He visto gente volando tan alto como sus sueños. Y a otras incluso más alto. Pero he visto, sí que he visto, gente cumpliendo sus sueños. Así como he visto a personas que por años esperaron el amor más perfecto del mundo, besándolo y disfrutándolo porque les llegó. Tal cual. Tan divino y romántico como lo pedían cada uno de los latidos de sus corazones.
He visto gente viviendo en vida el infierno con una relación más allá de tormentosa y he sido testigo de sus ganas de salir de ese lugar, y saliendo de ese lugar. Por lo que he presenciado la recuperación, desde el suelo y el subsuelo, desde los escombros, desde lo que parecía irrecuperable, de gente maravillosa que pudo volver a usar sus alas.
He visto gente entregarse a alguna adicción y destruir partes de su vida, sólo para coger fuerza y reinventarse y convertirse en personas disciplinadas y fuertes y llenas de amor y esperanza e inspiración y seguir pa' lante como ejemplo de vida.
He visto gente que con mucho menos que muchos han logrando cosas increíbles y surreales, he visto gente salir de enfermedades que parecían no tener cura, he visto gente emprender causas generadoras de transformaciones sociales importantes y gente que su propia transformación es la evidencia.
He visto lugares increíbles. Estrellas fugaces. Atardeceres rosados. Amores de cincuenta años de duración. Amores a los cincuenta años. La magnitud de una ballena y la fuerza de una idea. He visto películas que dan fuerza y motivan a volver a creer en el amor, libros que sacan sonrisas y gente que abraza el alma.
He visto ojos que sonríen y sonrisas que son esperanza. Manos que hacen milagros y conversaciones que son salvación. He visto la luna llena, las orquídeas volver a florecer después de años, los primeros pasos de mi hermanita, la fortaleza de mi mamá y amigos que duran varias vidas. He visto paisajes que quitan el aliento, besos que son revelación y mares que sanan.
La magia sucede. Sí que sucede.
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