sábado, 20 de julio de 2013

Cumplo 24, ¡Carajo!

Cumplo 24, ¡Carajo!


Mis 23 años los recibí llorando, perdido en la inseguridad por no tener un norte claro. Pensé, extrañé, viajé, me odié, volví a llorar, más, otro poco, mucho. Fui feliz, rectifiqué que los amigos que conservo son los mejores y nunca me van a dejar caer, aunque pelee con ellos, siempre serán, siendo, y estarán, estando. Caminé días para llegar a una Ciudad Perdida. Fui una de las personas de confianza de alguien importante. Me hicieron unas entrevistas en una de las radios locales más escuchadas. Fui a Europa. Tuve miedo de no lograr grandes cosas. Logré grandes cosas (para mí).

Me endeudé hasta los huesos como para los próximos cinco años. Salí en una revista regional. Viajé con mi familia. Perdí el pudor y creo, hasta la vergüenza. Le compré una carcasa de todos los colores a mi teléfono. Y pinté de azul cada paso que di. Me compré una cámara coqueta que dañé y sigo tomando fotos a donde quiera que vaya. Indudablemente no pensé enamorarme y pasó ya casi en la recta final de mis 23. Y antes quise enamorarme. Y no quise enamorarme. Y no hubo de quién enamorarme. Y hubo uno tal vez, del que pude enamorarme.

Volví después de muchos años a vivir con mi mamá y valoré perdidamente los atardeceres de mi ciudad con la eterna princesa de mi cuento. Tomé muchos Adentro No con Diana y me pasé la mitad del año en sandalias y mochos. Cumplí un sueño. Y luego otro. Creí en mí y en mi futuro. No creí en mí ni en mi futuro. Decidí que quería ser otra cosa que no fuera psicólogo y que quería escribir para siempre. Encontré el amor a las letras porque el amor del corazón no estaba ni siquiera cerca, pero ya llegó.

Un gringo se enamoró de mí. Y era perfecto. Pero yo no. Sentí que el amor no existía. No aprendí a conducir, ni carros, ni mi vida, ni nada. Alguien a quien le di la mano, me dio la espalda y me traicionó como se traiciona en la vida real. Seleccioné dentro de mis amigos que tenía seleccionados, lo mejor y dejé atrás el resto. Me quedé con poquiticos. Y no me dolió. Me alivió. Divinos los pocos que quedaron. Por eso revalué el significado de la confianza, la lealtad y la corroboré en los que se quedaron bien quedados, afiancé amistades de toda la vida, ¿cierto Ana? Y fue un hermoso redescubrir.

Vi mucha televisión, así no me gustara, sólo por estar con mi mamá y mi hermanita. Me fui a vivir a otra ciudad unos meses y a dormir en una cama muy chiquita. Hice un amigo allá que espero me dure toda la vida. Empecé a usar las palabras 'guapa' 'mi amor' y aprendí a decir 'no' en algunas ocasiones. Di miles de consejos de amor así yo hace siglos no tuviera un amor y fuera (y soy aun) un verdadero desastre. Escribí más de 40 entradas al blog, unas con el corazón contento, otras con el corazón triste y otras desilusionado. Unas cuantas personas quisieron que escribiera por ellas. Y escribí para y por algunos.

Viajé en tren, metro, avión, carro, taxi, bus y tuve fiestas hasta en los lugares menos imaginados. Adopté un Mickey Mouse y con él de compañía en el cuarto es que hice este nuevo blog que amo con locura. Llegué a la cifra mínima de 100 seguidores en Twitter y a ningún seguidor de mi corazón casi durante todos mis 23. Aprendí a escuchar los mensajes que la luna y la vida me susurran. Volví a estudiar. No quise un novio porque quería salir y viajar y volver a salir y cuando salí, viajé y volví a salir, no quise un novio porque estaba recién saliendo. Me rompí el corazón con ganas y sin ninguna buena razón.

Seguí siendo moreno, más. Me engordé, hice dieta y ejercicio, me adelgacé y me atraganté la comida de mi abuela. Me bronceé los sueños. Regalé sonrisas a quien las necesitó y a quien no. Aprendí a escuchar y a dejar de ser el que necesitaba que lo escucharan. Jugué con candela y me quemé, pero me di cuenta que me encanta la candela. Un viejo amor me olvidó y otro sé que no. Fui a Bogotá varias veces pero la más inolvidable fue la semana con Diana y le puse más amor a mi amor por mis hermanos.

Bailé mucho reggaeton con el sentimiento en las caderas. Y reí y tuve fiestas hasta el amanecer llenas de picardía con la que siempre fue una de mis mejores amigas, pero se volvió mi cómplice. Mi pequeña dejó de ser mi pequeña y nos queremos en grande. Comí CHOCORAMO, barras de CHOCORAMO y miniCHOCORAMO. Aprendí a no extrañar nada, sólo a él porque es mi ÉL y tengo derecho a extrañarlo si no me abraza todos los días. Y aprendí que si no me dan como yo doy no me sirven. Me hice daño y me autosaboteé. Me gustó un tipo menor que yo y me avergoncé y me fascinó y no pasó nada, sólo que me quedé con él y me enamoró. Hubo muchos chicos que se interesaron en mí que a mí no me interesaron. Hubo algunos chicos que a mí me interesaron y que yo no les interesé.

