El 2017 no fue mi mejor año. No estuvo fácil ni llevadero. Tampoco fluyó con naturalidad y más bien todo me costó el doble. Sentí que llegué a un punto sin retorno en donde el dolor me transformó en la versión menos bonita, divertida y soñadora de mí.
Dejé de disfrutar la ciudad, el trabajo, el amor, los amigos y sobre todo a mí mismo. Fue un proceso largo, en donde una vez más me perdí y sentí que no había una luz. El horizonte lo veía gris, desdibujado, sin esperanza de cosas bonitas por venir y globalmente perdido, desmotivado y aburrido. Se fue el brillo habitual de mis ojos, tenía las risas opacas y mi alma soñadora ausente.
Pero como la vida siempre es chévere, y sólo le pone a uno esos procesos equivocados de mierda para que uno aprenda, coja nota, no repita lo sucedido y empiece con más fuerza; todo, lenta y paulatinamente se fue mejorando.
Primero la esperanza volvió, pude salir y volver a encontrarme con el mundo y tuve un primer acercamiento conmigo mismo. Me volví a mirar a los ojos y a preguntarme ¿Qué putas te pasa? ¿Cánto tiempo más así? Luego cogí fuerzas y empecé a levantarme. Emprendí un proceso rápido y efectivo de remendar los pedazos. Me cargué de energía positiva y estando solo, siendo libre y haciendo lo que me dio la gana, empecé a encontrar a ese que yo tanto quiero.
Y ya empecé mi propia empresa. En 15 días recibí el amor que sentí que se había perdido y la fuerza que necesitaba para seguir y vivir la vida como el ventarrón que soy. Di todo lo bonito de mí para entender que hay demasiado sentimientos valiosos y divertidos aquí dentro que vale la pena sacar, entregarlos y sobre todo TIENEN que salir. Y hoy, después de varios días de haber llegado, sonrío y digo, "he vuelto". Volvió el yo chévere, que le gusta su vida, la gente que escogió, sus planes, sus chistes, sacar sonrisas, vivir con picardía, locura, espontaneidad y gracia.
Así que ya con el camino más claro y enderazado, el 31 de diciembre, cerré los ojos y mandoé al cielo mi único deseo: ser el yo chévere todo el 2018. No pido más. Porque sé que a partir de ahí la vida, la mía, encuentra su cause y se mueve y fluye por el camino correcto y feliz que debe ser.
Entonces cuando pedí mi deseo de año nuevo todo se aclaró y entendí que cuando yo sonrío hago que los que están a mi alrededor mueran de risa, se sientan cómodos y abracen la vida. Y así yo la abrazo y la disfruto y por eso todo empieza a confabular a cosas acertadas y divinas para mí.
por eso, 2018 será mi año. Estoy seguro. Y más allá de las cosas específicas que quiero, como crecer profesionalmente y vivir en otro país, mi 2018 se tratará de vivir intensamente, gozar cualquier cosa que haga y en cualquier lugar que esté y volver a divertir a los que están cerca y divertirme como bien lo sé hacer.
Así seré yo quiern sorprenda al 2018 mientras él, estoy seguro, me sorprenderá a mí con ese par de detallitos que le pido. Ya verán.
¡Vamooooooos 2018!
Mr. Christobal.