Y uno llorando por tanto...
Hace poco entendí por qué ninguno de mis ex llegó acá. A este momento. A seguir en mi camino. A trascender en mi vida. A eternizarse. A verme despertar despeinado, sonreír con lo bonito y llorar de miedo. A ser mi amor eterno, insaciable y para siempre. Ya entendí porque ninguno era el que es ni yo era el que era.
Pero no fue fácil, menos cuando en algún momento juré y rejuré que algunos de ellos eran, que quería verlos en mi vida para siempre, que no podía dejarlos ir, que ya nos encontraríamos en el camino, que eran perfectos para mí, que tenía que recordarles que como yo no hay. Las lágrimas que derramé, la fuerza con la que luché porque no se fueran, las borracheras que me pegué para olvidarlos, las ganas de perpetuarme en sus almas, todo hoy tiene sentido.
O lo tiene. Tenía que pasar por cada uno de ellos para entenderme. Hoy, desde la distancia los veo, uno a uno (con una excepción, J, el único que funcionaría, mañana y eternamente) y veo sus vidas y sus cambios, sus movimientos y circunstancias. Sus lugares, sus formas de vidas, sus proyecciones, desarrollo y hasta sus físicos. Ninguno de ellos se ajustaría al que soy yo hoy.
A lo que quiero, a lo que sueño, a donde me dirijo, a lo que he trabajado, a lo que he descubierto y desarrollado.
Los caminos tomaron tanta distancia que desde la mía les puedo sonreír pero estoy seguro que tanto ellos como yo, no nos reconoceríamos. Nuestras personalidades y formas de vida hoy nos harían desconocidos, lejanos y sólo nos resumiríamos a una parte borrosa del pasado. Todo ese que tuvieron de mí, ya no es. Ya no soy.
Hace como 15 días me encontré (telefónicamente) con uno de ellos. Había pasado mucho tiempo. Y nítido, como esas cosas que se quedan tatuadas en la mente, tengo que me decía "me gustaba más el de antes". Claro. Ese que le tocó vivía sin restricciones, sin tanta autoseveridad y con mucha más libertad (a veces también pienso que era más chévere), pero ni me esforcé porque entendiera el proceso y el cambio, los momentos de la vida, la evolución y sus formas, las razones que me arrojaron aquí y me alejaron de allá, lo tranquilo y lo bien estoy con este yo, la claridad del camino; la madurez.
Como a ese (al que le parecía más cool el dieciochoañero) no he vuelto a querer. Y no sé si lo haga. A ese lo quise y me le entregé así: como un dieciochoañero. Sin límites y sin miedo. Con pocas heridas y con un para siempre que parecía fácil de alcanzar.
Fue bonito. Todos lo fueron. Y todos dolieron. Y con todos me rasgué las vestiduras y me tiré a la muerte y "patalié" sin fin y a todos los busqué como un loco, y a todos les escribí. Pero ojalá haber caído en cuenta de eso antes me hubiera hecho más práctico y me hubiera llevado a dejarlos ir más rápido, a no agarrarme a ellos y a los lamentos de perderlos. A entender que a esa edad son pocas las probabilidades de que se queden. A no hacerme menos líos, ni tener dudas ni tantas preguntas. A no quererlos de vuelta, eternos y míos. A no esperar que regresaran.
Ojalá entender esto, hoy, haga que no pierda un segundo pensando por qué lo uno o por qué lo otro con cualquier que llegue y se vaya. En qué falle o por qué me los ponen para quitármerlos. Porque pasan manes a joderme la tranquilidad si estoy bien y juicioso sin buscar. Ojalá entender esto, no me lleve a cuestionarme a mí ni a ellos -como siempre-, oajlá hacer caído en cuenta de esto me relaje aun más y me lleve a dejar ir con más seguridad. No me deje estresarme y sufrir innecesariamente. En general, chill con el flow. Sin sufrimientos innecesarios.
Ojalá esto me ratifique lo firme que estoy en serme fiel y leal a mí. Porque sé lo que quiero y prefiero dejar ir -sin lamentos y pataletas pues ya esas las hice con todos mis ex y por más pataleta que en aquel entonces hice, ninguno debía llegar aquí- todo aquello que no se ajusta a lo que estoy esperando.
Porque no es que por mis cambios ni los de ellos, que no fueron. Sino porque el que es, ES, y los que no fueron, no eran y los que no son, no son.
Punto final, señores y señoras, y no sufran de más por tanto pendejo que no es.
Mr. Christobal
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