Me descubrí siendo un ser optimista y feliz. Alguna vez perdí la sonrisa pero supe que siempre estaba dentro de mí volver a sacarla. No me gustaron nada los nuevos gobernantes de mi ciudad. Ni los pasados. Y perdí la fe en mi país. Acepté por fin, que el chocoramo y los besos son mi vicio y que los mejores vicios son recurrentes y por eso, decidí asumirlos. Así como decidí asumir estos 24 años que se me vinieron. Se vienen sin yo poder hacer nada aun si me quiero quedar en los 23 4 años más. Se me vinieron sin haber tomado decisiones. Sin saber qué será de mí. Cuándo, ni dónde.

Se vienen estos 24 sin yo haber hecho algo extraordinario. Ni haber cambiado el mundo. Pero sonriendo siempre y con la fe que serán mejor que los 23 que se fueron, porque buenos, buenos sí fueron.

Mr Christobal.

lunes, 8 de julio de 2013

Si hay algo más peligroso que un(a) ex novio(a), es un(a) ex novio(a) herido(a)

Si hay algo más peligroso que un(a) ex novio(a), es un(a) ex novio(a) herido(a)



Ya los cuentos de Disney nos habían enseñado que hay brujas y malos muy malos, malvados. Y que muchas veces, cuando uno termina una relación, a alguna de las partes se le tuesta la cabeza y los trastornos que esto causa, lleva a ciertos personajes a vagar en el mundo de lo irreal, y se presentan entonces, en los cuentos como la maldad hecha persona, con magia, embrujo, artimañas y hasta pociones. Sin embargo no sabía que había casos tan extremos.

Si bien no es normal, ni común, ni mucho menos aceptable, sí es común y normal dentro de lo "normal" encontrar la ex novia que "prefiere morirse o no seguir viviendo si no están con ella" o el ex novio "que le va a hacer la vida imposible", que hackea las cuentas, que hace 100 (Sí, cien, lo he visto) llamadas perdidas. ¿QUién no ha visto la típica ex novia que llega, provoca, insulta y termina agarrándose del pelo con la novia? O el ex que manda anónimos a la casa con amenazas e insultos. O los que persiguen a la nueva pareja por todas partes. Esos son clásicos.

Hace poco María salió con este chico y al bar llegó la ex novia con sus secuaces. La ex novia con su corazón y ego herido (supongo) de ver a SU chico, que ya no es suyo, con otra, no entró en rodeos y empujó a María, así, sin más ni más. Luego a la salida, ella -la ex- con su corte fiel de adeptas, le gritaban a María ofensas donde la menos hiriente fue "Loba Vikinga".

A otra María, la ex de su nuevo chico, desde otra ciudad, contrató a alguien para que le rayara todo el carro, absolutamente todo. La cosa se va poniendo demencial:

A otro amigo, digámosle a éste... mmm... Maximiliano, me contaba hace poco entre café, chocolates y mucha gente, mientras yo revolvía mi café con historias míticas, que a él, el ex de su actual le hizo brujería. Léase bien, bujería.

¿Eso existe? Pensé. Y sí, lo tenía en frente. A Maxi, el ex de su actual aparece en este cuento como el hechicero malvado de Aladino o qué sé yo, que si bien tuvo diferentes intentos de destruirlo en el último lo logró: absolutamente irreal, como en los cuentos. Debía ser algo que atentara contra su cara. Por lo tanto, a mi amigo, Maxi, le empezó a dar parálisis facial. Maxi tuvo que acudir mucho más que al genio de la botella, y al beso de alguien con corona para quitarse lo que el hechicero malvado le había mandado.

Ahí fue cuando dije: Si hay algo más peligroso que un ex novio o ex novia, es un ex novio o una ex novia heridos. Y claro, pienso que todos tenemos derecho a nuestros ratos de demencia. ¡Qué delicia desconectarse del mundo por un minuto y darle paso a la locura!, ¡qué delicia reclamar, gritar y pelear por lo que uno cree que es de uno!; la locura es necesaria, y cuando tenemos la oportunidad de ser un tanto locos, pues hay que aprovechar ese momento y ser locos y además: disfrutarlo.

Debemos dejar que el amor nos chifle pero no al punto de perder la compostura y les estribos perdiendo la nominación de princesas y caballeros. Sólo una vez fui lo suficientemente ex novio loco, y llamé, y lloré, y rogué, y me enfermé, y me fui a su ciudad a buscarlo, y volví a llamar y volví a llorar y volví a buscarlo. Pero nunca causé daños a terceros, sólo a mí mismo, creyendo que se me veía bonito. Sin embargo, es con el único ex que no me hablo, obvio, quedé en su memoria como el ex novio loco, que, qué mamera.

Por lo tanto, no sólo es un llamado para que aprovechen el espacio y acusen a todos los ex novios y las ex novias pesadillas, sino para que aconsejen a sus amigos para que no lo sean, por nada del mundo, y en el peor de los casos, sean tan pero tan princesas y caballeros que recapaciten para no quedar por siempre en la memoria del o de la ex como "mi ex, el loco", "la ex que qué mamera" o "la bruja mala y además FEA del cuento (ésta aplica para hombres y mujeres)" (Porque sí que se ve feo, la bruja de Blanca Nieves era una mamacita, sólo se hacía fea con sus demencias)...

Si no todo lo contrario que cuando el o la ex nos recuerden sonría y siempre y para siempre en lo más consciente de su inconsciente se diga con un suspiro nostálgico inolvidable: "Ah, es que era un amor".

Mr Christobal