Llegó diciembre... Vamo´a goza´
Se acerca el último mes y el fin de año y qué tristeza. Y qué felicidad. Eso es lo que siempre pasa cuando uno entra en el mes doce. La gente se llena de alegría porque hay brisa y luces por todas partes. Papanoeles. Regalos. Sonrisas. Buenos deseos. Villancicos. Publicidades que tocan fibras sensibles. Las mismas canciones navideñas de antaño. Rojo y verde. Sonrisas.
Pero también hay melancolías. Por donde uno quiera que vea. Que los que no están. Que el año pasó y se fue demasiado rápido. Que nos estamos poniendo viejos. Que el amor sin amor. Que estas fechas especiales son lindas con un amor especial y no hay. Que los que se fueron para siempre. Que las ausencias. Que los vacíos en el corazón.
Y uno se lamenta por lo que no hizo. O por haber hecho de más. Por haber desaprovechado oportunidades. Por no haber abrazado lo suficiente. Por no haber tenido la plena conciencia de que aquel momento no era eterno y era feliz. Hay algo en uno que no lo deja celebrar tranquilo y estar contento si hay alguien que se fue para siempre.
De repente uno se encuentra haciendo planes para el otro año. Que voy a hacer dieta apenas comience el 2014. Que voy a viajar más. Que pienso compartir más tiempo con mi familia y amigos. Que entonces, haré todo para cambiar de trabajo. Que fijo este año si conseguiré un novio o una novia (para los solteros), que qué felicidad estar un año más con el mío. Que veré más a mis amigos. Iré al gimnasio. Agradeceré todas las noches.
Y el mes de diciembre se empieza a ir en eso. En melancolía y planes. En evaluar lo que no pasó y extrañar lo que no está. En imaginar los mejores 'yos', en hacer listados eternos e incumpibles, y diciembre, se va, en un abrir y cerrar de ojos.
Esa es la vaina de diciembre. Pero este mes se merece más que eso. Se merece fiestas y alegrías. Amores e ilusión. Perdones. Y alegrías infinitas. La cosa es que hay que aprovecharlo porque sólo lo tenemos una vez al año. Y por eso no hay que dejar que se vaya extrañando lo que no se tiene y haciendo planes que es posible que la vida en par patadas desarme.
Por eso yo si me iré a poner mi mejor sonrisa y me bailaré cuanta fiesta haya. Abrazaré a todos los cercanos queridos que encuentre. Me dejaré llenar de amor por el amor y por todos los que quiero. Le escribiré a los viejos amigos y a los nuevos. Pechichré a mi mamá, papá, abuelos y hermanos. le compraré un regalo a mi amor. Le escribiré al único ex que lo dejan ser mi amigo deseándole cosas lindas al lado de su nuevo amor.
Iré a todas las fiestas, paseos, novenas, conciertos, toques, comidas y cumpleaños que se aparezcan. Bailaré reguetón a muerte, vallenato amacizao, merengue sabroso y si me lo ponen, hasta tango enamora'o. Comeré natilla y buñuelos, pavo y pernil. Cualquier postre delicioso que haga mi abuela para consentirnos. Galletas y helados. También, escribiré inbox, tweets, whatsapps, mails y hasta cartas deseando cosas chéveres.
Compraré regalos y haré feliz a los que me hacen feliz. Me compraré mis propios regalos y sonreiré. Brindaré porque fue un año alucinante y porque con fe el que viene también. Y lo haré con guaro y champaña con mi mamá, mi hermano, mi amor y mis amigas. También con limonada con mi papá y los suyos. Con vinos con los míos. Y con vodka con los de mi amor.
Y sonreiré. Aquí y allá. Con ellos y aquellos. Con los que me quieren y con los que no. Con cientos de razones y sin ellas. Porque me da la gana y tengo todo para hacerlo. Por lo que pasó y cómo pasó. Porque sonriendo se vive más intensamente y todo resulta mejor. Y si todo resulta mejor, confío y no hago planes caprichosos que la vida se divierte desarmando.
Así que llegó diciembre. Hoy y ahora nada más importa. Ni enero, ni noviembre. Ni los hubieran, ni los de pronto. Ni Pepito ni Panchita. Es diciembre, el mes de la alegría. Que el que no pasó bueno el resto del año, aproveche. Que el que la pasó bueno, aproveche también. Que el que no se enamoró, se enamore. Y los que nos enamoramos, nos enamoremos más. Que el que se adelgazó, coma y se engorde y el que se engordó, se engorde más.
Que el que lloró, deje de hacerlo. Y el que no lloró, llore de emoción. Que al que se le cumplieron los sueños, se invente otros y al que no, se organice para cumplirlos. Que el que se peleó, perdone y el que no, pues no. Que al que le gusta besar, bese. Y a los que les gusta rezar, recen. Que el que estudió mucho, no estudie más y el que no, menos. Lo mismo para los que trabajaron y los que no. Es diciembre y nada, que sea la más bonita de las oportunidades para sacar del cuarto de San Alejo los quereres y los deseos. Del corazón las ilusiones y las esperanzas. Y de cada día, la felicidad. Yo veré.
Mr Christobal