¿Existen los príncipes que ella tanto ha soñado?
La última vez que tuvo un príncipe a su lado estaba tan ocupada en pasarla bien que ni se dio cuenta que le estaban tratando como a una princesa y que ese pequeño principito sólo quería rectificarle esa condición que ella tenía escondida. Así que se las arregló para que se fuera de su lado e hizo su mejor esfuerzo para que no la quisiera ver más. Como hasta los príncipes tienen un límite, ella lo logró.
Se fue y volvió, y se fue y volvió a volver, y se volvió a ir para volver a volver y en cada regreso ella se hacía más princesa. Lo esperaba y lo esperaba, más princesa y más rosada. Bueno, así se la pasaron hasta que un buen día, en sus ires y venires, le dijo que ella no valía la pena. Sí, así le dijo. Valiente príncipe. En ese momento él solito se bajó del caballo blanco en el que ella lo tenía; se quitó la capa azul que le había comprado en el Éxito (barata); se le cayó la corona que le había hecho con paciencia y le robó la espada que resultó ser de plático y se la acabó el tiempo. En un minuto dejó de ser el príncipe de sus sueños para convertirse en un sapo pantanero más.
Pero hoy, más princesa todavía, reflexiona y piensa que fue así como en sus desapariciones se pasaba los días siendo princesa; como preparándose para su llegada cada día más romántica, más tierna, más sensible, más sincera, más rosada, y muy, pero muy soñadora. Hasta que aquí va, convirtiéndose en una princesa de cuentos de la vida real. Él se fue diciéndole que no valía la pena cuando en verdad más la valía. La dejó lista para un verdadero príncipe. Aunque piensa que se ilusionó tanto con la existencia de aquel príncipe que tuvo y que fue de ella y que se desvaneció en un segundo que ahora cada día duda de la existencia de esos príncipes. Y piensa 'Ayúdenmde, ¿Existen?
Han pasado desde ese entonces más de 420 días de separación, o más, o menos, porque nadie lo sabe y entre más días, más princesa se hace, y entre más princesa se hace, menos príncipes se hacen. Es una relación inversamente proporcional que no es nada divertida. Y bueno, no debe negar que han aparecido mucho, pero a todos les falta un poco más de blanco o de negro, según la combinación, para encontrar un buen azul, el azul que ella quiere y merece, el azul rey príncipe. De hecho han aparecido algunos demasiado azules que le han hecho pensar que lo que quiere, en medio de todo, es un príncipe que en las noches se vista de lobo feroz, o que no quiere ningún príncipe, o que, en su defecto, ninguno es príncipe y toca resignarse con las simulaciones de príncipes que aparecen.
Pero la verdad recuerda a veces mientras habla conmigo y es sincera. Jura que sí existen. Lo jura porque los ha visto. Los ha tenido muy suyos, hechos príncipes dispuestos a ponerle su corona y tacón, pero en ese momento, en ese instante cuando van a ser las doce, cuando es la protagonista del cuento, cuando la vida la mira y empieza a dibujarse el 'vivieron felices para siempre', el tacón no le entra, no queda, no es su talla. Pero se da cuenta que no era su príncipe, pero que sí hay.
Está jodida la cosa. Pero ha tenido suyos, para ella, más de cuatro príncipes con la talla equivocada de zapatilla. Uno más bajito y muy divertido que fue su primer amor y se fue; uno moreno y de ojos sensibles que le desgarró la vida; otro de ojos blanco, creativo y tímido que sabrá su madre dónde se metió; otro menor e inocente, y otro que ni se animó. Pero los ha visto. Ahí en el reino romántico que se ha inventado hay miles, sólo hay que esperar sin desesperar y sin dejar de creer. Porque llegará, por todas las hadas, corazones y cupidos de su reino que llegará.
Mr Christobal
Mr Christobal