viernes, 11 de septiembre de 2015

Menos mal te fuiste

Menos mal te fuiste

"Tengo miedo porque sólo existe uno como tú"

Me alegro que hayas decidido irte. Qué felicidad. Me gusta que te hayas llenado de miedo y le hayas dado la espalda al amor. Es bueno, para mí, que tus ojos ya no quieran mirar más el romanticismo que me provocabas, ni el brillo en mis ojos, ni mi incontenible sonrisa por el hecho de estar a tu lado. Es bueno que hayas decidido evitar también, sentir la magia que yo te regalaba. Menos mal te vas.

Es bueno que te llenes de miedo y huyas, y será por eso que dicen que huir es de cobardes, pero es mejor, para que no haya más de esos besos. Esos besos increíbles, pasionales, existenciales y verdaderos. Mejor así, vete que seguro otro, fácilmente te los dará. Seguro encontrarás a la vuelta de la esquina quien despierte en ti, sólo teniéndolo cerca, ganas de arrancarle la ropa. Perdóname, pero sé que no es justo que al mirarte me provocara soñar con "nosotros" y me provocara aun más, como al mismo tiempo, raptarte las pasiones y algún par de orgasmos. Menos mal te fuiste.

Aunque no lo entienda, creo que es lo mejor. Nunca nadie me provocó tanto. Nunca nadie me provocó pasión, romanticismo, ternura y otra vez pasón. Siempre me los traían por separado. Algunos romanticismos, otros ternura, algunos pocos, poquísimos pasión, otros seguridad, y llegas tú, a dármelas todas en una, no, menos mal te fuiste. Gracias. Es que no era justo contigo que yo tuviera mis mejores intenciones contigo. Realmente podía enloquecer, de amor, claro. Pero qué susto ¿No? Pude haberte hecho feliz, en exceso de hecho, y como todos los excesos son malos...

Además pude haber sido ese hombre entregado y dedicado a tu amor, a ti, a nosotros. Sí, sí pude haber sido. Es que como me sentía contigo lo valía. ¿No me viste? ¿No me sentiste? Yo te vi como alucinabas al mirarme. Irte fue lo mejor, es cierto, definitivamente, porque al mirarme sonreías y parecías que no creías que existía, pero sí, cuando estaba a tu lado de hecho me sentía más vivo, existía como todos soñamos sentirnos vivos. Además me tocabas y no podías dejar de llevarte por el deseo infernal, me acariciabas con palabras suaves y soñadoras, me hablabas con miradas comprometedoras y me soñabas sin miedo, en tus días del futuro y en tu cama del presente.

Y bueno, sin duda era la mejor decisión largarte, porque dijiste que parecía el hombre perfecto para ti y que te sentías enamorado y podías perderte también en el amor, sólo que esta vez sería correspondido; absolutamente, increíblemente, perfectamente: correspondido.

Pero menos mal te fuiste, no esperaba menos, yo nunca lo hubiera hecho, porque creo que estos sentimientos son exclusivos y escasos, entonces los valoro, los cuido, los acaricio y los hago míos. Me los apropio sin miedo y con valentía. Por eso, me hago el luchador y me dan estas arrebatadas ganas de hacer todo lo posible para que sea un hecho, y soy obstinado y persistente y entregado. Y es que en últimas creo en el amor, sí, lo acepto, entonces cuando lo tengo cerca, cosa que nunca pasa, en medio de corazones me vuelvo guerrero y fuerte y seguro, y no dejo que nadie me lo arrebate. Sólo tú.

Y ahí fue la falla, porque creí que ibas a tener la misma fuerza que yo para querer estar conmigo. Y por eso lo dejaste ir todo, y por eso decidí hacerme a un lado. Porque mientras yo busco que me arranquen el alma, tu buscas quien te quiera desde el miedo, el mismo miedo que te dio enfrentarme como tu presente.

Pero menos mal te fuiste, porque el amor imposible, que creí posible cuando te conocí, es sólo para almas fuertes, nobles y guerreras. Y yo para mí, sin duda, quiero alguien atolondrado, insensato y absolutamente imprudente.


"Porque el amor imposible no es cosa de prudentes, sino de Quijotes.

Sólo cuatro veces en doce años vio Alonso Quijano a Aldonza Lorenzo.

Jamás cruzaron palabra. Pero eso le bastó para vivir en ella y por ella."

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