el camino del bien, cuando tocaba. Sino vean.
Pero no nos digamos mentiras, se necesita demasiada valentía para eso. No tener idea de qué es egoísmo, hacer sacrificios extraordinarios y tener demasiado amor, demasiado. A lo bien, ¿qué tal yo con tres muchachitos?, no, es que ni con uno.
Me acuerdo a los 17 años cuando me fui por primera vez de la casa, mi mamá me dijo "ojo David, hay mucho que vivir, cuídate mucho", y nada, yo me lo tomé en serio. Lo de cuidarme, obvio, pero sobre todo lo de vivir mucho. La cosa es que entre más vivo, más quiero vivir y eso no me lo advirtió Ana C.
Entre más viajo, más quiero viajar. Entre más conozco, más quiero conocer. Entre más sexo... es chiste. Entonces, ¿A qué hora haría lo que se me da la gana si tendría que hacer lo que se la da la gana a la criatura? ¿Qué hago si no me podría comprar los zapatos de moda si en vez me tocaría comprar pañales? ¿Cómo lo alimentaría, a él y a mí? ¿De qué hablaría yo con un bebé?
Me encantan los niños y entre más viejo, más veces se me alborota el instinto paternal. Pienso que eso es una opción para mí algún día. Igualmente estoy casi seguro que llegará un amor con el cual compartiré esas ideas y poder hacerlas realidad. Pero como no me ha llegado ni el momento, ni la idea, ni el arrebato, ni nada de eso, ahora lo encuentro aterrador.
Sí, aterrador. O admirable. Sí, admirable. Mi mamá fue capaz de cambiar su vida para entregárnosla a nosotros tres. Y es admirable, ver mujeres que cambian sus vidas para entregárselas a otro ser. Mujeres que como por si fuera poco luchar y entenderse a ellas mismas, luchan y entienden a un tercer, cuarto o noveno. Personas que dejan de soñar sus sueños y empiezan a realizar los de otros. Las mamás, sufren por ellas y por ellos. Se cuidan ellas y los cuidan a ellos. Dejan de ir para que vayan ellos. Sus alegrías y emociones se las entregan a ellos. Ellos que somos nosotros.
A estas alturas, para mí, todas las mamás son unas heroínas. Son unas berraqueras, en serio, porque yo no podría hacer todo eso, no ahora y no creo que algún día. No me veo cambiando la buena vida que tengo. Y cuando alguien es lo que yo no puedo ser, los admiro y los quiero y los valoro. Las quiero mamás, por mamás.
No sé cómo ha hecho mi mamá ni cómo hacen las mamás. Pero la mía, ¡Já! de la mía presumo y digo que en algún momento se volvió mi amiga. En algún entonces empezó a ver el mundo a través de mis ojos. Y desde ahí la cuido y me cuida y somos cómplices. Me malcrió y me hizo un consentido de mierda. Me empujó a soñar y a ir por la vida haciendo lo que me propongo. Me comprende y dice que soy intolerante y creo que nunca ha leído mi blog, pero conoce cada palabra que he escrito.
Ya no se escandaliza con mis locuras. Quiere que viva. Desea y al mismo tiempo le da más miedo que a mí que yo encuentre un amor. Me dice que estoy gordito, pero bonito. Se deleita con la capacidad que tengo de disfrutar cada segundo de vida. Lloró el día de mis grados. Colecciona cada carta y foto y cualquier carajada que le damos mis hermanos y yo. Ve mis fotos en Facebook y me las comenta. Jamás me frenó (bueno, sí, pero dice que por loco). Es exitosa en la vida y fue de quién heredé la coquetería a flor de piel, como ella ninguna. Lidia con cualquiera, mis hermanos, mis primos, mi abuela, y hasta con mi papá todavía.
Le gusta el aguardiente y siempre decía "Ay! yo no sé David", pero ella siempre era la que realmente decidía sí o no. Es feliz cuando sale con sus amigas y es más feliz cuando regresa. Ama locamente la manera en que sus tres muchachitos se quieren y se apoyan y se cubren las espaldas. Cree en mí más que nadie, inclusive más que yo. Ha cumplido cada uno de mis deseos y espero que la vida nos dé vida, para yo cumplirle los suyos.
En fin, qué jodido debe ser mamá. Pero entre uno más crece más valora esa labor. Y yo la valoro porque yo no podría. Así que corran y en el día de la madre, abracen a sus mamás y díganles que qué berraquera ser mamá. No les den regalos sino que díganles, déjenles saber que las admiran, que son únicas y son el eje central de sus vidas. Abrácenlas y no las suelten en todo el día. Háganlo por mí, que no puedo. Es una orden.
Mr Christobal.
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