viernes, 15 de noviembre de 2013

Le pasó a una amiga

Le pasó a una amiga


Había perdido la esperanza del amor hacía siglos. O por lo menos eso parecía. Los conocía, se ilusionaba, los besaba y les entregaba por minutos el corazón. Sin restricciones. Un par de horitas. Así iba por la vida, retando al amor sólo para rectificar que era una causa perdida. Por lo menos para ella. Y así era. Rectificaba con cada nueva ilusión desilusionada que el amor era una gran &%$¨¨··*@! -Oops-.

Sus esperanzas siempre estaban en las discotecas. Ese lugar donde los miedos, las penas, las tristezas y los sin sabores se quedan en los tragos de aguardiente. Y ahí lo conoció. Sin expectativas, obvio. Resulta que era de Irlanda. ¿Quién demonios es de Irlanda?, O sea.

Era guapo. Desde el minuto uno le sacó risas, así que debía ser divertido y por eso inteligente. Llevaba mucho que no entregaba el corazón por horas y además era irlandés. Así que lo besó en inglés. El beso y la entregada del corazón se prolongó por una semana. Vaya amor eterno y real!!... Pero como para ella el amor es una causa perdida, él se tenía que largar y continuar su buena vida de viajero por el mundo. Su próxima parada era Cartagena, así que se largó a conocer, seguramente una costeña divina.

Otra vez el amor había ganado el reto. Ridículo amor. Por eso ella tenía que ir a pasar la pena en un bar. En el de siempre. Con las amigas y los amigos de siempre. A lo de siempre; quejarse de los hombres, reírse de los malos tratos del amor, mirarle las nalguitas a los extranjeros, querer un tipo, discutirlo, meditarlo, no querer ningún tipo, quererlos a todos, quedarse sin nada.

Se le acercó un inglés. La cosa más rica de las últimas rumbas. Los ojitos más tiernos de las últimas desilusiones. Y el acento que luego de él, descubrió era su debilidad. Como salía de una desilusión para subsanarla pensó que lo ideal era meterse e otra, para seguir retando al amor, obvio, sólo para eso. Y lo retó. Esta vez se perdió en el beso inglés. Esta vez el amor si duró mucho. El amor iba perdiendo esta vez. Felicidad. En tu cara amor. ¡Dos semanas!

Pero qué va. Ella sabía que él también se tenía que largar. Pero pensó que se podrían encontrar así fuera como delfines en otra vida. No quería que el amor ganara. Le tenía fe a ese inglés delicioso. Pero no. Él tenía que irse para Calo a seguir viajando y luego a su lluviosa Londres.

Por más que intentaba acostumbrarse a los golpes de la victoria del amor en su contra, cada nueva desilusión era más fuerte que la anterior. Así que para mitigar la decepción continuaba en contacto con ellos, con ambos. El teléfono era un buen consuelo mientras llegaba una nueva ilusión.

Esa noche, el irlandés que no logró enamorarse de una costeña, la llamó a decirle que ya iba camino a volver a verla. ¿Volvía? ¿Pero si ella ya se había enamorado profundamente de otro? Oh-oh!. Eso no le iba a gustar al amor, acostumbrado a ganarle todas.

Obvio. Cuelga. Nueva llamada. Era el inglés. Entre sorprendido y divertido comenta que estaba en Cali, en el hostal con unos nuevos amigos. Emocionado contaba su historia de amor. Empezó a hablar de ella. La dibujó con palabras y con el paisaje. A los nuevos amigos les sonaba familiar. Otro corazón en Medellín, les había dibujado con sus laditos una loca desparpajada idéntica a la de él

"¿Cómo así que hay un irlandés y que en este momento va a verte?" Dijo el inglés.

Maldito amor de la gran &%$··*! -éste va sin Oops-

Mr Christobal

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