miércoles, 27 de diciembre de 2017

¡Vamoooooooos 2018!

El 2017 no fue mi mejor año. No estuvo fácil ni llevadero. Tampoco fluyó con naturalidad y más bien todo me costó el doble. Sentí que llegué a un punto sin retorno en donde el dolor me transformó en la versión menos bonita, divertida y soñadora de mí.

Dejé de disfrutar la ciudad, el trabajo, el amor, los amigos y sobre todo a mí mismo. Fue un proceso largo, en donde una vez más me perdí y sentí que no había una luz. El horizonte lo veía gris, desdibujado, sin esperanza de cosas bonitas por venir y globalmente perdido, desmotivado y aburrido. Se fue el brillo habitual de mis ojos, tenía las risas opacas y mi alma soñadora ausente.

Pero como la vida siempre es chévere, y sólo le pone a uno esos procesos equivocados de mierda para que uno aprenda, coja nota, no repita lo sucedido y empiece con más fuerza; todo, lenta y paulatinamente se fue mejorando.

Primero la esperanza volvió, pude salir y volver a encontrarme con el mundo y tuve un primer acercamiento conmigo mismo. Me volví a mirar a los ojos y a preguntarme ¿Qué putas te pasa? ¿Cánto tiempo más así? Luego cogí fuerzas y empecé a levantarme. Emprendí un proceso rápido y efectivo de remendar los pedazos. Me cargué de energía positiva y estando solo, siendo libre y haciendo lo que me dio la gana, empecé a encontrar a ese que yo tanto quiero.

Y ya empecé mi propia empresa. En 15 días recibí el amor que sentí que se había perdido y la fuerza que necesitaba para seguir y vivir la vida como el ventarrón que soy. Di todo lo bonito de mí para entender que hay demasiado sentimientos valiosos y divertidos aquí dentro que vale la pena sacar, entregarlos y sobre todo TIENEN que salir. Y hoy, después de varios días de haber llegado, sonrío y digo, "he vuelto". Volvió el yo chévere, que le gusta su vida, la gente que escogió, sus planes, sus chistes, sacar sonrisas, vivir con picardía, locura, espontaneidad y gracia.

Así que ya con el camino más claro y enderazado, el 31 de diciembre, cerré los ojos y mandoé al cielo mi único deseo: ser el yo chévere todo el 2018. No pido más. Porque sé que a partir de ahí la vida, la mía, encuentra su cause y se mueve y fluye por el camino correcto y feliz que debe ser.

Entonces cuando pedí mi deseo de año nuevo todo se aclaró y entendí que cuando yo sonrío hago que los que están a mi alrededor mueran de risa, se sientan cómodos y abracen la vida. Y así yo la abrazo y la disfruto y por eso todo empieza a confabular a cosas acertadas y divinas para mí.

por eso, 2018 será mi año. Estoy seguro. Y más allá de las cosas específicas que quiero, como crecer profesionalmente y vivir en otro país, mi 2018 se tratará de vivir intensamente, gozar cualquier cosa que haga y en cualquier lugar que esté y volver a divertir a los que están cerca y divertirme como bien lo sé hacer.

Así seré yo quiern sorprenda al 2018 mientras él, estoy seguro, me sorprenderá a mí con ese par de detallitos que le pido. Ya verán.

¡Vamooooooos 2018!

Mr. Christobal.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Navidad

Es navidad. Y a mí me encanta. Obvio. Soy demasiado romántico y expresivo y soñador como para que no. Me gusta pensar en las familias que se reúnen, como la mía, para estar juntas en esta fecha y abrazarse y quererse. Me gusta imaginar con ternura los esfuerzos que implican los regalos, que a cada uno, por más pequeño que sea, se le pone buenas intenciones y el corazón enterito con el único fin de pechichar, pechicharle el alma los que queremos.

Me gusta pensar en los reencuentros que se dan y en los buenos deseos que tenemos. me gusta comparar la Navidad pasada y ver cómo todo está intacto y cómo todo ha cambiado. Me encanta la melancolía que me abruma y me pone el corazón sensible así como me fascina sentirme vulnerable y muy querendón, porque es Navidad y uno extraña cosas, anhela otras y más importante, agradece todo. Amo los ojos que echan chispa cuando reciben regalos, los abrazos que entregan el corazón, las lágrimas que corren de emoción y los brincos del corazón.

Me gustan los arbolitos, las luces y los papanoeles. Me gusta toda la cursilería, porque sí, cada momento que nos da la vida para expresar quereres, hay que explotarlo. Y querer y que todo sea una excusa para manifestar amores.

Así que nada, Feliz Navidad. Que gocen, bailen, beban y saquen el mar de amor que tienen en su corazón. Dejen fluir la humildad y la bondad. Derrochen buenos deseos y no escatimen en dar lo bonito que tienen para dar. Hagan reír y disfruten a los suyos, enteros, de pe a pa. Que pidan, porque lo que se pide se concede si se pide con la fuerza y la sinceridad del alma. Que coman sin pensar en dietas y brinden más por lo que tienen que por lo que quisieran.

Que el Niño Dios les traiga bondad en sus corazones, confianza en ustedes, fe en el futuro y amor, demasiado amor para dar. Que les den fuerza y sabiduría, la capacidad de transformar los errores en aprendizajes y libertad para soltar lo que no sirve y hacer lo que el alma les exige.

En realidad, esta Navidad, deseo que vivan, gocen, lloren y vibren desde el amor. Sólo eso. No se necesita más. Ya verán.

Feliz Navidad.

Mr. Christobal.